Todo en Gaudí es providencial, tanto en su vida como en su obra, esta afirmación expresa el alma del arquitecto catalán Antonio Gaudí, cuya creación más emblemática, la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona, que es visitada anualmente por unos cinco millones de personas, convirtiéndose en el lugar más concurrido de esa capital española. Esta majestuosa obra no es solo una maravilla arquitectónica, sino una catequesis visual, una proclamación de fe hecha piedra, luz y forma.

Para muchos, visitar la Sagrada Familia es más que una experiencia cultural o artística, es una experiencia espiritual. Esta obra es un reflejo de la belleza que conduce a Dios.
La figura de Gaudí está presidida por la arquitectura y la fe. La belleza que se percibe no mana de las piedras, sino que es reflejo de la Belleza Suprema.
La fe como fundamento del arte
Gaudí no puede entenderse sin la fe cristiana, que no solo vivió, sino que impregnó profundamente su obra. Él mismo afirmaba: “Nosotros construimos el Templo, pero al mismo tiempo, el Templo nos está construyendo a nosotros”. Esta idea de mutua transformación revela una actitud humilde y contemplativa ante su trabajo. Sus obras van más allá del arte siendo testimonios de trascendencia, signos visibles del Dios invisible, parece perseguir siempre el objetivo en su obra religiosa de desvelar la presencia de Dios y eso solo puede hacerlo quien ha experimentado esa presencia. Belleza y verdad van de la mano puesto que Dios es la máxima expresión de la belleza. En ese sentido, Gaudí entendió que el arte sacro no es decoración, sino evangelización.
La naturaleza como revelación
Gaudí encontraba en la naturaleza su maestra. El monismo filosófico identificó a Dios con la Naturaleza. Gaudí no la contemplaba con sentimentalismo, sino como una manifestación de la Divinidad. Decía que la naturaleza es el primer libro que revela a Dios, junto a la Revelación y la Liturgia. En la Sagrada Familia, estos tres conceptos dialogan constantemente y así, la arquitectura parte de formas naturales (como columnas que se ramifican como árboles), pero es iluminada por la Palabra y el culto cristiano. El templo se convierte de esta forma en un bosque sagrado, donde la luz entra entre las hojas y todo invita al recogimiento y la adoración.
Para Gaudí, “ser original” no era inventar, sino saber volver a los orígenes del Acto Creador, al modelo de Dios en la Creación.
Una obra guiada por la Providencia
Todo en la historia de la Sagrada Familia parece tener un sentido providencial. El solar donde se comenzó a construir en 1882 estaba entonces en las afueras de Barcelona, hoy se encuentra en el corazón de la ciudad, equidistante entre mar y montaña. El proyecto fue inicialmente encargado a Francisco de Paula del Villar, pero al año siguiente fue sustituido por el joven Gaudí, que tenía solo 31 años y apenas había realizado unos pocos trabajos.
El templo se financió y aún lo hace, exclusivamente por limosnas; y, sin embargo, cuando Bocabella vio los primeros bocetos de Gaudí, lejos de asustarse, exclamó: “La Providencia nos está mostrando que la obra será suya y no nuestra”. Incluso los fracasos sentimentales de Gaudí, quien fue rechazado por las mujeres de las que se enamoró, -no se entiende por qué, Gaudí era guapo-, le llevaron a comprender que su vocación era consagrarse por entero a la construcción de este templo como ofrenda a Dios, quizás aquí esté la clave, un ser muy espiritual no parece cuadrar con el mundo.
La Sagrada Familia: catequesis en piedra
La Sagrada Familia no puede entenderse sin su contenido teológico y litúrgico. Cada proporción, cada escultura, cada detalle tiene un significado que remite a la fe cristiana. Gaudí no buscaba únicamente levantar una estructura bella, sino expresar con piedras la totalidad del Credo, conjugando conceptos como Evangelios, santos, liturgia, Muerte, Juicio, Infierno y Gloria; la Sagrada Familia de Nazaret, etc…
Todo en el templo es símbolo. Tres fachadas (el Nacimiento, la Pasión y la Gloria), emplea el simbolísmo del número 3 aludiendo a la Santísima Trinidad; tres portadas en cada una, dieciocho torres (3x6=18), treinta y seis columnas (18+18=36 y 9+9=18 todo es simbolismo), coros de ángeles divididos en múltiplos de tres, etc.
La figura central en la fachada del Nacimiento representa a la Sagrada Familia (3 personas físicas de las que una de ellas participa de la Santísima Trinidad con el Padre y el Espíritu Santo), porque Gaudí comprendió que la figura de San José solo brilla cuando se la sitúa en el corazón de su vocación: esposo de María, padre de Jesús y custodio del misterio de la Encarnación (3 misiones hay en San José).
Un hombre de familia, un hombre de Dios
Aunque no tuvo familia propia creada por él, Gaudí entendió la familia como el núcleo de la vida cristiana y de la sociedad. En el templo quiso que también los trabajadores y sus familias tuvieran un lugar. Por eso construyó unas escuelas para los hijos de los obreros, a quienes consideraba una gran familia. Él mismo vivió con su padre y su sobrina, cuidándolos hasta el final (otra vez el número 3). Su humildad era real y ponía todo su dinero en la obra, vivía de forma austera y rezaba constantemente. Gaudí era también consciente de sus defectos y así decía: “He conseguido de todo menos dominar mi mal genio”, mostrando su lucha espiritual. Su alma fue afinándose cada vez más con la ayuda de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, pasando de la contemplación de la naturaleza exterior a la contemplación del alma.
Camino a los altares. El proceso de canonización de Antoni Gaudí
La causa de beatificación de Gaudí se abrió oficialmente en el año 2000. En la actualidad, ya ha sido declarado Siervo de Dios y se espera que próximamente pueda ser reconocido como Venerable, en espera del reconocimiento de un milagro que abra la puerta a su beatificación. Como decía el propio Gaudí: “Mi cliente no tiene prisa”. Se refería a Dios, pues hacía su obra para Él. La santidad, como la arquitectura, se cuece a fuego lento.
La canonización es el proceso por el cual la Iglesia Católica reconoce oficialmente la santidad de una persona, declarándola santa y proponiéndola como modelo de vida cristiana y de intercesión ante Dios. Es un camino que tiene varias etapas y requiere pruebas de virtud heroica y milagros.
Son Etapas del proceso de canonización el primero de los pasos que es ser Siervo de Dios. El proceso comienza a nivel diocesano, en la diócesis donde vivió Gaudí, en este caso Barcelona, una vez que ha pasado al menos cinco años desde su muerte, aunque el Papa puede dispensar ese plazo. En esta etapa se recoge documentación, testimonios y todo lo necesario sobre su vida, virtudes, y fama de santidad. Gaudí fue declarado Siervo de Dios en 2003, después de que en 2000 se abriera oficialmente su causa.
El segundo paso es ser considerado Venerable. Si el Vaticano, a través de la Congregación para las Causas de los Santos, reconoce que la persona vivió las virtudes cristianas de forma heroica, el Papa le concede el título de Venerable. En el caso de Gaudí, el proceso para declararlo Venerable está avanzado y se espera que próximamente se emita el decreto que lo reconozca así.
Un tercer paso es ser considerado Beato. Para ser beatificado, se necesita que Dios obre un milagro por intercesión del Siervo de Dios. Este milagro debe ser investigado y aprobado por médicos y teólogos del Vaticano. En el caso de Gaudí, ya se han presentado posibles milagros atribuidos a su intercesión y uno de ellos está siendo investigado como el más probable para su beatificación.
El cuarto y último paso sería ser declarado Santo (Canonización). Se requiere un segundo milagro ocurrido después de la beatificación para que se le canonice y se le declare santo. Entonces se permite su culto universal.
En el caso del proceso de canonización de Gaudí, la fase diocesana concluyó en 2003, tras cuatro años de recolección de datos. El expediente fue enviado a Roma y está siendo evaluado por la Congregación (ahora Dicasterio) para las Causas de los Santos. Se está a la espera del decreto de virtudes heroicas, que lo convertiría en Venerable.
Un presunto milagro (relacionado con la curación inexplicable de una persona) ha sido presentado y está bajo estudio. En general, para beatificar a un laico como Gaudí, el milagro suele ser una curación médicamente inexplicable, instantánea, duradera y total. Además, debe probarse que se pidió específicamente su intercesión.
¿Por qué se considera a Gaudí un candidato a la santidad?
Existen varias razones, tales como su fe profunda y coherente, no solo asistía a misa diaria y rezaba continuamente, sino que ofrecía su trabajo como oración. Otro factor es su humildad y caridad, vivía con lo justo y entregó todo su dinero y talento a Dios y a la Iglesia. Su testimonio de vida es otro factor, Gaudí murió en olor de santidad y mucha gente ya lo veneraba espontáneamente. Por otra parte está la evangelización a través del arte, su vida es un puente entre belleza, fe y cultura, algo muy necesario hoy. Ya sabemos que los santos son figuras de vida ejemplar que la Iglesia propone como ejemplos para que los demás cristianos sigan su ejemplo y puedan acudir a ellos para que intercedan ante Dios.
El proceso de canonización de Antoni Gaudí ha alcanzado un hito significativo pues el 14 de abril de 2025, el Papa Francisco lo declaró "Venerable", reconociendo sus "virtudes heroicas". El proceso comenzó formalmente en 1998, cuando el arzobispo de Barcelona, Ricard María Carles, inició la causa. En 2000, la Santa Sede autorizó su apertura con el decreto nihil obstat, otorgándole el título de "Siervo de Dios". Tras años de investigación y la presentación de la positio (documento que recoge testimonios y pruebas de su vida virtuosa), el Papa Francisco reconoció sus virtudes heroicas en abril de 2025, elevándolo al rango de "Venerable".
Si es canonizado, Gaudí podría ser el primer arquitecto profesional canonizado en la historia de la Iglesia. Sería también un poderoso ejemplo de santidad laical, de alguien que vivió su vocación profesional como un verdadero camino hacia Dios.
Gaudí, conocido como "el arquitecto de Dios", dedicó más de 40 años a la construcción de la Sagrada Familia, reflejando su profunda fe católica en cada detalle arquitectónico. Su vida austera y su compromiso espiritual lo convierten en un modelo de santidad laica.
La declaración de Gaudí como Venerable es un paso importante en su camino hacia la santidad, destacando su legado tanto artístico como espiritual.
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