“Lo que no se hace por amor, se hace por obligación”. No hace mucho, al lado de mi negocio había un locutorio. Este locutorio llevaba allí mucho tiempo funcionando y lo regentaba una buena familia de ecuatorianos. Cuando la burbuja inmobiliaria estalló, éste empezó a no ser rentable y viendo que era deficitario, el padre le rogó a su casero que le bajara el alquiler y éste se negó. De modo que al poco tiempo, con pesar para ellos y para toda la calle, la familia tuvo que bajar la persiana y marcharse.
El local estuvo mucho tiempo vacío hasta que el dueño se vio forzado a bajar el alquiler y lo cogió otra persona. Al principio, según me contaron, este nuevo inquilino pagaba bien, pero con el tiempo empezó a retrasarse en las mensualidades. Hasta que el propietario se vio obligado a denunciarlos e ir a juicio con el consiguiente gasto… En fin, como dice otro refrán “La avaricia rompe el saco”.
Desde aquel entonces, ya han pasado varias personas por el local y si la economía no remonta, ya veremos lo que pasa. “Lo que no se hace por amor, se hace por obligación”. De esta historia que acabo de contar se me ocurrió esta aforismo, ¿Qué les parece?
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