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Y si nos lo dijera el Maestro Machado, sería algo así como “el que habla sólo espera hablarle a Dios un día”

Responsabilizarse del lenguaje que utilizas

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A través del lenguaje nos comunicamos con los demás y con nosotros mismos. Una de las herramientas por excelencia para mejorar nuestra vida es el lenguaje, por este motivo hoy me gustaría hablarte de cómo responsabilizarse del lenguaje que utilizamos, ser conscientes de lo que decímos y en qué medida nos puede afectar…

A través del lenguaje expresamos emociones, ideas y nos comunicamos con el mundo exterior. Siempre que nos comunicamos existe la intención de conseguir algo, hasta cuando lo hacemos con nosotros mismos. El que se habla a sí mismo también tiene un propósito.

Y si nos lo dijera el Maestro Machado, sería algo así como “el que habla sólo espera hablarle a Dios un día”.

Responsabilizarnos de lo que decimos
El diálogo interno, eso que ocurre cuando uno se dice cosas a sí mismo, puede ser tu gran aliado, pero también puede ser tu gran verdugo. ¿Qué cosas te dices a ti mismo/a?, ¿Cómo te hablas?, ¿Qué tono de voz eliges?, ¿Eres crítico o amoroso contigo mismo? Puedes aprender más sobre este concepto en este artículo.

La cuestión es que mediante el lenguaje representamos lo que nosotros creemos que es la realidad, y también mediante el lenguaje reforzamos esa realidad.

Si tu hijo dice “me han suspendido”, en primer lugar, está poniendo la responsabilidad de aprobar en manos de otros, los profesores son los que le han suspendido. En ningún momento se ve como responsable del hecho de haber suspendido un exámen. Pero por otro lado, también está reforzando la creencia de que los demás le pueden suspender o aprobar a su antojo. Y de esta forma crecerá con esa idea de que los demás tienen el mando a distancia de tu vida.

El lenguaje es un camino en dos direcciones. Por un lado refuerza nuestras creencias (aquí puedes leer más sobre esto) y por el otro, representamos la realidad que creemos que nos rodea.

En los 4 años que estuve formándome en psicoterapia Gestalt, el docente que venía cada fin de semana, hacía mucho hincapié en que nos hiciéramos cargo de nuestras palabras. Cuando a uno se le escapaba una expresión en la que no se hacía responsable de sus palabras, el docente puntualizaba con la coletilla “apropiáte de lo que has dicho”. De esta forma, cuando uno decía un “A todos nos da miedo confiar en los demás”, al final uno acababa diciendo “A mi me da miedo confiar en los demás”.

Como se puede ver el grado de importancia de cada frase no es el mismo. En el segundo caso yo me responsabilizo del lenguaje que utilizo y me apropio de lo que realmente se me pasa por la cabeza, no es que “a todo el mundo le de miedo”, es que “a mi me da miedo”. Desde ese lugar hay toma de conciencia, y hay crecimiento.

Cuando decimos “A todos…”, “A los demás…”, “A la gente…”… generalmente lo que estamos haciendo es tirar balones fuera, diluir nuestra responsabilidad y expresar tímidamente nuestra propia sombra, algo de lo que no nos queremos hacer cargo, y para esto lo ponemos fuera de nuestros dominios, lo proyectamos, no incluímos el “yo” en nuestro lenguaje.

Es curioso porque para todo lo positivo se suele hacer lo contrario, utilizar el “yo”. Pero para lo negativo, utilizamos el “ellos” o el “nosotros”. Se puede ver claramente en la expresión “Me han suspendido” o su contraria “he aprobado”.

Pero seguro que hay más ejemplos:
“La crisis ha acabado con nuestra empresa”… Vs “Este año hemos vendido el doble que el año pasado”.
“Las cosas no están saliendo como queremos”… Vs “Lo estamos haciendo muy bien”.
“Peso 3 Kg más” (cómo por arte de magia!)… Vs “He adelgazado 3 kilos”.
En demasiadas ocasiones escucho conversaciones vacías en las que ponemos toda la responsabilidad en los otros, sin implicarnos lo suficiente ni hablar de nosotros, sino tirando balones fuera.

Solemos hablar del “nosotros”, cuando en realidad lo que nos hace responsables del lenguaje es el “yo”.

Ayer saludé a muchas personas por los distintos eventos en los que estuve por la mañana y por la tarde. Me encontré de todo ante la pregunta ¿Cómo estás?, escuché cosas como:

“Vamos tirando”. Aquí me apetecía decirle “Tú, y ¿quién más es el que tira?, ¿De qué estiras?”…
“Ya ves, aguantando…” Me apeteció preguntarle “¿Cómo se vive aguantando?, ¿Quién aguanta?, ¿En qué medida tu vida consiste en aguantar?, ¿Qué está a punto de ocurrir?….
“Bueno, ahí estamos…”. ¿Dónde estás?, ¿Con quién más?, ¿Cómo se vive “ahí”?, mientras “estás” no te mueves ¿verdad?…
Pero evidentemente uno no se pone a terapiar con sus clientes a la primera de cambio, y me guardé todas esas preguntas para hacerlas en otro momento, quizás en una sesión de coaching individual.

La cuestión es que mediante el lenguaje expresamos nuestra identidad, y también conformamos nuestro futuro. Cuando decimos expresiones como “Voy a intentarlo” estamos diciendo algo así como “en realidad no lo voy a conseguir, ahora estoy algo motivado, pero en cuanto pasen 5 minutos este tema será irrelevante para mi”.

Ya lo decía el maestro Yoda “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”.

Al decir expresiones como “debería de…” o “tendría que…” estamos expresando un deseo que no vamos a cumplir y que en realidad no nos apetece ni lo más mínimo. Entre un “debería de…” y un “voy a…” hay todo un universo de diferencia.

Así que uno (yo) con el tiempo aprende a vigilarse, y a tratar de sabotearse lo menos posible cuando habla. Aunque muchas veces al día también me descrubro a mi mismo utilizando algunas expresiones mediante las que no me responsabilizo de lo que digo al 100%.

En este blog me verás hablando mucho de los demás y del mundo, porque si estuviera todo el día hablando del “yo” te sonaría demasiado arrogante. Pero tienes que saber que siempre que hablo de algo por aquí, hablo de mi. El que crea algo, no puede crearlo desde un marco en el que no esté presente. En mis libros y artículos están todos los personajes que hay en mi cabeza, mis miedos, mis deseos, anhelos y también mis sombras, mis partes negadas, mis puntos ciegos y oscuros. Un buen psicoanalista podría hacer toda una tesis sobre mi psique leyendo tan sólo dos o tres artículos. Cuando “expresas” en realidad “te expresas”, es inevitable.

Somos como ordenadores, con un software y un hardware. Un sistema operativo instalado que forma parte de nosotros desde que éramos muy pequeños, y que conduce nuestras acciones en la vida, que nos ha traído hasta aquí, con todo lo bueno y lo malo que hemos conseguido. La clave no está en seguir funcionando según el sistema operativo que venía de fábrica, sino conocer mejor cómo funcionas y poder tener otras opciones para caminar por la vida, para tomar mejores decisiones.

Responsabilizarse del lenguaje es el primer acto auténtico hacia nuestra libertad.

A lo mejor ya no tenemos que funcionar con el sistema operativo DOS, sino cambiar a Windows 10, o mejor todavía cambiar a Mac e instalarnos EL CAPITAN, ese sí que mola.

El único viaje que merece la pena hacer es el viaje hacia el autodescubrimiento, porque este nos conduce hacia el siguiente viaje posible, el camino de la Felicidad. Si te descubres a ti mismo/a, responsabilizas de lo que eres, y tomas consciencia de lo que deseas, volarás tan alto como quieras.

Que tengas un gran día.

Responsabilizarse del lenguaje que utilizas

Y si nos lo dijera el Maestro Machado, sería algo así como “el que habla sólo espera hablarle a Dios un día”
César Piqueras
miércoles, 16 de marzo de 2016, 09:18 h (CET)
A través del lenguaje nos comunicamos con los demás y con nosotros mismos. Una de las herramientas por excelencia para mejorar nuestra vida es el lenguaje, por este motivo hoy me gustaría hablarte de cómo responsabilizarse del lenguaje que utilizamos, ser conscientes de lo que decímos y en qué medida nos puede afectar…

A través del lenguaje expresamos emociones, ideas y nos comunicamos con el mundo exterior. Siempre que nos comunicamos existe la intención de conseguir algo, hasta cuando lo hacemos con nosotros mismos. El que se habla a sí mismo también tiene un propósito.

Y si nos lo dijera el Maestro Machado, sería algo así como “el que habla sólo espera hablarle a Dios un día”.

Responsabilizarnos de lo que decimos
El diálogo interno, eso que ocurre cuando uno se dice cosas a sí mismo, puede ser tu gran aliado, pero también puede ser tu gran verdugo. ¿Qué cosas te dices a ti mismo/a?, ¿Cómo te hablas?, ¿Qué tono de voz eliges?, ¿Eres crítico o amoroso contigo mismo? Puedes aprender más sobre este concepto en este artículo.

La cuestión es que mediante el lenguaje representamos lo que nosotros creemos que es la realidad, y también mediante el lenguaje reforzamos esa realidad.

Si tu hijo dice “me han suspendido”, en primer lugar, está poniendo la responsabilidad de aprobar en manos de otros, los profesores son los que le han suspendido. En ningún momento se ve como responsable del hecho de haber suspendido un exámen. Pero por otro lado, también está reforzando la creencia de que los demás le pueden suspender o aprobar a su antojo. Y de esta forma crecerá con esa idea de que los demás tienen el mando a distancia de tu vida.

El lenguaje es un camino en dos direcciones. Por un lado refuerza nuestras creencias (aquí puedes leer más sobre esto) y por el otro, representamos la realidad que creemos que nos rodea.

En los 4 años que estuve formándome en psicoterapia Gestalt, el docente que venía cada fin de semana, hacía mucho hincapié en que nos hiciéramos cargo de nuestras palabras. Cuando a uno se le escapaba una expresión en la que no se hacía responsable de sus palabras, el docente puntualizaba con la coletilla “apropiáte de lo que has dicho”. De esta forma, cuando uno decía un “A todos nos da miedo confiar en los demás”, al final uno acababa diciendo “A mi me da miedo confiar en los demás”.

Como se puede ver el grado de importancia de cada frase no es el mismo. En el segundo caso yo me responsabilizo del lenguaje que utilizo y me apropio de lo que realmente se me pasa por la cabeza, no es que “a todo el mundo le de miedo”, es que “a mi me da miedo”. Desde ese lugar hay toma de conciencia, y hay crecimiento.

Cuando decimos “A todos…”, “A los demás…”, “A la gente…”… generalmente lo que estamos haciendo es tirar balones fuera, diluir nuestra responsabilidad y expresar tímidamente nuestra propia sombra, algo de lo que no nos queremos hacer cargo, y para esto lo ponemos fuera de nuestros dominios, lo proyectamos, no incluímos el “yo” en nuestro lenguaje.

Es curioso porque para todo lo positivo se suele hacer lo contrario, utilizar el “yo”. Pero para lo negativo, utilizamos el “ellos” o el “nosotros”. Se puede ver claramente en la expresión “Me han suspendido” o su contraria “he aprobado”.

Pero seguro que hay más ejemplos:
“La crisis ha acabado con nuestra empresa”… Vs “Este año hemos vendido el doble que el año pasado”.
“Las cosas no están saliendo como queremos”… Vs “Lo estamos haciendo muy bien”.
“Peso 3 Kg más” (cómo por arte de magia!)… Vs “He adelgazado 3 kilos”.
En demasiadas ocasiones escucho conversaciones vacías en las que ponemos toda la responsabilidad en los otros, sin implicarnos lo suficiente ni hablar de nosotros, sino tirando balones fuera.

Solemos hablar del “nosotros”, cuando en realidad lo que nos hace responsables del lenguaje es el “yo”.

Ayer saludé a muchas personas por los distintos eventos en los que estuve por la mañana y por la tarde. Me encontré de todo ante la pregunta ¿Cómo estás?, escuché cosas como:

“Vamos tirando”. Aquí me apetecía decirle “Tú, y ¿quién más es el que tira?, ¿De qué estiras?”…
“Ya ves, aguantando…” Me apeteció preguntarle “¿Cómo se vive aguantando?, ¿Quién aguanta?, ¿En qué medida tu vida consiste en aguantar?, ¿Qué está a punto de ocurrir?….
“Bueno, ahí estamos…”. ¿Dónde estás?, ¿Con quién más?, ¿Cómo se vive “ahí”?, mientras “estás” no te mueves ¿verdad?…
Pero evidentemente uno no se pone a terapiar con sus clientes a la primera de cambio, y me guardé todas esas preguntas para hacerlas en otro momento, quizás en una sesión de coaching individual.

La cuestión es que mediante el lenguaje expresamos nuestra identidad, y también conformamos nuestro futuro. Cuando decimos expresiones como “Voy a intentarlo” estamos diciendo algo así como “en realidad no lo voy a conseguir, ahora estoy algo motivado, pero en cuanto pasen 5 minutos este tema será irrelevante para mi”.

Ya lo decía el maestro Yoda “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”.

Al decir expresiones como “debería de…” o “tendría que…” estamos expresando un deseo que no vamos a cumplir y que en realidad no nos apetece ni lo más mínimo. Entre un “debería de…” y un “voy a…” hay todo un universo de diferencia.

Así que uno (yo) con el tiempo aprende a vigilarse, y a tratar de sabotearse lo menos posible cuando habla. Aunque muchas veces al día también me descrubro a mi mismo utilizando algunas expresiones mediante las que no me responsabilizo de lo que digo al 100%.

En este blog me verás hablando mucho de los demás y del mundo, porque si estuviera todo el día hablando del “yo” te sonaría demasiado arrogante. Pero tienes que saber que siempre que hablo de algo por aquí, hablo de mi. El que crea algo, no puede crearlo desde un marco en el que no esté presente. En mis libros y artículos están todos los personajes que hay en mi cabeza, mis miedos, mis deseos, anhelos y también mis sombras, mis partes negadas, mis puntos ciegos y oscuros. Un buen psicoanalista podría hacer toda una tesis sobre mi psique leyendo tan sólo dos o tres artículos. Cuando “expresas” en realidad “te expresas”, es inevitable.

Somos como ordenadores, con un software y un hardware. Un sistema operativo instalado que forma parte de nosotros desde que éramos muy pequeños, y que conduce nuestras acciones en la vida, que nos ha traído hasta aquí, con todo lo bueno y lo malo que hemos conseguido. La clave no está en seguir funcionando según el sistema operativo que venía de fábrica, sino conocer mejor cómo funcionas y poder tener otras opciones para caminar por la vida, para tomar mejores decisiones.

Responsabilizarse del lenguaje es el primer acto auténtico hacia nuestra libertad.

A lo mejor ya no tenemos que funcionar con el sistema operativo DOS, sino cambiar a Windows 10, o mejor todavía cambiar a Mac e instalarnos EL CAPITAN, ese sí que mola.

El único viaje que merece la pena hacer es el viaje hacia el autodescubrimiento, porque este nos conduce hacia el siguiente viaje posible, el camino de la Felicidad. Si te descubres a ti mismo/a, responsabilizas de lo que eres, y tomas consciencia de lo que deseas, volarás tan alto como quieras.

Que tengas un gran día.

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