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‘El caso Francis Blake’ por Jean Van Hamme y Ted Benoit: "El cómic eterno"

Herme Cerezo
Herme Cerezo
lunes, 23 de febrero de 2009, 09:58 h (CET)
Los personajes Blake and Mortimer, ideados por Edgar P. Jacobs, el discípulo más aventajado de Georges Remy, alias Hergé, creador de Tintin (pronúnciese tann-tann), son dos seres de papel y tinta indisolublemente ligados desde hace muchos años al mundo del Cómic. Tanto es así que, fallecido su inventor, la serie ha continuado bajo la mano de otros artistas: V. Sente y A. Juillard y los dos que nos ocupan hoy: el guionista Jean Van Hamme y el ilustrador Ted Benoit.




Portada del cómic.


Blake and Mortimer son dos clásicos del Cómic en el sentido más amplio de la palabra. En primer lugar, son los herederos de la línea gráfica iniciada por Tintin (pronúnciese tann-tann): dibujo claro, con trazo sencillo pero definitorio (en Jacobs y sus continuadores las sombras no ocupan un lugar tan primordial como en otros muchos dibujantes) y fondos directamente extraídos de fotografías o tarjetas postales. Conocido es el afán documental de Hergé para "vestir" los decorados por los que Tintin (pronúnciese tann-tann), Haddock, Milú o Tornasol iban a moverse, decorados trabajados exhaustivamente con líneas rectas y fieles reproducciones de modelos de automóvil, calles de ciudades centroeuropeas, señales de tráfico, carreteras, etcétera. Ambas características son plenamente aplicables a Blake and Mortimer en todas y cada una de sus aventuras. Es muy probable que Jacobs fuese uno de los colaboradores de Hergé encargados de preparar los fondos al maestro belga y es completamente seguro que Jacobs aplicó sistemáticamente la misma metodología de trabajo en cada uno de sus álbumes. Y hablo de Jacobs, pero Ted Benoit continúa en ‘El caso Francis Blake’ manteniendo idéntico esquema. La propia portada del álbum, la cena entre uno de los protagonistas, Blake, y su más acostumbrado antagonista, el pérfido e incombustible Olrik (este malvado personaje presenta exactamente las mismas características que en Tintin (léase tann-tann) ostentaba el eterno conspirador Rastapopoulos), enmarcada tras los cristales de un ventanal de tres hojas, escrupulosamente trazado a escuadra, absolutamente realista, sin concesiones a la galería, ni a la improvisación, todo calculado y milimetrado, constituye toda una declaración de los principios artísticos por los que se regirán los dibujos que vamos a encontrar en las páginas del álbum. Por cierto, es admirable la capacidad de sus sucesores para perpetuar con enorme fidelidad los rasgos faciales de los protagonistas, tanto que en muchas ocasiones resulta sumamente difícil asignar determinados rostros al propio Jacobs o a alguno de sus continuadores.

‘El caso Francis Blake’ es una historia de espionaje en la que el peso principal de la acción descansa sobre Blake quien, tras la detención del agente de una potencia extranjera y su consecuente confesión, se enfrasca en desenmascarar "topos" dentro de su propia red de espionaje, que amenaza con poner en peligro la seguridad de Inglaterra, país eterno para tramas de la guerra secreta. El guión de Van Hamme se me antoja muy bien tejido, capaz de llevar la acción hacia aparentes callejones sin salida, de colocar al protagonista en situaciones de difícil solución que, sin embargo, resuelve, en la mayoría de los casos, con soltura y suficiente verosimilitud (siempre hay algún "gancho de izquierda" que pueda sobrar, pero en general las soluciones puestas en práctica por el guionista son correctas).

‘El caso Francis Blake’, al igual que los otros álbumes que completan la colección (no muy extensa por cierto, a pesar que hayan sido dos guionistas y tres dibujantes, incluido Jacobs, los que han trabajado en ella) es cómic del género de aventuras, cómic eterno, trepidante, en el que los protagonistas corren peligro, en el que los protagonistas son acusados de hechos o crímenes que no cometieron, en el que Blake and Mortimer luchan por conservar y asegurar la paz mundial, en el que siempre un malvado perenne, el ya citado Olrik, permanece al acecho para someterlos a mil y una pruebas, en el que Blake and Mortimer siempre resultan victoriosos en el último momento.

Las correrías de Blake and Mortimer se enmarcan, como ya escribí líneas atrás, en la Inglaterra posterior a la Segunda Guerra Mundial, entre los años cuarenta y finales de los cincuenta del pasado siglo. En este sentido, es un cómic de época, de esa época en la que en los Estados Unidos triunfaba el cine negro (Hammet, Chandler, Bogart, Mitchum, Edward G. Robinson), mientras en Europa Tintin (léase tann-tann) comenzaba a abrirse paso tras ser exonerado Hergé de las acusaciones de colaboracionista nazi, que le mantuvieron apartado de su oficio de dibujante hasta unos años después de concluida la contienda bélica. Y, si los cómics de Tardi, no son sino un pretexto para desarrollar tramas en la superficie de su auténtico protagonista, París, la capital francesa, los de Jacobs y continuadores utilizan Londres y todo lo que significa lo británico como telón de fondo para sus aventuras. Es cierto que la capital inglesa no ocupa en estos álbumes el mismo protagonismo que París en los de Tardi, pero también es cierto que Londres le aporta una pincelada de sabor extra, ese toque ritual metódico y costumbrista que los británicos siempre han sabido explotar muy bien (desde el propio Dickens, por ejemplo, acentuando su ritualidad en los libros de Sir Arthur Conan Doyle, de Ágatha Christie o la propia P.D. James por citar un caso más reciente). No hay más que ver como, hasta en los momentos más complicados, Blake es capaz de pedir que le sirvan un sherry, mientras le encañonan con su pistola, o Mortimer, en plena huida, disfrazado de lugareño, es capaz de conservar incólume su inseparable pipa.

Y poco más, sólo añadir que Benoit y Van Hamme publicaron otro álbum, también espléndido, en la colección: ‘La extraña cita’, libro al que no está de más echarle un vistazo porque le es de aplicación todo lo comentado sobre ‘El caso Francis Blake’. Ambos títulos no defraudarán en absoluto a lo seguidores de esta peculiar pareja de investigadores o desfacedores de entuertos, como prefieran llamarles. Léanlos y lo comprobarán.

‘El caso Francis Blake’ de Van Hamme y Benoit, según los personajes de Edgar P. Jacobs.

Norma Editorial
68 páginas, 16 euros.

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