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La mina que regresa del silencio. Aguablanca

La reapertura de la mayor reserva de níquel del continente tiene ya fecha tentativa: el último trimestre de este mismo año
María del Carmen Calderón Berrocal
jueves, 12 de junio de 2025, 08:43 h (CET)


Aguablanca es ese nombre dormido en las entrañas de Monesterio, que resucita. Y lo hace con estruendo. No con el alboroto de los viejos tiempos mineros, ni con el humo de la industria sucia que devoraba montes, ríos y pulmones, sino con la firmeza sigilosa de la nueva minería: aquella que, al menos sobre el papel, promete excavar sin ensuciar. Casi un oxímoron. Pero uno que, al parecer, Europa está dispuesta a creer.



Unnamed


Tras más de tres años de papeleo, informes, revisiones y con la lupa de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir clavada sobre cada poro del terreno, la reapertura de la mayor reserva de níquel del continente tiene ya fecha tentativa: el último trimestre de este mismo año.


La empresa Río Narcea, dueña del tesoro subterráneo, asegura que la explotación será subterránea, tecnológicamente puntera y con un “impacto cero” en el medioambiente. Un milagro industrial que promete no tocar ni una gota de agua de fuera; todo se reciclará, todo será reconducido, todo será limpio. Eso dicen, al menos.


Alejandro Ayala, el presidente de la compañía, ha hablado con tono de manifiesto pronunciándose sobre que Aguablanca será un “referente internacional” de lo que debe ser la minería en tiempos de transición energética.


Europa le ha dado el sello de estratégica, junto con las minas de litio en Cañaveral y el wolframio en Almoharín. Extremadura, de pronto, se coloca en el tablero grande, como peón vital en la guerra por la soberanía energética del viejo continente.


La mina vuelve, pero no sola, porque trae consigo 330 empleos directos y una promesa de dinamismo para toda la comarca.


La alcaldesa de Monesterio, Loli Vargas, se ha ganado el derecho a sonreír porque no ha sido un camino fácil. La reapertura se ha cocido a fuego lento, con la espada normativa siempre encima, pero hoy puede proclamar, con cierto orgullo, que su pueblo será ejemplo de sostenibilidad minera. "Es una mina que da confianza", ha dicho y queremos creerla.


El dato no es menor, ya que Aguablanca no parte desde cero.


Lo cerrado hace diez años se ha mantenido en letargo, no en ruina. Según Ayala, la puesta a punto será cuestión de meses. Lo interesante, sin embargo, va más allá del subsuelo. Es la apuesta por cerrar el ciclo productivo sin que el valor añadido se escape.


El mineral que salga de Aguablanca será procesado en Cañaveral de León, convertido en litio en Las Navas y rematado en condensadores en Badajoz. Todo en casa. Extremadura como fábrica integral de futuro energético. Una rareza en un país acostumbrado a ver cómo sus recursos parten hacia otros destinos.


Treinta millones de euros de inversión, una década prevista de actividad y un horizonte donde el níquel y el cobre se entreveran con el discurso del hidrógeno verde. En Monesterio, la “sorpresa” y la “ilusión” son ahora las palabras del día. Y puede que tengan razones para ello porque lo que vuelve, no es solo una mina, es la posibilidad de que el pueblo deje de mirar con resignación al pasado para empezar, al menos, a imaginar un futuro.


Hay muchos ángulos desde los que se puede profundizar sobre la reapertura de la mina de Aguablanca.


Contexto económico y geoestratégico


Reindustrialización de España y Europa. En un momento en el que Europa busca reducir su dependencia de materias primas críticas procedentes de países como China o Rusia, Aguablanca cobra una importancia singular. El níquel es clave para baterías de vehículos eléctricos, componentes electrónicos y tecnologías verdes.


El papel de Extremadura en la transición energética. Aguablanca no es un caso aislado. La región se está convirtiendo en un nodo clave con proyectos de litio, plantas de hidróxido y posibles infraestructuras de hidrógeno verde. ¿Estamos ante un nuevo “triángulo energético”? El tiempo lo dirá.


Esa es una pregunta muy pertinente y sugerente y la respuesta corta sería: sí, podría hablarse de un nuevo "triángulo energético" en Extremadura, siempre que se consoliden los proyectos actualmente en desarrollo. Extremadura, históricamente una región periférica en términos de desarrollo industrial, está emergiendo como un foco estratégico en la nueva economía verde europea, gracias a tres pilares que se están consolidando en su territorio:


Minería crítica y estratégica


- Aguablanca (níquel y cobre, en Monesterio). Reabierta con tecnologías de bajo impacto, considerada estratégica por la UE.

- Cañaveral (litio). Con el proyecto de mina y planta de hidróxido de litio, destinado al suministro de baterías.

- Almoharín (wolframio). Mineral clave en aplicaciones tecnológicas e industriales.


Estas minas no solo extraen minerales estratégicos, sino que algunas también comienzan a procesarlos in situ, lo que evita exportar el valor añadido.


Transformación industrial


- Planta de hidróxido de litio en Las Navas (Cañaveral). Fundamental para la fabricación de baterías.

- Planta de condensadores en Badajoz. Parte del cierre de ciclo, orientada a componentes clave para movilidad eléctrica y almacenamiento energético.


Este tejido emergente busca romper con la vieja lógica extractivista y apostar por industrialización descentralizada en clave regional.


Energías renovables e hidrógeno verde


- Extremadura ya destaca por ser una de las mayores generadoras solares del país.

- Existen proyectos piloto e industriales de hidrógeno verde, algunos vinculados a la reconversión de antiguas instalaciones térmicas.

- Se proyecta como un exportador energético neto, incluso con interconexiones transfronterizas con Portugal.


¿Por qué llamarlo “triángulo energético”?


La expresión sugiere una estructura territorial coherente, que:


Integra extracción, transformación y aplicación industrial

Articula desarrollo rural e innovación

Conecta recursos naturales con estrategia europea


Así como en otras partes del mundo se habla del "triángulo del litio" (Chile-Argentina-Bolivia) o del “corredor del hidrógeno” en Alemania y Países Bajos, Extremadura podría posicionarse como un nodo estratégico del sur de Europa, con una triple apuesta:


Recursos minerales clave

Infraestructura energética verde

Desarrollo industrial asociado


Condiciones para que ese “triángulo” sea real y sostenible


Para consolidarse, este modelo necesita:


Seguridad jurídica y estabilidad regulatoria

Inversión en formación técnica y capital humano local

Participación ciudadana y control ambiental efectivo

Infraestructura logística (ferrocarril, carreteras, interconexiones)


Empleo y vertebración territorial


- 330 empleos directos. Es un impacto significativo en una comarca rural como la de Monesterio. Además, habría que sumar empleos indirectos ligados al transporte, mantenimiento, servicios... y aquellos ligados también al procesamiento en otras localidades extremeñas.

- Fijar población en la “España vaciada”. Este proyecto podría convertirse en un modelo de cómo la industria puede generar oportunidades fuera de los grandes polos urbanos. SATURADOS. En los que se hace difícil la vida tranquila, pero no por eso “la España vaciada” tiene que perder identidad, algo que no debe permitirse bajo ningún concepto. También hay que preguntarse por las garantías de que esos empleos sean estables y de calidad, como corresponde.


Retos ambientales y sociales


- ¿“Impacto cero” es realista esta idea? Aunque se promete un uso cerrado del agua y sin vertidos, la minería —incluso subterránea— siempre acarrea riesgos. ¿Cómo se auditará ese “impacto cero”? ¿Habrá participación ciudadana en el seguimiento?

- Confianza vs. Escepticismo. Aunque la alcaldesa y la empresa afirman que se han cumplido todos los requisitos, muchas veces los proyectos mineros generan recelo por experiencias pasadas. ¿Qué opina la población local? ¿Hay división de opiniones?


Valor añadido: ¿cambio de modelo?


- Tradicionalmente, España ha sido exportadora de materias primas sin transformar. La apuesta de Río Narcea por tratar el mineral en Extremadura, con cadena de valor integrada, podría ser una revolución industrial en clave regional.

- ¿Y si este modelo se replicara en otros sectores? Si Aguablanca demuestra ser rentable, sostenible y socialmente aceptable, podría marcar un camino para otras zonas mineras en desuso en España o Europa, que son muchas.


Perspectiva política y europea


- La designación como “estratégica” por la UE da acceso a financiación, visibilidad y protección frente a vaivenes geopolíticos. Esto no solo implica recursos, sino también responsabilidades: transparencia, cumplimiento de normas, y objetivos sociales claros.

- El papel de la Junta de Extremadura y del Gobierno central también podría analizarse: ¿Cómo han facilitado o condicionado este proceso?


Hacia dónde va todo esto


¿Qué pasará dentro de diez años, cuando se agoten las reservas? ¿Está contemplado un plan de desmantelamiento o reconversión de la infraestructura? ¿Se prevé una segunda vida para las instalaciones (energía, almacenamiento, etc.)?

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