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El latido de la tierra: mujeres que sostienen el mundo

Una vez escuché por la radio que una mujer decía refiriéndose al 8 de marzo: «ni florecitas ni bombones, queremos justicia»
Javier Claure Covarrubias
miércoles, 5 de marzo de 2025, 11:18 h (CET)

El Día Internacional de la Mujer es una jornada que late con el pulso de miles de historias, de luchas y de lágrimas. Es un día que nos recuerda que la igualdad no es un regalo, sino una batalla que se libra todos los días y en todos los rincones del mundo. Por lo tanto, debemos volver la mirada hacia atrás, celebrar lo que se ha logrado. Y, al mismo tiempo, proyectar la vista hacia adelante para reclamar con firmeza lo que aún falta por alcanzar.


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La historia de este día está escrita con sangre y fuego. En 1857, en Nueva York, las costureras de una fábrica textil alzaron la voz para exigir un salario digno y una jornada laboral humana. Pedían reducir las horas de trabajo de 16 a 10 horas. Pero el sistema, cruel e implacable, respondió con violencia. Un incendio acabó con la vida de 146 mujeres, convirtiéndolas en mártires de una causa que aún no termina. Aquel fuego no solo quemó cuerpos, pensamientos y sueños, sino también encendió una llama que hoy sigue ardiendo en el corazón de quienes luchan por la justicia. Años más tarde, en 1867, las planchadoras de cuellos de otra fábrica neoyorquina fundaron un sindicato como un acto de rebeldía. Entendieron que juntas eran más fuertes. Así, con hilos y agujas, con planchas y sudor, comenzaron a tejer una red de resistencia que se extendería por el mundo.


En el siglo IV a.C., Aristófanes, el dramaturgo griego, creó una obra llamada Lisístrata que representaba la lucha feminista. En esa obra, las mujeres mostraron su poder declarando una huelga sexual en contra de sus maridos que eran soldados. El objetivo era poner fin a la guerra. Los valientes combatientes al verse amenazados con este hecho, que desgarraba sus corazones, dejaron de pelear y empezaron nuevamente una vida junto a sus amadas. Con humor y audacia Aristófanes revela que las mujeres, cuando se organizan, pueden cambiar el curso de la historia.


Esta ficción se volvió realidad en 2002 cuando las mujeres de Liberia, lideradas por Leymah Gbowee, replicaron la estrategia de la Lisístrata. Cansadas de la guerra y de las violaciones se vistieron de blanco y se sentaron en las calles de Monrovia, rezando y cantando bajo el sol inclemente. Su objetivo era claro: alcanzar la Paz. Y lo consiguieron. Es decir, no solo terminó la guerra, sino que la lucha pacífica, de mujeres, llevó a Ellen Johnson Sirleaf, una mujer intelectual, a la presidencia de Liberia en 2005. En 2011, Gbowee, Sirleaf y Tawakkul Karman, de Yemen, recibieron el Premio Nobel de la Paz. Fue un reconocimiento a la fuerza colectiva de las mujeres que, en todo el mundo, siguen luchando por un futuro mejor.


Durante la Revolución Francesa, las parisinas marcharon hacia Versalles exigiendo «Libertad, Igualdad y Fraternidad». Y en 1917 las obreras textiles de San Petersburgo salieron a las calles para reclamar el pan.


Las mujeres siempre han jugado un papel importante en la sociedad, y son el pilar de la humanidad. Sin embargo, en el pasado tuvieron muchas dificultades para desarrollar sus capacidades debido a las élites retrógradas que se sentían amenazadas. Simplemente no les daban espacio. Todas las sociedades del mundo, en mayor o menor grado, están marcadas por el machismo y el patriarcado.

Pero a pesar de estos atropellos y prejuicios, también es cierto que el mundo ha cambiado. Muchas mujeres son independientes y no necesitan de nadie para sobrevivir. Han conquistado espacios en la política, en la ciencia, en la cultura, en el deporte, en la economía y en muchas otras actividades de la sociedad. Han redefinido el amor, la familia y el trabajo. Han demostrado que no necesitan ser el satélite de ningún sol porque brillan con luz propia.


Una vez escuché por la radio que una mujer decía refiriéndose al 8 de marzo: «ni florecitas ni bombones, queremos justicia». En otras palabras, el Día Internacional de la Mujer, es un día para exigir cambios radicales en favor de las mujeres. Ellas son el pasado, el presente y el futuro. Y su lucha es la lucha de todos.


¡Viva el 8 de marzo!


¡Vivan todas las mujeres del mundo!

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