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Entrevista a Ricardo Menéndez Salmón, escritor

"Mi literatura es comprometida y su sustrato es la reflexión"

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Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) es licenciado en Filosofía por la Universidad de Oviedo. Escribe en los diarios ABC y La Nueva España, y en las revistas El Mercurio y Tiempo. Autor de un singular libro de viajes, ’Asturias para Vera’ (2010), ha publicado los libros de relatos ‘Los caballos azules’ (2005) y ‘Gritar’ (2007 y 2012), y las novelas ‘La filosofía en invierno’ (1999 y 2007), ‘Panóptico’ (2001), ‘Los arrebatados’ (2003), ‘La noche feroz’ (2006), la denominada ‘Trilogía del mal’ —que incluye ‘La ofensa’ (2007), ‘Derrumbe’ (2008) y ‘El corrector’ (2009)—, ‘La luz es más antigua que el amor’ (2010), ‘Medusa‘ (2012) y ‘Niños en el tiempo ‘(2014). Su obra ha sido traducida al alemán, al catalán, al francés, al holandés, al italiano, al portugués y al turco. Writer in residence en la Bogliasco Foundation, ha merecido el Premio a la Excelencia Artística del Gobierno de Baviera en la Internationales Künstlerhaus Villa Concordia de Bamberg. Menéndez Salmón ha visto reconocida su escritura con numerosos premios. Son estos: Premio de la Crítica de Asturias (2003) y Premio Juan Rulfo de Relato por ‘Los caballos azules’; Premio Internacional de Relatos Cortos «José Nogales» (2005) por ‘Gritar’; Premio Casino de Mieres de Novela (2006) por ‘La noche feroz’; Premio Librería Sintagma XXI (2007) y Premio Qwerty de Barcelona Televisión por ‘La ofensa’; Premio de la Crítica de Asturias (2008) por ‘Derrumbe’; Premio de la Crítica de la Feria del Libro de Bilbao (2009) por ‘El corrector’; Premio Cálamo «Otra mirada» (2010) por ‘La luz es más antigua que el amor’; Premio Llanes de Viajes por Asturias (2010) para ‘Vera’; Premio a la Excelencia Artística del Gobierno de Baviera (2014); Premio Las Américas (2015) por ‘Niños en el tiempo’; y Premio Biblioteca Breve (2016) por ‘El Sistema’, su última novela.

El miércoles 8 de marzo, Ricardo Menéndez Salmón pasó por Valencia para presentar su nueva novela, ‘El Sistema’, editada por Seix Barral, con la que se ha alzado con el Premio Biblioteca Breve 2016. Escrita en Alemania, donde gracias a una beca ha permanecido escribiendo durante un año, ‘El Sistema’ destila una sensación de opresión y vacío, quizá atribuible a esta ausencia de su tierra asturiana. El argumento nos habla de que, en una época futura, nuestro planeta se ha convertido en un archipiélago en el que conviven dos fuerzas: los Propios, súbditos de las islas, y los Ajenos, desterrados tras disputas ideológicas y económicas. Dentro del Sistema existe una isla llamada Realidad, donde el Narrador vigila la probable aparición de los enemigos del orden. Pero a medida que éste se agrieta y el centinela pierde sus certezas, el Narrador se convierte en un hombre peligroso, en un pensador incómodo. La novela, que algunos califican de distopía, combina lo íntimo con lo político, la alegoría con la investigación metafísica, en la búsqueda de un relato que permita interpretar la complejidad del mundo e incluso la exploración de un futuro posthumano.

Ricardo, en primer lugar, enhorabuena por el premio.
Gracias.

¿Qué significa para ti ganar un Premio como el Biblioteca Breve: mayor visibilidad, comprar tiempo para escribir…?
Creo que ambas cosas, decir lo contrario sería mentir. La parte económica compra tiempo, como dices, y el hecho de que el Biblioteca Breve sea un premio vinculado a mi editorial abre la posibilidad de que otras personas se interesen por mi obra. Este premio, en su primera etapa dorada, está lleno de autores que fueron decisivos en la literatura hispana. Esperemos que los que en esta segunda época lo ganemos, lleguemos a ser tan importantes como Caballero Bonald, Marsé o Juan Benet entre otros. Lo cierto es que tenía que presentar al concurso una novela de la que pudiera sentirme realmente satisfecho a nivel de escritura, sin ninguna sombra, y ‘El Sistema’ lo es.

Es la primera vez que visitas Valencia para promocionar una novela, así que esta pregunta es obligada: ¿qué significa para ti escribir?
A esta cuestión siempre respondo con unas palabras de Rilke, extraídas de su libro ‘Cartas a un joven poeta’: «Escribir para mí es una necesidad, es el modo de expresión para dar fe de lo que soy y del mundo que me ha tocado vivir». Soy una persona que, si algún día ve que la literatura se ha convertido en un oficio y que ya no siente la necesidad de escribir, contempla la idea de dejarlo. Creo que es mejor callarse que seguir escribiendo. Vivimos un mundo editorial en el que muchos escriben no porque lo necesitan, sino por razones mucho más perversas y en este sentido hacen un flaco favor a lo que ha significado su propia obra.

¿Cuál es la imagen o el momento en que ‘El Sistema’ comienza a bullir en tu mente?
Funciono como deben funcionar los poetas: el primer impulso es una imagen, que se me impone en mi cabeza, que no termina de abandonarme y me hace sentir la necesidad de ponerla negro sobre blanco. En este caso, lo primero que surgió fue la visión de un hombre que espera ante un horizonte, que es el mar. El mar se anuncia como frontera, como paisaje y ese hombre está mirando porque sabe que hay algo que va a llegar. Yo vivo en Gijón y supongo que mi horizonte cotidiano tiene bastante que ver con esto.

El Narrador, con mayúscula, es un tipo que vive y desarrolla su trabajo solo. La soledad juega un papel muy importante en la novela.
En la obra pesa mucho esta idea de inminencia. Desde el principio tuve claro que ‘El Sistema’ era una novela de pocos personajes, colocados en situaciones límite. Incluso podría ocurrir que no sucediera nada, que eso también es un límite. Creo que hay muchas razones por las que la soledad pesa mucho en la historia y se debe a que la voz narrativa está muy singularizada. Nos fiamos de esa voz y ella nos acompañará hasta el desenlace final.

‘El Sistema’ tiene un innegable tono de parábola, ¿por qué?
Creo que la novela está muy ligada al aquí y al ahora y quería establecer una cierta distancia, ya que vivimos una realidad muy veloz, urgente y mutante. Deseaba adelantarme un poco al calendario y mostrar cosas que ya están sucediendo en la actualidad a través del filtro de la parábola, de la fábula, de la alegoría…Y pretendía que no fuera de un modo completamente explícito, sino que admitiera claves interpretativas de otro orden.

En un pasaje de la novela se dice que la literatura simplemente «se tolera», ¿pero El Sistema no puede evitar que el Narrador reflexione a través de su escritura?
Para mí es una posición de principio. Yo estoy comprometido con un tipo de literatura que hace de la reflexión su sustrato, su convicción más íntima. Sé que desde que la Literatura forma parte de un entramado industrial, el mercado editorial, una inmensa parte de lo que se escribe en mi ánimo no merece ese nombre, porque es una banalidad, una intrascendencia. Pero sigo creyendo que existe ese refugio donde hay un puñado de escritores comprometidos que piensan en una literatura que se convierte en un enorme mecanismo de inquisición. En su libro ‘Verano’, Coetzee decía que el escritor es un tipo que redacta expedientes acerca de la naturaleza humana. Es una acepción que me gusta mucho.

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Aunque ‘El Sistema’ es novela de política-ficción, sin embargo, hay indicios que parecen indicar que el país anónimo donde se desarrolla la acción es España.
Sí, obviamente, aunque la novela puede leerse en clave distópica o ucrónica, el punto de partida del que se nutre es el aquí y ahora. Desde luego ‘Realidad’, la isla madre desde la que arranca el libro, es España y a poco que uno conozca Asturias sabrá que Sustancia 16 es mi región.

El Narrador reproduce partidas de ajedrez, no tiene rival con quien enfrentarse y tampoco lo busca, y además es filatélico. Un juego de estrategia y una afición que representa el testimonio de un mundo pasado, ¿por qué has escogido precisamente estos dos entretenimientos?
Son dos pasiones mías. Por un lado está la idea del ajedrez como juego de juegos, que ha mantenido su rigor a lo largo del tiempo, que aún hoy se sigue practicando, a pesar de que compite con juegos de índole muy diferente, que ha afectado a todas las culturas y que conlleva una metáfora de la propia vida. Y por otro lado, el tema de la filatelia me fascina, porque leyendo los sellos uno puede reconstruir la historia en buena medida y me atrae la idea de que un objeto tan frágil, tan fácil de destruir, haya demostrado ser tan poderoso y sobrevivido a cambios muy profundos.

‘El Sistema’ no es novela de improvisaciones, sería difícil construir un texto como este sin un guión previo, bien meditado, ¿Ricardo Menéndez Salmón es el mismo ahora que cuando comenzó a escribirla?
No sé si al acabar la escritura sale otro Ricardo Menéndez Salmón o no, pero desde luego sale otra novela. En el proceso de escritura siempre se pierden cosas, porque las novelas son siempre más perfectas en la cabeza del escritor que cuando pasan por sus manos. El belga Maurice Maetelinck decía que el escritor es como un buzo que se lanza al mar porque sabe que hay un tesoro en el fondo y que, cuando consigue sacarlo a la superficie, observa que es un pálido reflejo de lo que él pretendía que emergiera. Yo aspiro a que en ese tránsito se pierda lo menos posible y a que el resultado final se aproxime mucho a la idea inicial. En este sentido, con ‘El Sistema’ me encuentro bastante satisfecho, porque creo que se parece bastante a lo que imaginé en su momento. Volviendo al principio de tu pregunta, siempre hay un proceso de aprendizaje en la escritura, que tiene mucho que ver con su propio oficio y con las experiencias. Uno sale cambiado de alguna manera de los libros que ha escrito, porque en el camino ha descubierto cosas nuevas.

Deduzco de tus palabras que hay un cierto riesgo de decepción al acabar una novela.
Sí, yo siempre lo he percibido, de hecho me cuesta mucho releer mis libros porque me siento un poco decepcionado, ya que como te decía antes uno no logra trasladar al papel toda la intensidad de la historia que guardaba en su cabeza. Pero creo que ese es el peaje que hay que pagar como escritor y hay que aceptarlo como una parte de la creación literaria.

’El Sistema’, que está dividido en tres partes, varía de voz narradora: hay un narrador en tercera persona, otro en primera, un tercero en segunda y, por último, un narrador omnisciente, ¿a qué se deben esos cambios?
En la novela, si te das cuenta, la escritura es el lugar de toma de conciencia. A través de ella el Narrador descubre que las cosas no son como se las habían contado. Por tanto, la escritura es el lugar de dilucidación, de aclaración, de desvelamiento, de quitar los velos y mostrar la realidad. Aparecen las tres personas del singular, yo, tú y él, porque narran las cosas de modos distintos. La tercera persona es más forense, notarial; la primera aporta un modo subjetivo; y la segunda tiene algo de apelación a alguien que se encuentra fuera del texto. El narrador omnisciente cierra la obra, porque me servía para que ese yo, esa voz individual del comienzo, se convirtiese en un personaje colectivo.

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La novela también toca el tema del miedo y habla de las máscaras, de las que afirma que infunden más temor que el propio miedo.
Pienso que esta es una evidencia que todos hemos tenido. En muchos casos, las máscaras o los filtros están concebidos precisamente para aterrar, conmover, perturbar… Cuando vemos el rostro real de las cosas, tras caer la máscara, podemos sentir más o menos miedo, pero la máscara es siempre una mediación para mostrar la realidad tal y como no es. El miedo infantil, por ejemplo, siempre es un miedo enmascarado, porque el miedo necesita encarnarse en figuras. Sinceramente creo que, desde el cambio de milenio, vivimos como una especie de ideología del miedo y de la sospecha. Los miedos han cambiado de rostro: la gripe aviar, las vacas locas, el terrorismo, y existe como una especie de mutación de la máscara que nos aterra, porque al final no podemos olvidar que el miedo es uno de los grandes medios de control y necesita adoptar máscaras diferentes en cada momento.

Terminamos por hoy. Aunque algunos críticos opinan que en ‘El Sistema’, Kafka o Borges están muy presentes, detecto también otras voces en sus páginas, como las de Anthony Burgess, Ray Bradbury y Philip K.Dick, ¿son figuraciones mías o están presentes?
Por supuesto que están y también podemos añadir los hombres de Ballard y de Stanislav Lem. Creo que siempre ha habido un descrédito hacia los escritores que escriben ciencia-ficción o novelas de anticipación, es como si pertenecieran a una segunda categoría. Sin embargo, los autores que mencionas son tipos que supieron leer con enorme lucidez las claves del mundo que les correspondió vivir y en muchos de ellos se encuentran las claves interpretativas de su tiempo. Dick y Ballard son autores muy importantes en el siglo XX, porque se asomaron a temas centrales de su época como el culto a la muerte tecnológica y el impacto de la publicidad y de la tecnología en la vida cotidiana. Para mí son escritores fundamentales, pero arrastran ese sambenito al que aludía antes.

"Mi literatura es comprometida y su sustrato es la reflexión"

Entrevista a Ricardo Menéndez Salmón, escritor
Herme Cerezo
lunes, 21 de marzo de 2016, 09:16 h (CET)



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Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) es licenciado en Filosofía por la Universidad de Oviedo. Escribe en los diarios ABC y La Nueva España, y en las revistas El Mercurio y Tiempo. Autor de un singular libro de viajes, ’Asturias para Vera’ (2010), ha publicado los libros de relatos ‘Los caballos azules’ (2005) y ‘Gritar’ (2007 y 2012), y las novelas ‘La filosofía en invierno’ (1999 y 2007), ‘Panóptico’ (2001), ‘Los arrebatados’ (2003), ‘La noche feroz’ (2006), la denominada ‘Trilogía del mal’ —que incluye ‘La ofensa’ (2007), ‘Derrumbe’ (2008) y ‘El corrector’ (2009)—, ‘La luz es más antigua que el amor’ (2010), ‘Medusa‘ (2012) y ‘Niños en el tiempo ‘(2014). Su obra ha sido traducida al alemán, al catalán, al francés, al holandés, al italiano, al portugués y al turco. Writer in residence en la Bogliasco Foundation, ha merecido el Premio a la Excelencia Artística del Gobierno de Baviera en la Internationales Künstlerhaus Villa Concordia de Bamberg. Menéndez Salmón ha visto reconocida su escritura con numerosos premios. Son estos: Premio de la Crítica de Asturias (2003) y Premio Juan Rulfo de Relato por ‘Los caballos azules’; Premio Internacional de Relatos Cortos «José Nogales» (2005) por ‘Gritar’; Premio Casino de Mieres de Novela (2006) por ‘La noche feroz’; Premio Librería Sintagma XXI (2007) y Premio Qwerty de Barcelona Televisión por ‘La ofensa’; Premio de la Crítica de Asturias (2008) por ‘Derrumbe’; Premio de la Crítica de la Feria del Libro de Bilbao (2009) por ‘El corrector’; Premio Cálamo «Otra mirada» (2010) por ‘La luz es más antigua que el amor’; Premio Llanes de Viajes por Asturias (2010) para ‘Vera’; Premio a la Excelencia Artística del Gobierno de Baviera (2014); Premio Las Américas (2015) por ‘Niños en el tiempo’; y Premio Biblioteca Breve (2016) por ‘El Sistema’, su última novela.

El miércoles 8 de marzo, Ricardo Menéndez Salmón pasó por Valencia para presentar su nueva novela, ‘El Sistema’, editada por Seix Barral, con la que se ha alzado con el Premio Biblioteca Breve 2016. Escrita en Alemania, donde gracias a una beca ha permanecido escribiendo durante un año, ‘El Sistema’ destila una sensación de opresión y vacío, quizá atribuible a esta ausencia de su tierra asturiana. El argumento nos habla de que, en una época futura, nuestro planeta se ha convertido en un archipiélago en el que conviven dos fuerzas: los Propios, súbditos de las islas, y los Ajenos, desterrados tras disputas ideológicas y económicas. Dentro del Sistema existe una isla llamada Realidad, donde el Narrador vigila la probable aparición de los enemigos del orden. Pero a medida que éste se agrieta y el centinela pierde sus certezas, el Narrador se convierte en un hombre peligroso, en un pensador incómodo. La novela, que algunos califican de distopía, combina lo íntimo con lo político, la alegoría con la investigación metafísica, en la búsqueda de un relato que permita interpretar la complejidad del mundo e incluso la exploración de un futuro posthumano.

Ricardo, en primer lugar, enhorabuena por el premio.
Gracias.

¿Qué significa para ti ganar un Premio como el Biblioteca Breve: mayor visibilidad, comprar tiempo para escribir…?
Creo que ambas cosas, decir lo contrario sería mentir. La parte económica compra tiempo, como dices, y el hecho de que el Biblioteca Breve sea un premio vinculado a mi editorial abre la posibilidad de que otras personas se interesen por mi obra. Este premio, en su primera etapa dorada, está lleno de autores que fueron decisivos en la literatura hispana. Esperemos que los que en esta segunda época lo ganemos, lleguemos a ser tan importantes como Caballero Bonald, Marsé o Juan Benet entre otros. Lo cierto es que tenía que presentar al concurso una novela de la que pudiera sentirme realmente satisfecho a nivel de escritura, sin ninguna sombra, y ‘El Sistema’ lo es.

Es la primera vez que visitas Valencia para promocionar una novela, así que esta pregunta es obligada: ¿qué significa para ti escribir?
A esta cuestión siempre respondo con unas palabras de Rilke, extraídas de su libro ‘Cartas a un joven poeta’: «Escribir para mí es una necesidad, es el modo de expresión para dar fe de lo que soy y del mundo que me ha tocado vivir». Soy una persona que, si algún día ve que la literatura se ha convertido en un oficio y que ya no siente la necesidad de escribir, contempla la idea de dejarlo. Creo que es mejor callarse que seguir escribiendo. Vivimos un mundo editorial en el que muchos escriben no porque lo necesitan, sino por razones mucho más perversas y en este sentido hacen un flaco favor a lo que ha significado su propia obra.

¿Cuál es la imagen o el momento en que ‘El Sistema’ comienza a bullir en tu mente?
Funciono como deben funcionar los poetas: el primer impulso es una imagen, que se me impone en mi cabeza, que no termina de abandonarme y me hace sentir la necesidad de ponerla negro sobre blanco. En este caso, lo primero que surgió fue la visión de un hombre que espera ante un horizonte, que es el mar. El mar se anuncia como frontera, como paisaje y ese hombre está mirando porque sabe que hay algo que va a llegar. Yo vivo en Gijón y supongo que mi horizonte cotidiano tiene bastante que ver con esto.

El Narrador, con mayúscula, es un tipo que vive y desarrolla su trabajo solo. La soledad juega un papel muy importante en la novela.
En la obra pesa mucho esta idea de inminencia. Desde el principio tuve claro que ‘El Sistema’ era una novela de pocos personajes, colocados en situaciones límite. Incluso podría ocurrir que no sucediera nada, que eso también es un límite. Creo que hay muchas razones por las que la soledad pesa mucho en la historia y se debe a que la voz narrativa está muy singularizada. Nos fiamos de esa voz y ella nos acompañará hasta el desenlace final.

‘El Sistema’ tiene un innegable tono de parábola, ¿por qué?
Creo que la novela está muy ligada al aquí y al ahora y quería establecer una cierta distancia, ya que vivimos una realidad muy veloz, urgente y mutante. Deseaba adelantarme un poco al calendario y mostrar cosas que ya están sucediendo en la actualidad a través del filtro de la parábola, de la fábula, de la alegoría…Y pretendía que no fuera de un modo completamente explícito, sino que admitiera claves interpretativas de otro orden.

En un pasaje de la novela se dice que la literatura simplemente «se tolera», ¿pero El Sistema no puede evitar que el Narrador reflexione a través de su escritura?
Para mí es una posición de principio. Yo estoy comprometido con un tipo de literatura que hace de la reflexión su sustrato, su convicción más íntima. Sé que desde que la Literatura forma parte de un entramado industrial, el mercado editorial, una inmensa parte de lo que se escribe en mi ánimo no merece ese nombre, porque es una banalidad, una intrascendencia. Pero sigo creyendo que existe ese refugio donde hay un puñado de escritores comprometidos que piensan en una literatura que se convierte en un enorme mecanismo de inquisición. En su libro ‘Verano’, Coetzee decía que el escritor es un tipo que redacta expedientes acerca de la naturaleza humana. Es una acepción que me gusta mucho.

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Aunque ‘El Sistema’ es novela de política-ficción, sin embargo, hay indicios que parecen indicar que el país anónimo donde se desarrolla la acción es España.
Sí, obviamente, aunque la novela puede leerse en clave distópica o ucrónica, el punto de partida del que se nutre es el aquí y ahora. Desde luego ‘Realidad’, la isla madre desde la que arranca el libro, es España y a poco que uno conozca Asturias sabrá que Sustancia 16 es mi región.

El Narrador reproduce partidas de ajedrez, no tiene rival con quien enfrentarse y tampoco lo busca, y además es filatélico. Un juego de estrategia y una afición que representa el testimonio de un mundo pasado, ¿por qué has escogido precisamente estos dos entretenimientos?
Son dos pasiones mías. Por un lado está la idea del ajedrez como juego de juegos, que ha mantenido su rigor a lo largo del tiempo, que aún hoy se sigue practicando, a pesar de que compite con juegos de índole muy diferente, que ha afectado a todas las culturas y que conlleva una metáfora de la propia vida. Y por otro lado, el tema de la filatelia me fascina, porque leyendo los sellos uno puede reconstruir la historia en buena medida y me atrae la idea de que un objeto tan frágil, tan fácil de destruir, haya demostrado ser tan poderoso y sobrevivido a cambios muy profundos.

‘El Sistema’ no es novela de improvisaciones, sería difícil construir un texto como este sin un guión previo, bien meditado, ¿Ricardo Menéndez Salmón es el mismo ahora que cuando comenzó a escribirla?
No sé si al acabar la escritura sale otro Ricardo Menéndez Salmón o no, pero desde luego sale otra novela. En el proceso de escritura siempre se pierden cosas, porque las novelas son siempre más perfectas en la cabeza del escritor que cuando pasan por sus manos. El belga Maurice Maetelinck decía que el escritor es como un buzo que se lanza al mar porque sabe que hay un tesoro en el fondo y que, cuando consigue sacarlo a la superficie, observa que es un pálido reflejo de lo que él pretendía que emergiera. Yo aspiro a que en ese tránsito se pierda lo menos posible y a que el resultado final se aproxime mucho a la idea inicial. En este sentido, con ‘El Sistema’ me encuentro bastante satisfecho, porque creo que se parece bastante a lo que imaginé en su momento. Volviendo al principio de tu pregunta, siempre hay un proceso de aprendizaje en la escritura, que tiene mucho que ver con su propio oficio y con las experiencias. Uno sale cambiado de alguna manera de los libros que ha escrito, porque en el camino ha descubierto cosas nuevas.

Deduzco de tus palabras que hay un cierto riesgo de decepción al acabar una novela.
Sí, yo siempre lo he percibido, de hecho me cuesta mucho releer mis libros porque me siento un poco decepcionado, ya que como te decía antes uno no logra trasladar al papel toda la intensidad de la historia que guardaba en su cabeza. Pero creo que ese es el peaje que hay que pagar como escritor y hay que aceptarlo como una parte de la creación literaria.

’El Sistema’, que está dividido en tres partes, varía de voz narradora: hay un narrador en tercera persona, otro en primera, un tercero en segunda y, por último, un narrador omnisciente, ¿a qué se deben esos cambios?
En la novela, si te das cuenta, la escritura es el lugar de toma de conciencia. A través de ella el Narrador descubre que las cosas no son como se las habían contado. Por tanto, la escritura es el lugar de dilucidación, de aclaración, de desvelamiento, de quitar los velos y mostrar la realidad. Aparecen las tres personas del singular, yo, tú y él, porque narran las cosas de modos distintos. La tercera persona es más forense, notarial; la primera aporta un modo subjetivo; y la segunda tiene algo de apelación a alguien que se encuentra fuera del texto. El narrador omnisciente cierra la obra, porque me servía para que ese yo, esa voz individual del comienzo, se convirtiese en un personaje colectivo.

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La novela también toca el tema del miedo y habla de las máscaras, de las que afirma que infunden más temor que el propio miedo.
Pienso que esta es una evidencia que todos hemos tenido. En muchos casos, las máscaras o los filtros están concebidos precisamente para aterrar, conmover, perturbar… Cuando vemos el rostro real de las cosas, tras caer la máscara, podemos sentir más o menos miedo, pero la máscara es siempre una mediación para mostrar la realidad tal y como no es. El miedo infantil, por ejemplo, siempre es un miedo enmascarado, porque el miedo necesita encarnarse en figuras. Sinceramente creo que, desde el cambio de milenio, vivimos como una especie de ideología del miedo y de la sospecha. Los miedos han cambiado de rostro: la gripe aviar, las vacas locas, el terrorismo, y existe como una especie de mutación de la máscara que nos aterra, porque al final no podemos olvidar que el miedo es uno de los grandes medios de control y necesita adoptar máscaras diferentes en cada momento.

Terminamos por hoy. Aunque algunos críticos opinan que en ‘El Sistema’, Kafka o Borges están muy presentes, detecto también otras voces en sus páginas, como las de Anthony Burgess, Ray Bradbury y Philip K.Dick, ¿son figuraciones mías o están presentes?
Por supuesto que están y también podemos añadir los hombres de Ballard y de Stanislav Lem. Creo que siempre ha habido un descrédito hacia los escritores que escriben ciencia-ficción o novelas de anticipación, es como si pertenecieran a una segunda categoría. Sin embargo, los autores que mencionas son tipos que supieron leer con enorme lucidez las claves del mundo que les correspondió vivir y en muchos de ellos se encuentran las claves interpretativas de su tiempo. Dick y Ballard son autores muy importantes en el siglo XX, porque se asomaron a temas centrales de su época como el culto a la muerte tecnológica y el impacto de la publicidad y de la tecnología en la vida cotidiana. Para mí son escritores fundamentales, pero arrastran ese sambenito al que aludía antes.

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