Francisco, el Papa, señalaba que, con demasiada frecuencia, prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir, sin darnos cuenta de que no dependemos de nuestro bienestar sino de quien da la vida y la lleva a su cumplimiento de justicia y felicidad. Con el gesto de recibir la ceniza en la cabeza el primer día de cuaresma, el sacerdote nos recuerda la seriedad de la vida, que es dramática porque a cada paso somos invitados a decidir por el bien.
Para ello necesitamos, como dice Francisco, escuchar asiduamente la Palabra de Dios para responder al don de ser colaboradores suyos obrando el bien. Para no cansarnos de hacer el bien, no nos cansemos de orar, insiste el Papa, porque pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una falsa y peligrosa ilusión.
|