Se me inunda el alma de vivencias, al recordar los años juveniles, que pasan raudos, como los desfiles, evocando gozosas experiencias.
Borradas de mi mente las secuencias, que pudieron marcar negros perfiles, me confortan los hechos más sutiles que son el manantial de las querencias.
No pretendo ahondar, desesperado, hurgando en la herida ya dormida recibida en un año olvidado.
Solo anhelo recuerdos del pasado, que me brinden la calma merecida. ¡Quiero vivir tranquilo y sosegado!
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