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17 de octubre, Día Mundial Contra el Dolor

El 25% de la población sufre dolor crónico

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Se considera dolor crónico cuando se sobrepasa el estimado para la curación de cualquier tejido del organismo haya sido dañado o se siga padeciendo dolor por un periodo de tiempo de más de 3-6 meses. De hecho, ya es considerado una enfermedad y no como un síntoma. El dolor crónico, además, es muy frecuente en las personas que padecen fibromialgia, síndrome de colon irritable, síndrome de miembro fantasma (aquel que se produce en un miembro amputado) o fatiga crónica, las denominadas “enfermedades invisibles” padezcan también dolor crónico.


En la actualidad, 1 de cada 4 personas a nivel mundial, el 25% de la población, sufre dolor crónico. Sin embargo, se espera que ese número se duplique en los próximos 20 años, lo que provocará que sea una de las principales causas de baja laboral y absentismo. “Este crecimiento se deberá al estilo de vida que tenemos hoy en día, en el que cada vez se sufren mayores niveles de estrés, se realiza menos ejercicio (sedentarismo) y las dietas contienen alimentos más perjudiciales para la salud (proinflamatorios)” explica José Luis Alonso, director de Onelife.


El origen del dolor crónico es “biopsicosocial”, es decir, depende de factores biológicos, psicológicos y sociales:


Biológicos: más fácil de identificar al ser debido a lesiones musculo-esqueléticas, enfermedades neurodegenerativas o alteraciones congénitas, entre otras causas.


Psicológicos: experiencias difíciles de la vida que han provocado ansiedad, depresión y estrés mantenidas en el tiempo, predisponen a la aparición de dolor, el cual puede pasar de agudo a crónico. Los tratamientos utilizados de manera habitual para tratar el dolor, como la fisioterapia, medicación e, incluso, intervenciones quirúrgicas, no consiguen mitigar el dolor. En estos casos, el dolor se traduce en frustración, desesperanza, autoculpa, sentimientos de injusticia e, incluso, ira.


Sociales: tanto eventos o experiencias (abuso, bullyng, rechazo, social, etc.), así como situaciones o contextos socialmente muy desfavorables (pobreza, divorcio, problemas laborales, pérdidas de personas allegadas…) pueden tener las mismas consecuencias que los factores psicológicos.


El dolor crónico afecta a la calidad de vida del paciente. Aparte del mismo dolor, tiene un gran impacto a nivel emocional, cognitivo y social. “Los pacientes a nivel emocional sufren ansiedad, picos de dolor y kinesiofobia (miedo al movimiento que pueda empeorar el dolor). Por otra parte, los déficits de memoria y los problemas de falta de atención son cada vez mayores. Por último, socialmente se sienten incomprendidos por su entorno familiar, de pareja, amistades e, incluso, por algunos profesionales de la salud. A lo que hay que sumar los problemas laborales. Todo ello hace que estos pacientes, en muchos casos, tengan un gran temor al aislamiento al que les ha llevado su enfermedad” añade el director de Onelife.


Los principales tipos de dolor crónico son: migraña y cefalea (cabeza); cervical y orofacial (boca, mandíbula, oídos y sienes); lumbar y ciático; neuropático (errores de funcionamiento del sistema nerviosos central, es decir, cerebro y médula, y/o del sistema periférico, como son los nervios); suelo pélvico; artrosis y osteoporosis (articulaciones); tendinopatías y tendinitis (tendones).


Abordaje multidisciplinar del dolor crónico


El tratamiento del dolor crónico debe realizarse desde distintos planos para que sea más efectivo a la vez que más manejable para el paciente. “El dolor crónico es un dolor multimodal y que necesita abordarse desde muchos planos para conseguir mejoras. Realizado de esta manera, se pueden conseguir resultados exitosos en periodos que oscilan entre los 3-6 meses” afirma José Luis Alonso.


Médico: intervienen especialistas en traumatología, reumatología y anestesiología. Al contar con un diagnóstico precoz y más certero del dolor, van regulando la medicación que va precisando el paciente en cada momento. Además, realizan otras intervenciones en caso de ser necesario (infiltraciones, derivaciones a otras especialidades médicas, intervenciones quirúrgicas, etc.)


Educación en dolor: se proporciona al paciente la mayor información posible sobre su dolor y cómo afrontarlo desde una perspectiva más amplia y especializada. Se consigue reducir la incertidumbre y los miedos del paciente sobre una enfermedad tan compleja como es el dolor crónico.


Fisioterapia: fundamental para aliviar el dolor crónico a corto plazo. Sin embargo, debe de ir acompañado de ejercicio terapéutico por parte del paciente. De esta forma se consigue que las mejoras físicas y funcionales se mantengan en el tiempo.


Psicológico: los pacientes con dolor crónico tienen que trabajar este plano, ya que no sólo es un padecimiento asociado a esta patología, sino que, también, puede ser un desencadenante. Se practica terapia psicológica cognitivo-conductual, entrenamiento neurocognitivo, además informar al paciente sobre higiene del sueño y del estrés.


Nutrición: es una herramienta fundamental para el manejo del dolor. Se sabe que hay alimento que tienen un efecto proinflamatorio que agravan un cuadro de doloroso, así como hay otros con propiedades antioxidantes y antiinflamatorios que ayudan a mejorarlo. Para ello los pacientes deben ser asesorados por nutricionistas especializados en esta enfermedad crónica.

El 25% de la población sufre dolor crónico

17 de octubre, Día Mundial Contra el Dolor
Francisco Acedo
lunes, 17 de octubre de 2022, 08:30 h (CET)

Se considera dolor crónico cuando se sobrepasa el estimado para la curación de cualquier tejido del organismo haya sido dañado o se siga padeciendo dolor por un periodo de tiempo de más de 3-6 meses. De hecho, ya es considerado una enfermedad y no como un síntoma. El dolor crónico, además, es muy frecuente en las personas que padecen fibromialgia, síndrome de colon irritable, síndrome de miembro fantasma (aquel que se produce en un miembro amputado) o fatiga crónica, las denominadas “enfermedades invisibles” padezcan también dolor crónico.


En la actualidad, 1 de cada 4 personas a nivel mundial, el 25% de la población, sufre dolor crónico. Sin embargo, se espera que ese número se duplique en los próximos 20 años, lo que provocará que sea una de las principales causas de baja laboral y absentismo. “Este crecimiento se deberá al estilo de vida que tenemos hoy en día, en el que cada vez se sufren mayores niveles de estrés, se realiza menos ejercicio (sedentarismo) y las dietas contienen alimentos más perjudiciales para la salud (proinflamatorios)” explica José Luis Alonso, director de Onelife.


El origen del dolor crónico es “biopsicosocial”, es decir, depende de factores biológicos, psicológicos y sociales:


Biológicos: más fácil de identificar al ser debido a lesiones musculo-esqueléticas, enfermedades neurodegenerativas o alteraciones congénitas, entre otras causas.


Psicológicos: experiencias difíciles de la vida que han provocado ansiedad, depresión y estrés mantenidas en el tiempo, predisponen a la aparición de dolor, el cual puede pasar de agudo a crónico. Los tratamientos utilizados de manera habitual para tratar el dolor, como la fisioterapia, medicación e, incluso, intervenciones quirúrgicas, no consiguen mitigar el dolor. En estos casos, el dolor se traduce en frustración, desesperanza, autoculpa, sentimientos de injusticia e, incluso, ira.


Sociales: tanto eventos o experiencias (abuso, bullyng, rechazo, social, etc.), así como situaciones o contextos socialmente muy desfavorables (pobreza, divorcio, problemas laborales, pérdidas de personas allegadas…) pueden tener las mismas consecuencias que los factores psicológicos.


El dolor crónico afecta a la calidad de vida del paciente. Aparte del mismo dolor, tiene un gran impacto a nivel emocional, cognitivo y social. “Los pacientes a nivel emocional sufren ansiedad, picos de dolor y kinesiofobia (miedo al movimiento que pueda empeorar el dolor). Por otra parte, los déficits de memoria y los problemas de falta de atención son cada vez mayores. Por último, socialmente se sienten incomprendidos por su entorno familiar, de pareja, amistades e, incluso, por algunos profesionales de la salud. A lo que hay que sumar los problemas laborales. Todo ello hace que estos pacientes, en muchos casos, tengan un gran temor al aislamiento al que les ha llevado su enfermedad” añade el director de Onelife.


Los principales tipos de dolor crónico son: migraña y cefalea (cabeza); cervical y orofacial (boca, mandíbula, oídos y sienes); lumbar y ciático; neuropático (errores de funcionamiento del sistema nerviosos central, es decir, cerebro y médula, y/o del sistema periférico, como son los nervios); suelo pélvico; artrosis y osteoporosis (articulaciones); tendinopatías y tendinitis (tendones).


Abordaje multidisciplinar del dolor crónico


El tratamiento del dolor crónico debe realizarse desde distintos planos para que sea más efectivo a la vez que más manejable para el paciente. “El dolor crónico es un dolor multimodal y que necesita abordarse desde muchos planos para conseguir mejoras. Realizado de esta manera, se pueden conseguir resultados exitosos en periodos que oscilan entre los 3-6 meses” afirma José Luis Alonso.


Médico: intervienen especialistas en traumatología, reumatología y anestesiología. Al contar con un diagnóstico precoz y más certero del dolor, van regulando la medicación que va precisando el paciente en cada momento. Además, realizan otras intervenciones en caso de ser necesario (infiltraciones, derivaciones a otras especialidades médicas, intervenciones quirúrgicas, etc.)


Educación en dolor: se proporciona al paciente la mayor información posible sobre su dolor y cómo afrontarlo desde una perspectiva más amplia y especializada. Se consigue reducir la incertidumbre y los miedos del paciente sobre una enfermedad tan compleja como es el dolor crónico.


Fisioterapia: fundamental para aliviar el dolor crónico a corto plazo. Sin embargo, debe de ir acompañado de ejercicio terapéutico por parte del paciente. De esta forma se consigue que las mejoras físicas y funcionales se mantengan en el tiempo.


Psicológico: los pacientes con dolor crónico tienen que trabajar este plano, ya que no sólo es un padecimiento asociado a esta patología, sino que, también, puede ser un desencadenante. Se practica terapia psicológica cognitivo-conductual, entrenamiento neurocognitivo, además informar al paciente sobre higiene del sueño y del estrés.


Nutrición: es una herramienta fundamental para el manejo del dolor. Se sabe que hay alimento que tienen un efecto proinflamatorio que agravan un cuadro de doloroso, así como hay otros con propiedades antioxidantes y antiinflamatorios que ayudan a mejorarlo. Para ello los pacientes deben ser asesorados por nutricionistas especializados en esta enfermedad crónica.

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