Ante verdaderos dramas como el de la soledad no deseada que, sin ser exclusivo de ellos, de los ancianos, les golpea de manera especial, todos nos debemos sentir invitados a estimar y valorar a las personas mayores, y favorecer que puedan mostrar y ofrecer la riqueza de los años, entendida como la bendición de una larga vida.
El documento “Orientaciones para la pastoral de las personas mayores. La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones”, propone fomentar el diálogo entre generaciones para que los más mayores ayuden a los más jóvenes a levantar la mirada hacia el horizonte y hacia lo alto, presentándoles una vida real, no ficticia. Los jóvenes, por su parte, pueden ayudar a los mayores a sumergirse en el momento presente tan avanzado en el uso de la tecnología y en tantas ramas del conocimiento.
La propuesta es, en definitiva, ver la ancianidad como un tiempo de gracia que puede ser de especial vitalidad, como un auténtico regalo de Dios y nunca como una carga.
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