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Me duele España que se deshace en pedazos bajo demasiadas banderas

Me duele España

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Me duele España, como le dolía a Unamuno, a Ortega o a Quevedo, con dolor sordo y lacerante que me desazona y entristece.

Me duele España en manos de políticos mentecatos incapaces de formar un gobierno, políticos de salón que piensan más en sus escaños y prebendas que en las necesidades de los españoles que les pagamos el sueldo.

Me duele España que se deshace en pedazos bajo demasiadas banderas engañosas mientras se menosprecia en tantos lugares la bandera española, roja y gualda, sin que el gobierno reaccione.

Me duele España que en lugar de enorgullecerse de sus variadas formas de hablar, escribir o divertirse se enfrenta cada día con los que quieren eliminar el castellano, el que todos entienden, de la enseñanza, los medios de comunicación y hasta de los rótulos comerciales.

Me duele España en la que matar un toro en el ruedo es un asesinato mientras que matar a los niños por nacer es aceptado como normal y el aborto se convierte en un derecho.

Me duele España en la que la familia, cada vez más frágil, está dejando de educar a sus hijos poniéndolos en manos del estado que los manipula, desde la guardería, inculcándoles hasta que pueden elegir ser hombre o mujer, bisexual o transexual y no sé cuantas cosas más.

Me duele España que hace todo lo posible por arrinconar a Dios de la vida pública y eliminar los valores y símbolos cristianos, pero introduce el relativismo, el laicismo y la ideología de género siguiendo las consignas de la ONU y la Unión Europea, que reinterpretan los derechos humanos de acuerdo con los grupos de presión abortistas, animalistas, ecologistas o LGBT.

Me duele España que envejece de forma inexorable, sin que ellos parezca preocupar lo más mínimo a los partidos que piden nuestro voto para hacer con él lo que les venga en gana.

Me duele España que, a vueltas con la memoria histórica, anda removiendo tumbas y resucitando viejos demonios que creímos enterrados para siempre.

Me duele España incapaz de crear trabajo y riqueza para todos, incapaz de formar a los jóvenes en conocimientos y habilidades útiles para que no necesiten clamar por subvenciones ni auxilios oficiales.

Me duele España que impide o recorta la libertad de los emprendedores con leyes y reglamentaciones que parecen dictadas para desaminar a cualquiera.

Me duele España en la que sobre la ruina de los pueblos crece el populismo con sus ofertas imposibles, con sus consignas de odio a los ricos, a los bancos o a quienes señalen como pijos a los que acosar y agredir, por llevar corbata o ropa de marca...

Me duele España en la que minorías revoltosas que jamás trabajaron para ganarse el pan estén manejando los barrios, los ayuntamientos y hasta el Congreso de los Diputados

Me duele España que legisla sobre el bien y el mal y hasta sobre el sexo de los españoles como nuevo derecho de opción.

Me duele España y, al parecer, tan solo puedo quejarme mientras me dejen, hasta que no me lo prohíban o decidan aplicarme la “muerte digna” cuando llegue al hospital, para solucionar el problema de las pensiones.

Me duele España

Me duele España que se deshace en pedazos bajo demasiadas banderas
Francisco Rodríguez
martes, 19 de julio de 2016, 00:46 h (CET)
Me duele España, como le dolía a Unamuno, a Ortega o a Quevedo, con dolor sordo y lacerante que me desazona y entristece.

Me duele España en manos de políticos mentecatos incapaces de formar un gobierno, políticos de salón que piensan más en sus escaños y prebendas que en las necesidades de los españoles que les pagamos el sueldo.

Me duele España que se deshace en pedazos bajo demasiadas banderas engañosas mientras se menosprecia en tantos lugares la bandera española, roja y gualda, sin que el gobierno reaccione.

Me duele España que en lugar de enorgullecerse de sus variadas formas de hablar, escribir o divertirse se enfrenta cada día con los que quieren eliminar el castellano, el que todos entienden, de la enseñanza, los medios de comunicación y hasta de los rótulos comerciales.

Me duele España en la que matar un toro en el ruedo es un asesinato mientras que matar a los niños por nacer es aceptado como normal y el aborto se convierte en un derecho.

Me duele España en la que la familia, cada vez más frágil, está dejando de educar a sus hijos poniéndolos en manos del estado que los manipula, desde la guardería, inculcándoles hasta que pueden elegir ser hombre o mujer, bisexual o transexual y no sé cuantas cosas más.

Me duele España que hace todo lo posible por arrinconar a Dios de la vida pública y eliminar los valores y símbolos cristianos, pero introduce el relativismo, el laicismo y la ideología de género siguiendo las consignas de la ONU y la Unión Europea, que reinterpretan los derechos humanos de acuerdo con los grupos de presión abortistas, animalistas, ecologistas o LGBT.

Me duele España que envejece de forma inexorable, sin que ellos parezca preocupar lo más mínimo a los partidos que piden nuestro voto para hacer con él lo que les venga en gana.

Me duele España que, a vueltas con la memoria histórica, anda removiendo tumbas y resucitando viejos demonios que creímos enterrados para siempre.

Me duele España incapaz de crear trabajo y riqueza para todos, incapaz de formar a los jóvenes en conocimientos y habilidades útiles para que no necesiten clamar por subvenciones ni auxilios oficiales.

Me duele España que impide o recorta la libertad de los emprendedores con leyes y reglamentaciones que parecen dictadas para desaminar a cualquiera.

Me duele España en la que sobre la ruina de los pueblos crece el populismo con sus ofertas imposibles, con sus consignas de odio a los ricos, a los bancos o a quienes señalen como pijos a los que acosar y agredir, por llevar corbata o ropa de marca...

Me duele España en la que minorías revoltosas que jamás trabajaron para ganarse el pan estén manejando los barrios, los ayuntamientos y hasta el Congreso de los Diputados

Me duele España que legisla sobre el bien y el mal y hasta sobre el sexo de los españoles como nuevo derecho de opción.

Me duele España y, al parecer, tan solo puedo quejarme mientras me dejen, hasta que no me lo prohíban o decidan aplicarme la “muerte digna” cuando llegue al hospital, para solucionar el problema de las pensiones.

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