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Entrevista al escritor sevillano Andrés González-Barba tras la publicación de su nueva novela titulada 'La muerte de Patrick O'Connelly'

«He tratado de mostrar la personalidad más oscura de Agatha Christie, con sus miedos, dudas y debilidades»

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Desde su Sevilla natal, Andrés González-Barba ejerce el periodismo cultural y la literatura. En el territorio de la ficción ha conseguido abrirse ya un hueco consistente, frecuentado tanto por lectores jóvenes como adultos. Su fascinación por los clásicos del género policiaco le ha llevado a profundizar en su conocimiento y a rendir homenaje con sus novelas a autores tan señalados como Arthur Conan Doyle o Robert Louis Stevenson. 


Sin embargo, parecía que a este binomio británico le faltaba algo. Así que para cerrar el círculo, según me cuenta, termina de publicar ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ (Algaida), centrada en los once días que la escritora Agatha Christie anduvo desaparecida. Desde el 3 de diciembre de 1926, tras una fuerte discusión con Archie, su primer marido, nada se sabía de ella. Los medios de comunicación de la época, Scotland Yard y centenares de voluntarios desplegaron una actividad sin límites para averiguar el paradero de la famosa escritora. Los rumores de suicidio se sucedieron, e incluso de asesinato, pero nada se podía confirmar porque el cuerpo de la autora no aparecía por ningún lado. ¿Dónde estuvo Agatha Christie? ¿A qué se dedicó durante ese tiempo? 


A su desaparición hay que sumarle el asesinato de un irlandés, Patrick O’Connelly, acaecido en el Swan Hydropathic Hotel, el balneario donde la autora de ‘El misterioso caso de Styles’ había buscado refugio. 


Sobre esta ficción, bañada en los aromas del thriller, y algunos otros aspectos de la vida de la escritora más vendida del mundo pude conversar con Ángel González-Barba un martes del mes de julio, con la grabadora conectada, una botella de agua fresca al lado y el ventilador a pleno funcionamiento. En el fondo, un ruido de truenos presagiaba la tormenta que iba a caer sobre València, pero que finalmente cambió de rumbo.


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Andrés, ¿cómo surge la idea de escribir esta novela?

Surgió porque Agatha Christie es una autora muy reconocida en su faceta literaria, la segunda escritora británica más leída detrás de Shakespeare, y a mí me llamaba la atención la existencia de ciertos episodios de su vida que no están suficientemente relatados, como su desaparición en el año 1926, reflejada en los periódicos de entonces y de la que ella, cuando reapareció, nunca quiso hablar. De hecho, ni siquiera lo contó en su propia autobiografía. Así que comencé a documentarme y se me ocurrió escribir una interpretación de lo que pudo suceder durante esos días.


Has escrito novelas relacionadas con autores británicos como Arthur Conan Doyle, Roberto Louis Stevenson y ahora Agatha Christie, ¿qué te atrae de ellos para que bucees en sus atmósferas literarias y construyas esos homenajes tuyos tan interesantes?

Mira, ha sido una etapa que creo haber cerrado con esta novela. Agatha Christie me atrae mucho, porque todos los buenos lectores siempre hemos tenido unos referentes, digamos dentro de la cultura popular, que nos han influido. Nadie puede escapar a la influencia de personajes tan clásicos como Sherlock Holmes, el Doctor Jekyll, John Silver, Hercule Poirot o Miss Marple. Y esta es una forma de rendirles un homenaje a ellos y a sus autores.


En un mundo de literatura negra, cuajado de violaciones, abusos, corrupción y cadáveres descuartizados se agradece una novela detectivesca al viejo estilo, una novela problema. ¿Resulta fácil para un escritor actual ceñirse a este tipo de estructura literaria y nadar contra corriente?

Lo que planteas es cierto. Hoy el que no publica una novela negra parece que va un poco por detrás de las exigencias del mercado, de las editoriales y de los propios lectores. ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ es una novela clásica, en la que establezco un juego. A lo largo de la lectura, yo le voy suministrando al lector una serie de pistas y él ha de resolver el problema para ver quién está detrás del asesinato de Connolly. Por tanto, es una novela muy deudora con el modelo clásico policial y, al mismo tiempo, también le rinde homenaje.


Sin embargo, ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ también tiene un puntito de novela histórica, porque a fin de cuentas retrata un momento determinado de la historia inglesa.

Sí, he intentado ser lo más fiel posible al ambiente de los años veinte, pero sin abrumar al lector con demasiados datos. Doy unas cuantas pinceladas, por ejemplo, cómo vivía esa sociedad, sus aficiones (el golf se estaba poniendo de moda en aquel momento) o que Agatha Christie conducía un coche. Me interesaba una novela lo mejor contextualizada posible, pero sin que ello se convirtiera en un elemento determinante. Solo pretendía que esos detalles ayudaran a mejorar la historia y el desarrollo de los acontecimientos.


Me ha llamado la atención comprobar que Agatha Christie practicó el surf. Por algún sitio he visto alguna fotografía de ella con una tabla.

Sí, es un dato real. Lo leí en su autobiografía. Ella viajó con Archie, su marido, a una gira de trabajo por el Pacífico Sur y lo que cuento en la novela sucedió realmente. Practicaron el surf en Hawái y estuvo a punto de ahogarse. Creo que fue una de las primeras mujeres británicas que se atrevió a hacerlo, lo que nos proporciona una idea de lo adelantada que estaba esta mujer para su época.


PORTADAGLEZBARBA

‘La muerte de Patrick O’Connelly’ empieza de un modo muy canónico: pides que no se revele el desenlace a los futuros lectores, igual que sucede en ‘Testigo de cargo’, la genial película de Billy Wilder, o en ‘La ratonera’, ambas obras de la propia Christie.

Efectivamente, es un juego que yo quería plantear. La reina de Inglaterra fue a ver la película de Wilder y también le pidieron que no revelara el final. A mí me apetecía jugar con ese elemento, justo ahora que están tan de moda los spoilers, y de paso hacer un guiño a esas novelas y películas que has citado. Por cierto, ‘La ratonera’ fue el mejor regalo que Agatha Christie le hizo a su nieto, Mathew Pritchard, ya que le cedió los derechos de autor. Así que, imagínate, porque la obra se sigue representando aún y él continúa percibiendo sus réditos económicos. Es toda una pensión vitalicia.


La desaparición de Agatha Christie despertó un gran revuelo en medio mundo, ¿tan famosa era ya ella en 1926?

No tenía la gran popularidad que alcanzó en la siguiente década del siglo pasado, pero ya había publicado varias novelas y justo en ese año salió a la venta ‘El asesinato de Roger Ackroyd’ que, hablando vulgarmente, había supuesto el primer pelotazo de su carrera literaria. La prensa efectuó un seguimiento muy intenso del caso. Si entonces hubiera habido redes sociales, la noticia hubiera permanecido en primera plana las veinticuatro horas del día. Ella era una autora todavía no consagrada al cien por cien, pero ya era muy conocida tanto en Inglaterra como en Estados Unidos.


Como escritor, ese periodo oscuro, por llamarlo así, me imagino que constituía un material de escritura irresistible, ¿no?

Para cualquier escritor resulta muy atractivo coger esa historia e imaginar qué pudo suceder durante esos días, máxime cuando los propios descendientes de la escritora tampoco han aclarado lo ocurrido. A mí me interesaba mucho mostrarla como una persona cualquiera, con sus miedos, dudas y debilidades y dar a conocer su personalidad más oscura.


Cuentas en ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ que la estrategia a seguir en su desaparición no se le ocurrió a ella, que era la Reina del Suspense, sino a su cuñada.

Sí, es una hipótesis que descubrí investigando en distintas biografías suyas, que apuntaban a la idea de que su cuñada había sido su principal aliada a la hora de planificar esta huida de su casa. A partir de ahí establecí una conexión entre las dos, porque, a pesar de su diferencia de edad, se llevaban estupendamente y existía mucha complicidad entre ellas. Para Agatha su cuñada fue casi tan importante como su propia hermana.


Como ya hemos visto, Agatha Christie no quiso revelar nunca lo sucedido en los once días que estuvo ausente. Puestos a elucubrar, ¿el hecho de que su coche apareciese a menos de una hora de camino del lugar donde se encontraba su esposo Archie con su nuevo amor, no puede indicar unas intenciones poco confesables y por eso ella no quiso hablar nunca de este asunto?

Si no conoces exactamente lo ocurrido, puedes pensar de todo, incluida esa idea que tú comentas. Agatha Christie nunca imaginó que su desaparición tendría una repercusión tan enorme. Al principio, lo tenía todo planificado meticulosamente, pero luego se le fue de las manos. Creo que lo sucedido le sobrepasó, incluidas las sospechas que recayeron sobre su propio marido, del que se llegó a sospechar que podía haberla asesinado.


En su búsqueda participó mucha gente. Incluso Arthur Conan Doyle recurrió a un espiritista para tratar de localizarla. ¿Agatha Christie y Conan Doyle se conocían personalmente?

Sí, Agatha Christie fue una gran admiradora suya y también de Sherlock Holmes. Se conocieron en un acto que tuvo lugar en Torquay en el año 1920, cuando ella todavía era una escritora en ciernes. Ni siquiera había publicado su primera novela, ‘El misterioso caso de Styles’, mientras que Conan Doyle ya era un autor consagrado. A partir de ese encuentro, él siguió su carrera y, a través de un médium, trató de establecer contacto con Agatha para averiguar su paradero. Conan Doyle estaba muy apegado a las prácticas espiritistas tras el fallecimiento de uno de sus hijos en la Gran Guerra.


A la hora de narrar lo has hecho en tercera persona, utilizando capítulos bastante cortos, ¿por qué?

He trabajado con la tercera persona porque me interesaba que todo estuviera narrado por una suerte de cámara, un testigo de lo que sucedía durante las veinticuatro horas del día. Con este recurso me he permitido un distanciamiento con los personajes. Si me hubiera puesto en la piel de Agatha Christie hubiera resultado un relato más parcial y yo pretendía todo lo contrario, que cada personaje tuviera su propia voz. Sobre el segundo aspecto de tu pregunta, te comento que, por la estructura de la novela, vi que con capítulos breves la narración funcionaba muy bien. Les introduje unos finales que enganchasen al lector y le incitaran a leer varios de ellos de un tirón. Hay novelas que los capítulos llegan a las 30 páginas y se detienen mucho en descripciones algo superfluas y yo quería ir al grano, ser conciso y breve. Supongo que mi profesión de periodista también me ha influido a la hora de escribir el libro así.


Incorporo ‘El asesinato de Roger Ackroyd’ de nuevo a la entrevista. ¿Esta novela significó un antes y un después en la carrera literaria de Agatha Christie?

Creo que sí, porque en esta publicación ella rompió todas las reglas de la novela policíaca clásica con su desenlace, ya que prácticamente has de leer hasta el último párrafo para saber quién está detrás del asesinato de Roger Ackroyd. Creo que en esto, Agatha Christie fue también muy avanzada. Arriesgó mucho con este libro, que se sigue considerando una de las grandes obras de la historia del género policiaco, a pesar de que todavía hay muchos lectores que no la conocen. Quizá ello se debe a que, a fecha de hoy no ha aparecido aún un director que ruede una película sobre esta grandísima novela.


¿Existió algún Patrick O’Connelly, con otro nombre, en la vida de Agatha Christie, alguien con el que ella flirteara?

No lo descarto. Obviamente, cuando estuvo con Archie, su primer marido, no creo que tuviera ningún escarceo, pero durante la época entre sus dos matrimonios hubiera podido conocer a alguien más. Después de todo, ella era una persona más romántica de lo que pensamos, no en balde publicó una serie de libros de corte más romántico bajo el seudónimo de Mary Westmacott. Se trata de otro lado distinto de una misma persona y que yo también he querido mostrar en mi novela.


A lo largo de su vida, en algún momento ¿Agatha Christie fue realmente feliz?

Creo que en su primer matrimonio fue muy feliz, especialmente durante la guerra. Después todo se truncó. Con su segundo marido también lo fue, pero estableció con él un tipo de relación basada en la admiración personal, ya que Max Mallowan era un arqueólogo muy destacado. No fue un amor explosivo, sino de admiración mutua. Creo que ella sufrió un aborto y no pudo tener más hijos. Sin duda, Agatha Christie fue una mujer muy especial también en el terreno amoroso.


¿En qué nuevo proyecto literario te vas a embarcar o te has embarcado ya?

Me estoy documentando mucho sobre una figura clave en la historia del cine del siglo XX. Llevo mucho tiempo investigando sobre la vida de este personaje y sus películas. Creo que será una historia fascinante, porque trataré de descubrir aspectos poco conocidos del protagonista.


Después de esta conversación, tengo la impresión de que, al otro lado del teléfono, ha estado un detective del pasado.

Bueno, ahí estamos [sonrisa telefónica]. La verdad es que la mía es una labor bonita y trato de que mis historias lleguen bien acabadas a los lectores para que las puedan disfrutar lo mejor posible. 


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Imágenes: Esther Ramírez Ortiz

«He tratado de mostrar la personalidad más oscura de Agatha Christie, con sus miedos, dudas y debilidades»

Entrevista al escritor sevillano Andrés González-Barba tras la publicación de su nueva novela titulada 'La muerte de Patrick O'Connelly'
Herme Cerezo
martes, 12 de julio de 2022, 13:09 h (CET)

Desde su Sevilla natal, Andrés González-Barba ejerce el periodismo cultural y la literatura. En el territorio de la ficción ha conseguido abrirse ya un hueco consistente, frecuentado tanto por lectores jóvenes como adultos. Su fascinación por los clásicos del género policiaco le ha llevado a profundizar en su conocimiento y a rendir homenaje con sus novelas a autores tan señalados como Arthur Conan Doyle o Robert Louis Stevenson. 


Sin embargo, parecía que a este binomio británico le faltaba algo. Así que para cerrar el círculo, según me cuenta, termina de publicar ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ (Algaida), centrada en los once días que la escritora Agatha Christie anduvo desaparecida. Desde el 3 de diciembre de 1926, tras una fuerte discusión con Archie, su primer marido, nada se sabía de ella. Los medios de comunicación de la época, Scotland Yard y centenares de voluntarios desplegaron una actividad sin límites para averiguar el paradero de la famosa escritora. Los rumores de suicidio se sucedieron, e incluso de asesinato, pero nada se podía confirmar porque el cuerpo de la autora no aparecía por ningún lado. ¿Dónde estuvo Agatha Christie? ¿A qué se dedicó durante ese tiempo? 


A su desaparición hay que sumarle el asesinato de un irlandés, Patrick O’Connelly, acaecido en el Swan Hydropathic Hotel, el balneario donde la autora de ‘El misterioso caso de Styles’ había buscado refugio. 


Sobre esta ficción, bañada en los aromas del thriller, y algunos otros aspectos de la vida de la escritora más vendida del mundo pude conversar con Ángel González-Barba un martes del mes de julio, con la grabadora conectada, una botella de agua fresca al lado y el ventilador a pleno funcionamiento. En el fondo, un ruido de truenos presagiaba la tormenta que iba a caer sobre València, pero que finalmente cambió de rumbo.


IMG 20220403 193348


Andrés, ¿cómo surge la idea de escribir esta novela?

Surgió porque Agatha Christie es una autora muy reconocida en su faceta literaria, la segunda escritora británica más leída detrás de Shakespeare, y a mí me llamaba la atención la existencia de ciertos episodios de su vida que no están suficientemente relatados, como su desaparición en el año 1926, reflejada en los periódicos de entonces y de la que ella, cuando reapareció, nunca quiso hablar. De hecho, ni siquiera lo contó en su propia autobiografía. Así que comencé a documentarme y se me ocurrió escribir una interpretación de lo que pudo suceder durante esos días.


Has escrito novelas relacionadas con autores británicos como Arthur Conan Doyle, Roberto Louis Stevenson y ahora Agatha Christie, ¿qué te atrae de ellos para que bucees en sus atmósferas literarias y construyas esos homenajes tuyos tan interesantes?

Mira, ha sido una etapa que creo haber cerrado con esta novela. Agatha Christie me atrae mucho, porque todos los buenos lectores siempre hemos tenido unos referentes, digamos dentro de la cultura popular, que nos han influido. Nadie puede escapar a la influencia de personajes tan clásicos como Sherlock Holmes, el Doctor Jekyll, John Silver, Hercule Poirot o Miss Marple. Y esta es una forma de rendirles un homenaje a ellos y a sus autores.


En un mundo de literatura negra, cuajado de violaciones, abusos, corrupción y cadáveres descuartizados se agradece una novela detectivesca al viejo estilo, una novela problema. ¿Resulta fácil para un escritor actual ceñirse a este tipo de estructura literaria y nadar contra corriente?

Lo que planteas es cierto. Hoy el que no publica una novela negra parece que va un poco por detrás de las exigencias del mercado, de las editoriales y de los propios lectores. ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ es una novela clásica, en la que establezco un juego. A lo largo de la lectura, yo le voy suministrando al lector una serie de pistas y él ha de resolver el problema para ver quién está detrás del asesinato de Connolly. Por tanto, es una novela muy deudora con el modelo clásico policial y, al mismo tiempo, también le rinde homenaje.


Sin embargo, ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ también tiene un puntito de novela histórica, porque a fin de cuentas retrata un momento determinado de la historia inglesa.

Sí, he intentado ser lo más fiel posible al ambiente de los años veinte, pero sin abrumar al lector con demasiados datos. Doy unas cuantas pinceladas, por ejemplo, cómo vivía esa sociedad, sus aficiones (el golf se estaba poniendo de moda en aquel momento) o que Agatha Christie conducía un coche. Me interesaba una novela lo mejor contextualizada posible, pero sin que ello se convirtiera en un elemento determinante. Solo pretendía que esos detalles ayudaran a mejorar la historia y el desarrollo de los acontecimientos.


Me ha llamado la atención comprobar que Agatha Christie practicó el surf. Por algún sitio he visto alguna fotografía de ella con una tabla.

Sí, es un dato real. Lo leí en su autobiografía. Ella viajó con Archie, su marido, a una gira de trabajo por el Pacífico Sur y lo que cuento en la novela sucedió realmente. Practicaron el surf en Hawái y estuvo a punto de ahogarse. Creo que fue una de las primeras mujeres británicas que se atrevió a hacerlo, lo que nos proporciona una idea de lo adelantada que estaba esta mujer para su época.


PORTADAGLEZBARBA

‘La muerte de Patrick O’Connelly’ empieza de un modo muy canónico: pides que no se revele el desenlace a los futuros lectores, igual que sucede en ‘Testigo de cargo’, la genial película de Billy Wilder, o en ‘La ratonera’, ambas obras de la propia Christie.

Efectivamente, es un juego que yo quería plantear. La reina de Inglaterra fue a ver la película de Wilder y también le pidieron que no revelara el final. A mí me apetecía jugar con ese elemento, justo ahora que están tan de moda los spoilers, y de paso hacer un guiño a esas novelas y películas que has citado. Por cierto, ‘La ratonera’ fue el mejor regalo que Agatha Christie le hizo a su nieto, Mathew Pritchard, ya que le cedió los derechos de autor. Así que, imagínate, porque la obra se sigue representando aún y él continúa percibiendo sus réditos económicos. Es toda una pensión vitalicia.


La desaparición de Agatha Christie despertó un gran revuelo en medio mundo, ¿tan famosa era ya ella en 1926?

No tenía la gran popularidad que alcanzó en la siguiente década del siglo pasado, pero ya había publicado varias novelas y justo en ese año salió a la venta ‘El asesinato de Roger Ackroyd’ que, hablando vulgarmente, había supuesto el primer pelotazo de su carrera literaria. La prensa efectuó un seguimiento muy intenso del caso. Si entonces hubiera habido redes sociales, la noticia hubiera permanecido en primera plana las veinticuatro horas del día. Ella era una autora todavía no consagrada al cien por cien, pero ya era muy conocida tanto en Inglaterra como en Estados Unidos.


Como escritor, ese periodo oscuro, por llamarlo así, me imagino que constituía un material de escritura irresistible, ¿no?

Para cualquier escritor resulta muy atractivo coger esa historia e imaginar qué pudo suceder durante esos días, máxime cuando los propios descendientes de la escritora tampoco han aclarado lo ocurrido. A mí me interesaba mucho mostrarla como una persona cualquiera, con sus miedos, dudas y debilidades y dar a conocer su personalidad más oscura.


Cuentas en ‘La muerte de Patrick O’Connelly’ que la estrategia a seguir en su desaparición no se le ocurrió a ella, que era la Reina del Suspense, sino a su cuñada.

Sí, es una hipótesis que descubrí investigando en distintas biografías suyas, que apuntaban a la idea de que su cuñada había sido su principal aliada a la hora de planificar esta huida de su casa. A partir de ahí establecí una conexión entre las dos, porque, a pesar de su diferencia de edad, se llevaban estupendamente y existía mucha complicidad entre ellas. Para Agatha su cuñada fue casi tan importante como su propia hermana.


Como ya hemos visto, Agatha Christie no quiso revelar nunca lo sucedido en los once días que estuvo ausente. Puestos a elucubrar, ¿el hecho de que su coche apareciese a menos de una hora de camino del lugar donde se encontraba su esposo Archie con su nuevo amor, no puede indicar unas intenciones poco confesables y por eso ella no quiso hablar nunca de este asunto?

Si no conoces exactamente lo ocurrido, puedes pensar de todo, incluida esa idea que tú comentas. Agatha Christie nunca imaginó que su desaparición tendría una repercusión tan enorme. Al principio, lo tenía todo planificado meticulosamente, pero luego se le fue de las manos. Creo que lo sucedido le sobrepasó, incluidas las sospechas que recayeron sobre su propio marido, del que se llegó a sospechar que podía haberla asesinado.


En su búsqueda participó mucha gente. Incluso Arthur Conan Doyle recurrió a un espiritista para tratar de localizarla. ¿Agatha Christie y Conan Doyle se conocían personalmente?

Sí, Agatha Christie fue una gran admiradora suya y también de Sherlock Holmes. Se conocieron en un acto que tuvo lugar en Torquay en el año 1920, cuando ella todavía era una escritora en ciernes. Ni siquiera había publicado su primera novela, ‘El misterioso caso de Styles’, mientras que Conan Doyle ya era un autor consagrado. A partir de ese encuentro, él siguió su carrera y, a través de un médium, trató de establecer contacto con Agatha para averiguar su paradero. Conan Doyle estaba muy apegado a las prácticas espiritistas tras el fallecimiento de uno de sus hijos en la Gran Guerra.


A la hora de narrar lo has hecho en tercera persona, utilizando capítulos bastante cortos, ¿por qué?

He trabajado con la tercera persona porque me interesaba que todo estuviera narrado por una suerte de cámara, un testigo de lo que sucedía durante las veinticuatro horas del día. Con este recurso me he permitido un distanciamiento con los personajes. Si me hubiera puesto en la piel de Agatha Christie hubiera resultado un relato más parcial y yo pretendía todo lo contrario, que cada personaje tuviera su propia voz. Sobre el segundo aspecto de tu pregunta, te comento que, por la estructura de la novela, vi que con capítulos breves la narración funcionaba muy bien. Les introduje unos finales que enganchasen al lector y le incitaran a leer varios de ellos de un tirón. Hay novelas que los capítulos llegan a las 30 páginas y se detienen mucho en descripciones algo superfluas y yo quería ir al grano, ser conciso y breve. Supongo que mi profesión de periodista también me ha influido a la hora de escribir el libro así.


Incorporo ‘El asesinato de Roger Ackroyd’ de nuevo a la entrevista. ¿Esta novela significó un antes y un después en la carrera literaria de Agatha Christie?

Creo que sí, porque en esta publicación ella rompió todas las reglas de la novela policíaca clásica con su desenlace, ya que prácticamente has de leer hasta el último párrafo para saber quién está detrás del asesinato de Roger Ackroyd. Creo que en esto, Agatha Christie fue también muy avanzada. Arriesgó mucho con este libro, que se sigue considerando una de las grandes obras de la historia del género policiaco, a pesar de que todavía hay muchos lectores que no la conocen. Quizá ello se debe a que, a fecha de hoy no ha aparecido aún un director que ruede una película sobre esta grandísima novela.


¿Existió algún Patrick O’Connelly, con otro nombre, en la vida de Agatha Christie, alguien con el que ella flirteara?

No lo descarto. Obviamente, cuando estuvo con Archie, su primer marido, no creo que tuviera ningún escarceo, pero durante la época entre sus dos matrimonios hubiera podido conocer a alguien más. Después de todo, ella era una persona más romántica de lo que pensamos, no en balde publicó una serie de libros de corte más romántico bajo el seudónimo de Mary Westmacott. Se trata de otro lado distinto de una misma persona y que yo también he querido mostrar en mi novela.


A lo largo de su vida, en algún momento ¿Agatha Christie fue realmente feliz?

Creo que en su primer matrimonio fue muy feliz, especialmente durante la guerra. Después todo se truncó. Con su segundo marido también lo fue, pero estableció con él un tipo de relación basada en la admiración personal, ya que Max Mallowan era un arqueólogo muy destacado. No fue un amor explosivo, sino de admiración mutua. Creo que ella sufrió un aborto y no pudo tener más hijos. Sin duda, Agatha Christie fue una mujer muy especial también en el terreno amoroso.


¿En qué nuevo proyecto literario te vas a embarcar o te has embarcado ya?

Me estoy documentando mucho sobre una figura clave en la historia del cine del siglo XX. Llevo mucho tiempo investigando sobre la vida de este personaje y sus películas. Creo que será una historia fascinante, porque trataré de descubrir aspectos poco conocidos del protagonista.


Después de esta conversación, tengo la impresión de que, al otro lado del teléfono, ha estado un detective del pasado.

Bueno, ahí estamos [sonrisa telefónica]. La verdad es que la mía es una labor bonita y trato de que mis historias lleguen bien acabadas a los lectores para que las puedan disfrutar lo mejor posible. 


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Imágenes: Esther Ramírez Ortiz

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