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"El muerto se creía que todo el monte era orégano".
"El muerto era un inconsciente".
"El muerto estaba mirando pajaritos".
"El muerto estaba avisado".
"Que se hubiese quedado en casa el muerto".
"Esta muerte es caviar para los sibaritas".
Y el no va más:
"El muerto era gilipollas".
Van de lo interesado a lo rastrero y siempre con desprecio hacia la víctima. Son comentarios de cazadores en una publicación de Jara y Sedal refiriéndose al hombre (hoy sin vida) que, cuando ayer domingo limpiaba una acequia junto a su casa en Arbúcies, recibió el disparo de uno de ellos.
Así que para los escopeteros las conclusiones de esta tragedia sin vuelta atrás vienen a ser las siguientes: que la culpa es de quien dando una vuelta se comió una ración mortal de plomo, poco menos que se lo buscó, dicen, y que les preocupa que esto manche su imagen. Como si la tuviesen limpia. Como si la sociedad no estuviese más que asqueada de esta banda armada que sale a los montes a pegar tiros a animales por pasatiempo y, en el colmo de la desfachatez, cuando según ellos apuntando a un conejo, a un jabalí o quién sabe si a su diplopía etílica se llevan a un humano por delante, alegan que el monte tiene dueño: ellos, por supuesto.
El libro de víctimas humanas a manos de la caza no tiene final. La de ayer en Arbúcies sólo ha sido una página más. Antes de que se seque su tinta se escribirá la siguiente con sangre fresca. Y a los cazadores, del mismo modo que el muerto anterior e igual que este, el próximo cadáver tampoco les preocupará por haberle arrebatado la vida a una persona, únicamente les inquietará si eso va a hacer peligrar su cruenta y letal diversión.
En una cultura ética repleta de principios atávicos no superados pareciera que la reprobación moral de la familia no venciese la idea de otredad al entender la primera como un espacio colonizado y externo a cualquier realidad por escatológica que resultase. El tacticismo político usa de forma sombría este tipo de herencias sociales para definir las fronteras entre lo posible y no posible.
El sistema dominante o establishment estadounidense utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y conformar una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas.
Nosotros, hombres sencillos, de difícil discurso, sólo tenemos claro varios términos muy simples: TIMO, ENGAÑO, MENTIRA, REALIDAD y VERDAD. Académicamente hay conceptos que se definen de tal forma que parecen lo que no son o son lo que no parecen... SÓLO UNA BUENA EDUCACIÓN ACLARA CADA SIGNIFICADO.
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