Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Libertad de expresión | Ideología | Objetividad | Reflexiones
Ya no se habla con naturalidad. Hay una línea trazada y te pueden colocar a un lado u otro de la misma; su ubicación se va haciendo más inquietante cada día

Trincheras

|

Se atribuye a Catón el Viejo aquella sentencia de “no pierdas el tiempo en discutir con los estúpidos y los charlatanes: la palabra la tienen todos, el buen juicio solo unos pocos”. Por lo que se ve, ya en el siglo II antes de Cristo se cocían habas. Igual la frase nos viene bien en estos días de tertulianos, redes sociales y regodeo en la ignorancia.  


Más que nunca, todos tenemos la palabra, o el teclado del celular para expresarla, pero lo que ya abunda menos es el raciocinio, o al menos lo que hemos dado en denominar sentido común, caracterizado por la sabiduría popular como el menos común de los sentidos. El citado político y escritor romano lo supo ya hace mucho, pero no podía ni imaginar lo que sería el futuro que habitamos, en el que los hechos, o los datos, apenas importan, pues la ideología y el sentimiento elaboran relatos no rebatibles por los detalles objetivos. Es por eso que detenerse para reflexionar con una pizca de sensatez se ha vuelto acción extraña y sospechosa; se prefiere repetir, o amplificar, el mensaje, o buena nueva, que viene de arriba, como una revelación en la que redes sociales y medios de comunicación son el vehículo, antes que elucubrar para encontrar explicaciones, tarea esta que  igual es causa de cefalea o de cosas peores para nuestra vida civil en tiempos de trincheras sectarias, que hacen de lo dialógico una pura simulación de cara a la galería.


Escribió Antonio Escohotado que “tanto como animales reflexivos somos animales de costumbres hechos a vivir respetando ceremonias heredadas y sumisos a las rutinas de cada marco cultural como una hormiga a las del hormiguero”. Tal vez sea la explicación de lo que aquí tratamos, entendiendo que concurriría siempre, en toda sociedad, una porción mayoritaria de gentes partidarias de la obediencia en sentido amplio.  


No resulta sencillo precisar desde cuándo cayó en desgracia la sana costumbre de pontificar, o dudar, sobre lo divino y lo humano, que ha sido consustancial al pensamiento racional y punto de partida de cualquier progreso. Se podría afirmar incluso que ya no se habla, y mucho menos se escribe, con naturalidad. Hay una línea trazada y te pueden colocar a un lado u otro de la misma; su ubicación se va haciendo más inquietante cada día.  


En la Baja Edad Media, la Inquisición tenía también una raya, como la tuvo la Revolución Francesa (con la guillotina al fondo) y todos los sistemas totalitarios más recientes, que podemos compendiar en el comunismo y el nazismo. Ahora, y de momento, el surco es más sutil; aún no hay guillotina, pero sí muerte civil, desprestigio y/o expulsión de la plaza pública. Esa línea se va marcando con intensidad progresiva y peligrosidad creciente. ¿Objetivo? Que nadie quiera cruzarla. Solo los héroes osaron hacerlo en todos los tiempos. Pero, en el presente prosaico, y más que nunca, de la heroicidad ni se come ni se vive. Mejor aplaudir, como bien saben los aspirantes a candidato y demás colaboradores orgánicos.

Trincheras

Ya no se habla con naturalidad. Hay una línea trazada y te pueden colocar a un lado u otro de la misma; su ubicación se va haciendo más inquietante cada día
Juan Antonio Freije Gayo
viernes, 16 de junio de 2023, 10:50 h (CET)

Se atribuye a Catón el Viejo aquella sentencia de “no pierdas el tiempo en discutir con los estúpidos y los charlatanes: la palabra la tienen todos, el buen juicio solo unos pocos”. Por lo que se ve, ya en el siglo II antes de Cristo se cocían habas. Igual la frase nos viene bien en estos días de tertulianos, redes sociales y regodeo en la ignorancia.  


Más que nunca, todos tenemos la palabra, o el teclado del celular para expresarla, pero lo que ya abunda menos es el raciocinio, o al menos lo que hemos dado en denominar sentido común, caracterizado por la sabiduría popular como el menos común de los sentidos. El citado político y escritor romano lo supo ya hace mucho, pero no podía ni imaginar lo que sería el futuro que habitamos, en el que los hechos, o los datos, apenas importan, pues la ideología y el sentimiento elaboran relatos no rebatibles por los detalles objetivos. Es por eso que detenerse para reflexionar con una pizca de sensatez se ha vuelto acción extraña y sospechosa; se prefiere repetir, o amplificar, el mensaje, o buena nueva, que viene de arriba, como una revelación en la que redes sociales y medios de comunicación son el vehículo, antes que elucubrar para encontrar explicaciones, tarea esta que  igual es causa de cefalea o de cosas peores para nuestra vida civil en tiempos de trincheras sectarias, que hacen de lo dialógico una pura simulación de cara a la galería.


Escribió Antonio Escohotado que “tanto como animales reflexivos somos animales de costumbres hechos a vivir respetando ceremonias heredadas y sumisos a las rutinas de cada marco cultural como una hormiga a las del hormiguero”. Tal vez sea la explicación de lo que aquí tratamos, entendiendo que concurriría siempre, en toda sociedad, una porción mayoritaria de gentes partidarias de la obediencia en sentido amplio.  


No resulta sencillo precisar desde cuándo cayó en desgracia la sana costumbre de pontificar, o dudar, sobre lo divino y lo humano, que ha sido consustancial al pensamiento racional y punto de partida de cualquier progreso. Se podría afirmar incluso que ya no se habla, y mucho menos se escribe, con naturalidad. Hay una línea trazada y te pueden colocar a un lado u otro de la misma; su ubicación se va haciendo más inquietante cada día.  


En la Baja Edad Media, la Inquisición tenía también una raya, como la tuvo la Revolución Francesa (con la guillotina al fondo) y todos los sistemas totalitarios más recientes, que podemos compendiar en el comunismo y el nazismo. Ahora, y de momento, el surco es más sutil; aún no hay guillotina, pero sí muerte civil, desprestigio y/o expulsión de la plaza pública. Esa línea se va marcando con intensidad progresiva y peligrosidad creciente. ¿Objetivo? Que nadie quiera cruzarla. Solo los héroes osaron hacerlo en todos los tiempos. Pero, en el presente prosaico, y más que nunca, de la heroicidad ni se come ni se vive. Mejor aplaudir, como bien saben los aspirantes a candidato y demás colaboradores orgánicos.

Noticias relacionadas

Tal y como Vd, me ha pedido, Sr Sánchez, me he tomado un poco de tiempo para leer (no solo una vez), el contenido de la carta pública que nos ha enviado a todos los españoles el pasado miércoles. Le confieso que más que su contenido, nada atractivo desde el punto de vista literario y de escaso valor político, me interesaba conocer las razones de su insólita decisión de trasladar a los españoles sus dudas existenciales sobre su futuro personal y político.

Con motivo de los feroces ajustes en la economía argentina, una conocida me confesó la otra tarde, muy triste, que no podría viajar a Europa quizá nunca más. Enseguida pensé que personas como ella sólo sufren las consecuencias de su ideología (o de la adoptada por algún sofisma en las campañas electorales de la época), cuando ven tocado su bolsillo.

La campaña de descrédito contra la buena imagen y el honor del presidente del gobierno se ha desatado, de una forma virulenta, estos últimos días y semanas. Parece que se quiere lograr mediante descalificaciones el acoso y derribo de Pedro Sánchez. Según distintos medios de comunicación el inicio de una investigación judicial contra la esposa de Sánchez es un disparate, ya que no existen indicios suficientes para la misma.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto