Cuando una persona, como es el caso de Pablo Iglesias el carismático líder de Podemos, muestra su facultad fregoliana de cambiar, con la facilidad de la veleta, su imagen política cuando, tan pronto se nos presenta como un comunista bolivariano dispuesto a aplicar las doctrinas estalinianas en su expresión más extremista o, cuando le conviene, para no asustar demasiado a sus posibles electores, se declara, sin el menor atisbo de ruborizarse ni que se le escape la sonrisa sardónica de su boca, como un convencido socialdemócrata y que, por ello, no tendría ningún empacho en juntarse con los socialistas del PSOE, después de las próximas legislativas, en las que tiene la seguridad que va a conseguir un espectacular resultado, gracias a la sinergia que le va a proporcionar el haberse unido, para acudir a las elecciones del 26J, con el señor Garzón de IU(un infeliz que no se ha percatado de que, con esta alianza, no ha hecho otra cosa que firmar el finiquito de los comunistas de IU; ahora que, precisamente, en esta ocasión, habían conseguido mejorar su imagen ante los descontentos de otros partidos de la izquierda, como el propio PSOE, una situación que, con toda probabilidad, les hubiera permitido mejorar su propio ranking electoral). Es evidente que, el podemita, no anda demasiado equivocado, si es que debemos fiarnos de las últimas encuestas que lo sitúan por delante del PSOE del señor Sánchez.
Lo cierto es que no se les puede negar a estos comunistas bolivarianos, protegidos del dictador Maduro, saber moverse con diligencia por entre el espacio político lo que, como es fácil colegir, los hace especialmente peligrosos para sus adversarios de otros partidos y, yo diría que, muy especialmente, para los socialistas que, en esta ocasión se encuentran atrapados en la mordaza de los centro izquierdistas, representados por Ciudadanos, y lo comunistas leninistas del equipo de Podemos. Y debemos reconocer que, la estrategia que están empleando sus socios de Barcelona, encabezados por la activista señora Colau, con toda seguridad con la complicidad de las huestes de la CUP, que cada vez se están mostrando más agresivos, más incontrolables, más incisivos y peligrosos en sus famosas batallas callejeras y con la particularidad de que han dado un paso más en su actividad coercitiva, pasando directamente a la agresión brutal, como ha sucedido con las dos jóvenes que se ocupaban de una caseta en la que se pedían pantallas gigantes para poder contemplar los partidos de la copa de Europa desde la calle. Claro que, en este caso la tentación era demasiado grande cuando se trataba de actuar contra catalanes españoles que, para más INRI, a la vista de semejantes energúmenos, tenían banderas españolas en la caseta y hacían propaganda de la selección española en la que, curiosamente, gracias al señor Del Bosque, juegan 5 jugadores del club culé, uno de los más representativos del separatismo catalán.
Sin embargo, lo que está sucediendo de un tiempo a esta parte, y no solamente en Cataluña si no en otras ciudades, es la evidencia de que estos partidos comunistas y separatistas han dado un paso al frente en cuanto a convertir las calles, con sus manifestaciones, algaradas, agresiones, destrozos y ocupaciones de inmuebles en lugares, en los que minorías intentan imponer sus criterios a las mayorías de votantes. El hecho de que grupos, más o menos numerosos, intenten que el Ayuntamiento o el gobierno catalán cambien las normas de convivencia, alteren los derechos individuales de los ciudadanos, imponga por el acoso, la amenaza, el chantaje o la fuerza sus tesis comunistas y pretendan, como intenta la propia Colau, interferir en el derecho de propiedad de los ciudadanos particulares y de las empresas actuando, sin estar legalizada para hacerlo, en contra del derecho de propiedad reconocido por la Constitución, sin atenerse a los requisitos precisos para intentar llevar a cabo, como es el caso, la limitación o la privación del derecho de propiedad sobre inmuebles, actuando intencionadamente en contra del ordenamiento jurídico vigente.
Lo mismo se puede decir de los intentos de crear bancos públicos, algo que ya se estuvo estudiando en Barcelona y que lo tienen reservado para cuando, como ya han anunciado, se produzca el anunciado intento de emancipación de la autoridad del Estado Español. En Valencia, el señor Chimo Puig ya ha anunciado su intención de crear un banco público propio para la Comunidad valenciana. Independientemente de que no está en sus competencias el hacerlo, existe el precedente de las cajas de ahorros, regidas, como es sabido de todos los españoles, por políticos de diversos partidos que, como se sabe, fueron el mayor ejemplo de corruptos y gestores deficientes, que condujeron a este tipo de entidades al mayor fracaso económico conocido; de modo que, el déficit y las pérdidas registradas por la mala administración de dichas entidades, a punto estuvo de dar al traste con todo el sistema bancario español. No tenemos ningún motivo, los españoles escarmentados por lo ocurrido durante la crisis, en pensar que, si los políticos se hacen cargo, como parece que ocurrirá, de este banco público, que vendría a ser un remedo de las cajas quebradas, los resultados de su intervención no acaben siendo tan catastróficos, para los ciudadanos, como lo fueron los de sus predecesores, algunos de ellos a la sombra, en el caso ejemplar de las cajas quebradas.
Lo mismo, idénticos modos y los mismos resultados, fruto de la inoperancia de las autoridades, como viene sucediendo sin solución de continuidad en los alborotos del barrio de Gracia en Barcelona, que no parecen terminar y, sin embargo, no se aprecia una actuación contundente de las fuerzas del orden retenidas por las autoridades municipales, por miedo a irritar a las fuerzas del CUP de las que depende la aprobación de los presupuestos de la propia Ciudad Condal. Por otra parte se observa, en lo que respeta a los alborotos universitarios y, lo que aún resulta más incomprensible, que en la Universidad de Lleida se produzca el hecho insólito, al menos desde el punto de vista de la libertad de cada persona de pensar lo que le parezca sin ser discriminada por dicho motivo; de que una profesora, la señor Inma Manso, es acosada, insultada a gritos de “fascista” y “asesina” junto a otras “lindezas” semejantes, acompañadas de pintadas ofensivas; lo que ha dado lugar a que esta señora deba ir acompañada por la fuerza pública para acudir a sus clases de la universidad. La consecuencia, una nueva ocupación de la universidad pidiendo que se expulse a esta docente, simplemente porque a estos intolerantes, totalitarios y comunistas estalinistas, no les da la gana respetar la libertad de cátedra y los derechos constitucionales de la señora Manso, para poder pensar, opinar y exponer, con entera libertad y sin ser coaccionada, las ideas que considere conveniente expresar.
Las autoridades, las fuerzas del orden ( retenidas por sus superiores políticos) los partidos de izquierdas encantados de que Barcelona se haya convertido en el foco de los “sin ley”, la prensa ( enteramente volcada en la causa independentista) y una parte importante de la ciudadanía, no se puede ocultar esta particularidad, que se siente identificada con todos estos vándalos, que les ríen las gracias y, por si fuera poco, los apoyan y critican a las fuerzas del orden en las contadas y poco contundentes ocasiones en las que les ordenan cargar, eso sí, con mucho cuidado de no herir a ninguno de los sinvergüenzas que se mofan de ellos, les escupen, les tiran una mezcla de orina y lejía y les atacan con las puntas aguzadas de los palos de las pancartas, que les sirven, a la vez, de arma para enfrentarse a la policía. Todo ello es evidente que forma parte de un plan, perfectamente organizado para crear un preambiente revolucionario que sirva de reclamo a todos aquellos anarquistas, antisistema, progresistas, separatistas y demás parias de la sociedad, para unirse a los agitadores en la campaña que tienen organizada contra la derecha y las personas de otros partidos, que no comparten estas formas de ejercer la presión para conseguir los resultados que pretenden y de intentar dirigir la política estatal por métodos distintos a los establecidos por la democracia.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos observando que cada día que pasa y con más impunidad, se están saltando las leyes, se atenta contra las libertades e intereses de los ciudadanos; se avanza en la inseguridad ciudadana; se infringen, incluso por las instituciones y organismo encargados de hacer respetar la Constitución y las normas estatales, los mandatos que se comprometieron a obedecer y respetar y, todo ello, sin que desde el Gobierno, las autoridades comunitarias, las fuerzas del orden, los jueces y el propio TC, se tomen las medidas precisas para restablecer el orden, asegurar la tranquilidad en las calles de las ciudades, se proteja a quienes son atacados por sus ideas políticas o creencias y se meta a buen recaudo a todos estos pistoleros y terroristas callejeros que destrozan por donde aparecen y asustan a quienes, en uso de su derecho a la paz y la indemnidad y sosiego, se encuentran sin quererlo en medio de tales alborotos. El país, señores, corre un riesgo grave de caer en manos de quienes no tienen otro objetivo que llevarnos al terreno de aquellos países en los que la garra del Frente Popular ha conseguido establecer la tiranía comunista.
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