 En el mundo de la gestión del mantenimiento industrial, hay un indicador que muchas veces pasa desapercibido, pero que tiene un impacto directo en la eficiencia operativa: el backlog. Este término, que puede traducirse como "trabajo acumulado", se refiere al conjunto de órdenes de mantenimiento pendientes de ejecución. Aunque suene negativo, en realidad es una herramienta estratégica para tomar decisiones basadas en datos reales.
El backlog permite tener visibilidad sobre las tareas que no han sido atendidas por falta de recursos, repuestos o simplemente por priorización de otras actividades. No se trata de eliminarlo por completo, sino de mantenerlo en niveles saludables que permitan controlar la operación sin caer en saturación ni en una falsa sensación de eficiencia.
Una correcta gestión del backlog ayuda a anticipar riesgos, redistribuir cargas de trabajo y evaluar la necesidad de ajustes en los planes de mantenimiento preventivo. Si su volumen crece sin control, puede ser un síntoma de que los equipos están sobrepasados o de que hay fallos sistemáticos no resueltos. Por el contrario, un backlog demasiado bajo podría estar ocultando registros mal gestionados o tareas que no se están reportando.
El uso de un software GMAO (Gestión del Mantenimiento Asistido por Ordenador) permite visualizar este indicador en tiempo real, detectar tendencias y convertirlo en un aliado para la toma de decisiones. Al analizar el backlog no solo se mejora la disponibilidad de los activos, sino que se fortalece la cultura de mejora continua dentro del equipo de mantenimiento.
Conocer y controlar el backlog es, en esencia, leer la temperatura operativa de una planta. Ignorarlo puede derivar en averías críticas, mientras que entenderlo a fondo permite optimizar recursos y garantizar una operación más segura y rentable.
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