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Ha tenido mucho eco en redes sociales la intervención de una estudiante de Periodismo en un programa de televisión

​La generación de cristal, en el debate de La Sexta

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Ha tenido mucho eco en redes sociales la intervención de una estudiante de Periodismo en un debate de La Sexta Explica este pasado fin de semana. La joven, tras relatar que acababa de licenciarse en Periodismo e iba por su segundo máster, se quejaba de no encontrar el trabajo que quería y de que en esta sociedad "hay rangos de profesiones y parece que unas valen más que otras". Básicamente, lo que vino a exigir es su 'derecho' a trabajar de periodista al haber acabado la carrera y completarla incluso con posgrado.


Debate sexta


Pocas veces la generación de cristal - definida como la nacida a partir del 2000, frágil, necesitada de protección constante y con expectativas poco realistas sobre los estudios, el trabajo y la vida- se había visto tan bien representada en la tele. Si sumamos la reacción del presentador de debate y de las decenas de participantes y asistentes, nos queda un triste cuadro de la sociedad de hoy, al menos de una parte de ella. No es fácil saber cuán representativo de la sociedad era ese plató de La Sexta.


El presentador reforzó la tesis de la estudiante al afirmar sin rubor que "una estudiante de periodismo debería tener las mismas garantías de encontrar un trabajo digno que otras profesiones y las mismas condiciones", recibiendo el aplauso de decenas de personas, excepto de una, el 'liberal' del debate, -uno entre cien- al que le cayó una reprobación general plagada de abucheos tras decir que si lo que buscaba la estudiante era encontrar trabajo pronto, quizá hubiera sido mejor idea hacer una ingeniería.


La sociedad infantilizada de los derechos


Vivimos la época de los derechos, parece que casi todos tienen derecho a algo o a todo. Se parte de la siguiente base: la sociedad es injusta, las desigualdades crecen por el malvado capitalismo, alguien se queda con más trozos de una tarta que es de todos. y de algún modo se tiene que compensar e igualar todo eso, otorgando deseos, cumpliendo sueños como si de un cuento infantil se tratase. Ni siquiera tienes que tomar decisiones informadas y razonadas o hacer un previo y breve chequeo de expectativas versus realidad. La responsabilidad individual no cuenta; tú haz lo que te pida el cuerpo y ya la sociedad - el Estado- proveerá. La factura la pagarán los ricos, que-casi nunca lo hacen ya que siempre paga todo la clase media y baja vía impuestos. Si luego la decisión tomada sale mal, la culpa no es de uno mismo, es de la sociedad. El infantilismo llevado a la máxima expresión. Papi estado saldrá al rescate. 


¡El hijo del obrero, a la Universidad!


Lo de la generación de cristal es una evolución natural que viene de lejos. En mis tiempos de estudiante de bachillerato - mediados, finales de los 80 - ya gritábamos como gilipollas en las manifas junto al Cojo Manteca lo de "¡¡ el hijo del obrero, a la universidad !!. Ahí empezó la cosa. En aquellos años, las becas que deban a cualquiera suponían casi la totalidad del coste de las carreras. No era un grito a favor de las clases desfavorecidas, era un deseo personal de estatus, una forma de exigir que todos tenemos derecho a ir a la Universidad. O haces una carrera, o eres tonto y te pasas a la FP, la formación profesional reglada y abandonada de la época, donde acababan los que no "valían para estudiar", como decíamos en aquellos tiempos. 


Aquello derivó como es sabido en un desastre mayúsculo: buena parte de la 'generación mejor formada de la historia' acabó en el paro, o de camarero o trabajando de alguna manera en profesiones que no eran las que se habían estudiado. Son cosas que pasan cuando la demanda de formación universitaria no se relaciona con la oferta de puestos de trabajo. Si esto está además organizado y promovido por el Estado y los gobiernos de turno, será imposible echarlo para atrás hasta que la gente no empiece a aparecer en el fondo de los precipicios.


No tienes derecho a ser periodista


Sería clamar en el desierto contarle a la estudiante y al auditorio de aquel debate televisivo algo tan básico como que ella no tiene derecho a ser periodista, que la oferta y demanda de profesiones depende de las necesidades y deseos de los consumidores, de la gente, que decidirá cuántos y cuáles medios de comunicación y periodistas será sostenible tener. Contratar más periodistas de los que la sociedad reclama, o crear artificialmente un medio público que nadie demanda, supondría subvencionar -pagar por parte de todos- como tantas y tantas cosas- los sueños y deseos de la gente, tantas veces alejados de la realidad.


Los 'cayetanos' y la meritocracia


El tema de la meritocracia se suele colar en este tipo de discusiones. Es obvio que solo con mérito y currículum no se consigue siempre lo que uno quiere. También creo que sin ningún mérito, no se suelen conseguir las cosas que uno proyecta. El contexto aquí , como casi siempre, cuenta. No es lo mismo optar a un empleo público que a uno privado. Tampoco tiene la culpa un 'cayetano' de tener más y mejores contactos que otro. Un empresario tiene el derecho - al jugarse su dinero y su proyecto- de contratar a quien se le salga de las narices, basándose en lo que le parezca oportuno, ya sea el networking, el aspecto, la familiaridad o el amiguismo. Creo que las empresas que no miran nada el mérito y las capacidades se acaban yendo a la mierda antes o después, en todo caso es su problema. También ellas deben tomar decisiones responsables. Igual que la estudiante del debate.

​La generación de cristal, en el debate de La Sexta

Ha tenido mucho eco en redes sociales la intervención de una estudiante de Periodismo en un programa de televisión
Ángel José González Herrero
viernes, 26 de enero de 2024, 09:25 h (CET)

Ha tenido mucho eco en redes sociales la intervención de una estudiante de Periodismo en un debate de La Sexta Explica este pasado fin de semana. La joven, tras relatar que acababa de licenciarse en Periodismo e iba por su segundo máster, se quejaba de no encontrar el trabajo que quería y de que en esta sociedad "hay rangos de profesiones y parece que unas valen más que otras". Básicamente, lo que vino a exigir es su 'derecho' a trabajar de periodista al haber acabado la carrera y completarla incluso con posgrado.


Debate sexta


Pocas veces la generación de cristal - definida como la nacida a partir del 2000, frágil, necesitada de protección constante y con expectativas poco realistas sobre los estudios, el trabajo y la vida- se había visto tan bien representada en la tele. Si sumamos la reacción del presentador de debate y de las decenas de participantes y asistentes, nos queda un triste cuadro de la sociedad de hoy, al menos de una parte de ella. No es fácil saber cuán representativo de la sociedad era ese plató de La Sexta.


El presentador reforzó la tesis de la estudiante al afirmar sin rubor que "una estudiante de periodismo debería tener las mismas garantías de encontrar un trabajo digno que otras profesiones y las mismas condiciones", recibiendo el aplauso de decenas de personas, excepto de una, el 'liberal' del debate, -uno entre cien- al que le cayó una reprobación general plagada de abucheos tras decir que si lo que buscaba la estudiante era encontrar trabajo pronto, quizá hubiera sido mejor idea hacer una ingeniería.


La sociedad infantilizada de los derechos


Vivimos la época de los derechos, parece que casi todos tienen derecho a algo o a todo. Se parte de la siguiente base: la sociedad es injusta, las desigualdades crecen por el malvado capitalismo, alguien se queda con más trozos de una tarta que es de todos. y de algún modo se tiene que compensar e igualar todo eso, otorgando deseos, cumpliendo sueños como si de un cuento infantil se tratase. Ni siquiera tienes que tomar decisiones informadas y razonadas o hacer un previo y breve chequeo de expectativas versus realidad. La responsabilidad individual no cuenta; tú haz lo que te pida el cuerpo y ya la sociedad - el Estado- proveerá. La factura la pagarán los ricos, que-casi nunca lo hacen ya que siempre paga todo la clase media y baja vía impuestos. Si luego la decisión tomada sale mal, la culpa no es de uno mismo, es de la sociedad. El infantilismo llevado a la máxima expresión. Papi estado saldrá al rescate. 


¡El hijo del obrero, a la Universidad!


Lo de la generación de cristal es una evolución natural que viene de lejos. En mis tiempos de estudiante de bachillerato - mediados, finales de los 80 - ya gritábamos como gilipollas en las manifas junto al Cojo Manteca lo de "¡¡ el hijo del obrero, a la universidad !!. Ahí empezó la cosa. En aquellos años, las becas que deban a cualquiera suponían casi la totalidad del coste de las carreras. No era un grito a favor de las clases desfavorecidas, era un deseo personal de estatus, una forma de exigir que todos tenemos derecho a ir a la Universidad. O haces una carrera, o eres tonto y te pasas a la FP, la formación profesional reglada y abandonada de la época, donde acababan los que no "valían para estudiar", como decíamos en aquellos tiempos. 


Aquello derivó como es sabido en un desastre mayúsculo: buena parte de la 'generación mejor formada de la historia' acabó en el paro, o de camarero o trabajando de alguna manera en profesiones que no eran las que se habían estudiado. Son cosas que pasan cuando la demanda de formación universitaria no se relaciona con la oferta de puestos de trabajo. Si esto está además organizado y promovido por el Estado y los gobiernos de turno, será imposible echarlo para atrás hasta que la gente no empiece a aparecer en el fondo de los precipicios.


No tienes derecho a ser periodista


Sería clamar en el desierto contarle a la estudiante y al auditorio de aquel debate televisivo algo tan básico como que ella no tiene derecho a ser periodista, que la oferta y demanda de profesiones depende de las necesidades y deseos de los consumidores, de la gente, que decidirá cuántos y cuáles medios de comunicación y periodistas será sostenible tener. Contratar más periodistas de los que la sociedad reclama, o crear artificialmente un medio público que nadie demanda, supondría subvencionar -pagar por parte de todos- como tantas y tantas cosas- los sueños y deseos de la gente, tantas veces alejados de la realidad.


Los 'cayetanos' y la meritocracia


El tema de la meritocracia se suele colar en este tipo de discusiones. Es obvio que solo con mérito y currículum no se consigue siempre lo que uno quiere. También creo que sin ningún mérito, no se suelen conseguir las cosas que uno proyecta. El contexto aquí , como casi siempre, cuenta. No es lo mismo optar a un empleo público que a uno privado. Tampoco tiene la culpa un 'cayetano' de tener más y mejores contactos que otro. Un empresario tiene el derecho - al jugarse su dinero y su proyecto- de contratar a quien se le salga de las narices, basándose en lo que le parezca oportuno, ya sea el networking, el aspecto, la familiaridad o el amiguismo. Creo que las empresas que no miran nada el mérito y las capacidades se acaban yendo a la mierda antes o después, en todo caso es su problema. También ellas deben tomar decisiones responsables. Igual que la estudiante del debate.

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