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Es la muerte una gran desconocida,
demoledora, horrenda e invencible,
porque actúa de forma impredecible
en todas las etapas de la vida.
Y aunque siendo detestable y temida,
por su condición de irremisible,
hay quien la anhela como el apacible
final de una existencia mal vivida.
Pero la muerte no es la gran derrota,
de una vida que nos llegó del Cielo
por designio de la Divinidad.
Porque hay un alma, que no muere nunca,
que con el tiempo, se unirá a su cuerpo,
¡para así vivir en la Eternidad!
El grito que se escuchó al fondo no fue lo suficientemente claro para saber si era de alegría, para pedir auxilio o simple exclamación de quien no puede contener el impulso y tiene que ir más allá de los límites de la comunicación cotidiana.
Poco a poco se va alejando, pero sigo escuchando su corazón latir. Todavía domina mi cuerpo pero su actuación, pronto terminará. El escritor se muere, se apagará para siempre, no volverá a nacer, yo espero que no, pues nació de un parto difícil y pocas cosas aportó.
2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008: siete años que no nos deja la lluvia, siete años llevándolo y es mucho tiempo en que no comprendo la razón. ¿Cuándo acabará ésto?, tendré paciencia. Lulita, hijita, coge el paraguas, soy la de la sombrilla en que descansas, la de las sábanas blancas, la que consigue el amor cuando la lluvia le cae encima de manera despiadada.
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