Todos los partidos políticos que porfían en estas Elecciones Generales, tal vez a excepción del Partido Popular, proclaman que la Constitución de 1978 debe ser cambiada para adaptarse a los nuevos tiempos; algunos de ellos se basan en que ellos no la votaron, cuestión de edad, la actual Carta Magna; jamás he escuchado una razón tan poco convincente. Pongamos como ejemplo a Inglaterra que no posee Constitución escrita siendo, sin embargo, la cuna y madre del parlamentarismo; qué decir de los EEUU que cuando estiman que hay que cambiarla se le añade una enmienda y otra más, las que sean necesarias, al corazón de la primera y única Constitución que posee.
Existen dos partidos, PSOE y Podemos, que hablan claramente de reformar el “candado del 78”; el primero, PSOE, esencialmente, se basa en la supresión del Senado, fin del Estado bicameral, para transformarlo en una reunión de Presidentes de Comunidades que tenga su sede en Cataluña, más concretamente en Barcelona, a lo que por ahora, según leo, se niegan los partidos de cuño catalán; además de lo anteriormente expuesto, Pedro Sánchez aboga por una transformación del actual Estado de las Autonomías en otro de corte federal asimétrico, o sea desigual para el conjunto de la ciudadanía, en el que se reconozca el hecho singular catalán, o sea, la nación catalana.
Por su parte, los del “asalto al cielo”, “Podemos”, abogan claramente por un nuevo proceso constituyente en el que el “ciudadano Felipe” pueda presentarse a unas elecciones en las que el pueblo soberano mediante su voto lo pueda elegir “Jefe o Presidente del Estado” y dejarse de monsergas hereditarias y borbonadas al uso; no deja de ser osada esta propuesta que se me antoja, no sé la causa, imposible de realizar a no ser que se digan las cosas claras y con una tricolor entre las manos.
A los de “Ciudadanos” de Albert no les he escuchado ninguna propuesta clara de reforma constitucional, pero sí de supresión de municipios, diputaciones y de toda clase de instituciones donde todavía no han pisado moqueta en cantidad, a excepción de Espartinas, pueblo de Sevilla, donde su alcalde de Cs ha tenido que dimitir por estar imputado en algo no muy bueno.
El PP de Mariano Rajoy no se ha definido sobre el tema, aunque el gallego, con la retranca que le caracteriza, ha dejado caer que si algo debe cambiarse de la Constitución se intentará, sabedor él que para algunos temas es necesario el acuerdo de 210 diputados y para otros unos pocos más; hecho por cierto bastante difícil de conseguir en ese futuro batiburrillo en que puede convertirse el Congreso de los Diputados; por eso tal vez ese buen apodo de “candado del 78”.
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