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¿Por qué el Tribunal Constitucional, después de más de diez años, no ha resuelto los recursos presentados contra el aborto?

Despolitizar la vida

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El castigo como solución, en política, es cortedad, es desconocimiento, es un atajo social para ocultar la auténtica realidad humana.


Siempre hemos oído decir a los “pedagogos profesionales”, que el castigo nunca era la solución… Los problemas se arreglan con “conocimiento objetivo” de sus causas y con los “remedios personales y sociales”.


En el caso del ABORTO, primero, deberían los profesionales explicar los que es, sus matices, su recorrido humano y su trascendencia jurídico-moral. Ese conocimiento, no debe conseguirse tras un curso acelerado por circunstancias concretas, sino debería formar parte de la enseñanza obligatoria “despolitizada”.


La palabra “ABORTAR” tiene bastantes sinónimos: interrumpir, abandonar, fracasar, terminar, detener, poner fin… El concepto “ABORTAR” y sus todos sus sinónimos exigen “motivación, decisión y responsabilidad”. Cuando ese concepto lo aplicamos a la “CONCEPCIÓN” de una VIDA, aparece un nuevo concepto filosófico-moral: ¿Qué prevalece, el derecho a la vida del no nacido o la salud de la persona embarazada voluntariamente o de forma violenta?


Centrar el problema en las “fases de un embarazo” con resultado de un “neonato”, es simplificar la grandiosa realidad de la CONCEPCIÓN. Colocar semillas en tierra fértil es colocar los “genes” personalizados de la vida.


Lógicamente, filosóficamente, no podemos afirmar que todos los profesionales estudiosos de la materia deban coincidir; tampoco es normal que se “castigue” al que, pensando de distinta manera, se oponga a determinadas interpretaciones y actuaciones relativas al concepto ABORTO.


Cuando metemos los problemas en el “Hemiciclo Social”, Congreso o Parlamento, las realidades tienden a tener matices subjetivos de muchas y variadas “minorías”, influyentes políticamente.

No es, pues, políticamente correcto legislar sobre temas en los que únicamente los profesionales tienen conocimientos suficientes y objetivos.


Si todo fuera tan fácil, como CASTIGAR al que fastidia a “un amigo”…, ¿Por qué el Tribunal Constitucional, después de más de diez años, no ha resuelto los recursos presentados contra el ABORTO?


POLITIZAR, es meterse en tierras ajenas a resolver cosechas desconocidas. El resultado siempre será “un barbecho” ignorante y empobrecedor. Si queremos POLITIZAR una VIDA SOCIALMENTE SANA y CON FUTURO…


Politicemos las ayudas a las realidades…

Politicemos la educación objetiva de la Concepción…

Politicemos el desarrollo de todos los neonatos nacidos por embarazos no queridos…

Pero… No politicemos la destrucción, porque eso es “MATAR AL RUISEÑOR”.

Despolitizar la vida

¿Por qué el Tribunal Constitucional, después de más de diez años, no ha resuelto los recursos presentados contra el aborto?
Ángel Alonso Pachón
sábado, 16 de abril de 2022, 10:57 h (CET)

El castigo como solución, en política, es cortedad, es desconocimiento, es un atajo social para ocultar la auténtica realidad humana.


Siempre hemos oído decir a los “pedagogos profesionales”, que el castigo nunca era la solución… Los problemas se arreglan con “conocimiento objetivo” de sus causas y con los “remedios personales y sociales”.


En el caso del ABORTO, primero, deberían los profesionales explicar los que es, sus matices, su recorrido humano y su trascendencia jurídico-moral. Ese conocimiento, no debe conseguirse tras un curso acelerado por circunstancias concretas, sino debería formar parte de la enseñanza obligatoria “despolitizada”.


La palabra “ABORTAR” tiene bastantes sinónimos: interrumpir, abandonar, fracasar, terminar, detener, poner fin… El concepto “ABORTAR” y sus todos sus sinónimos exigen “motivación, decisión y responsabilidad”. Cuando ese concepto lo aplicamos a la “CONCEPCIÓN” de una VIDA, aparece un nuevo concepto filosófico-moral: ¿Qué prevalece, el derecho a la vida del no nacido o la salud de la persona embarazada voluntariamente o de forma violenta?


Centrar el problema en las “fases de un embarazo” con resultado de un “neonato”, es simplificar la grandiosa realidad de la CONCEPCIÓN. Colocar semillas en tierra fértil es colocar los “genes” personalizados de la vida.


Lógicamente, filosóficamente, no podemos afirmar que todos los profesionales estudiosos de la materia deban coincidir; tampoco es normal que se “castigue” al que, pensando de distinta manera, se oponga a determinadas interpretaciones y actuaciones relativas al concepto ABORTO.


Cuando metemos los problemas en el “Hemiciclo Social”, Congreso o Parlamento, las realidades tienden a tener matices subjetivos de muchas y variadas “minorías”, influyentes políticamente.

No es, pues, políticamente correcto legislar sobre temas en los que únicamente los profesionales tienen conocimientos suficientes y objetivos.


Si todo fuera tan fácil, como CASTIGAR al que fastidia a “un amigo”…, ¿Por qué el Tribunal Constitucional, después de más de diez años, no ha resuelto los recursos presentados contra el ABORTO?


POLITIZAR, es meterse en tierras ajenas a resolver cosechas desconocidas. El resultado siempre será “un barbecho” ignorante y empobrecedor. Si queremos POLITIZAR una VIDA SOCIALMENTE SANA y CON FUTURO…


Politicemos las ayudas a las realidades…

Politicemos la educación objetiva de la Concepción…

Politicemos el desarrollo de todos los neonatos nacidos por embarazos no queridos…

Pero… No politicemos la destrucción, porque eso es “MATAR AL RUISEÑOR”.

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