Mientras, los misioneros que trabajan en Haití no dejan de denunciar la situación de inestabilidad que ha llevado a que tres de ellos fueran asesinados en el orfanato en el que acogían a niños de la calle. La táctica de las bandas criminales en las últimas horas ha cambiado. A las ejecuciones han añadido un estado de chantaje, extorsión y secuestro de la población, principalmente en la capital Puerto Príncipe.
Haití representa una quiebra de humanidad y no debe seguir siendo el ejemplo del abismo de violencia que representa la ley del más fuerte. La situación de Haití no se resolverá si no hay una decisión firme por parte de Estados Unidos y de la Comunidad Internacional de sembrar el orden y la paz en ese infierno en la tierra.
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