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Juan Antonio Narváez Sánchez, Madrid

Nuevas generaciones políticas

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En alguna ocasión ha surgido el comentario sobre la idea de un partido político demócrata cristiano. Este tema quedó obsoleto y desechado hace ya mucho tiempo, e incluso la Iglesia prácticamente lo desaconsejó, por experiencias negativas habidas o por temor a que pudiera haberlas. Y, fundamentalmente, porque considera que es el hombre, a título personal y debidamente formado, quien tiene que actuar y promover social y políticamente los foros que estime adecuados para desarrollar dicha actividad. La Doctrina Social de la Iglesia ya contiene un amplio y experimentado bagaje de ideas y orientaciones a tener presentes y poner en marcha. La misión de la Iglesia es sobrenatural y atiende preponderadamente lo espiritual.


La decadencia de un cristianismo activo se está dejando sentir en tantos ámbitos: educación, sanidad, cultura, sociedad, labor asistencial, etc. fundamentalmente por la presión e intervención pública coercitiva que se está imponiendo de manera voraz para coartar la iniciativa privada. Únicamente prevalece la labor asistencial porque los políticos no quieren entender, o no le es rentable entender, de caridades públicas. Si hay personas que pasan hambre y necesidad, porque las hay, ese es el campo específico de actuación que dejan relegado a la Iglesia porque no reconocen pertenecerle a los gobernantes.


En España tenemos excesiva propensión a criticar, de manera particular en el orden público. Hoy más que nunca se tiende a poner en evidencia la aptitud de los gobernantes. Cierto que son elegidos; pero también es cierto que han sido estos los elegidos porque no había otros.

Se hace necesario, pues, una buena leva de políticos, nuevas generaciones, con la suficiente categoría humana y una formación política y social sobresaliente para responder con talante a tanta y crecida mediocridad actual.

Nuevas generaciones políticas

Juan Antonio Narváez Sánchez, Madrid
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sábado, 16 de marzo de 2024, 10:55 h (CET)

En alguna ocasión ha surgido el comentario sobre la idea de un partido político demócrata cristiano. Este tema quedó obsoleto y desechado hace ya mucho tiempo, e incluso la Iglesia prácticamente lo desaconsejó, por experiencias negativas habidas o por temor a que pudiera haberlas. Y, fundamentalmente, porque considera que es el hombre, a título personal y debidamente formado, quien tiene que actuar y promover social y políticamente los foros que estime adecuados para desarrollar dicha actividad. La Doctrina Social de la Iglesia ya contiene un amplio y experimentado bagaje de ideas y orientaciones a tener presentes y poner en marcha. La misión de la Iglesia es sobrenatural y atiende preponderadamente lo espiritual.


La decadencia de un cristianismo activo se está dejando sentir en tantos ámbitos: educación, sanidad, cultura, sociedad, labor asistencial, etc. fundamentalmente por la presión e intervención pública coercitiva que se está imponiendo de manera voraz para coartar la iniciativa privada. Únicamente prevalece la labor asistencial porque los políticos no quieren entender, o no le es rentable entender, de caridades públicas. Si hay personas que pasan hambre y necesidad, porque las hay, ese es el campo específico de actuación que dejan relegado a la Iglesia porque no reconocen pertenecerle a los gobernantes.


En España tenemos excesiva propensión a criticar, de manera particular en el orden público. Hoy más que nunca se tiende a poner en evidencia la aptitud de los gobernantes. Cierto que son elegidos; pero también es cierto que han sido estos los elegidos porque no había otros.

Se hace necesario, pues, una buena leva de políticos, nuevas generaciones, con la suficiente categoría humana y una formación política y social sobresaliente para responder con talante a tanta y crecida mediocridad actual.

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