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La compañía de teatro Yeses, una experiencia con convictas que trasgrede las reticencias sociales

La mejor actuación contra el estigma social

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Presentación1

Fotografía cedida por la compañía Teatro Yeses 


«Algunas personas quizá no me saluden cuando salga, otras, lo sé, me mirarán y me señalarán, pero actuar me ha dado seguridad para enfrentarme a eso. Jamás pensé que sería capaz de ponerme frente a otras personas y ejercer de actriz», esto es lo que dice una de las reclusas de la Prisión de Alcalá- Meco, Madrid I (Mujeres), que se encuentra realizando una gira con la compañía Yeses en la Comunidad de Madrid con la obra “Descalzas”, una adaptación de teatro clásico, ubicada temporalmente en el siglo XVI. En ella, se representa la lucha de Teresa de Jesús y sus hermanas descalzas frente al inquisidor, alarmado por el contenido del Libro de la vida de Teresa. El argumento, feminista, reivindicativo y con pinceladas muy bien mezcladas de crítica y comedia, encaja como anillo al dedo con unas mujeres reclusas que luchan, desde su posición, por no ser señaladas y castigas por sus circunstancias.


En esta compañía, nacida en 1985 en la antigua prisión de Yeserías (Arganzuela), de ahí viene su nombre, decidieron llevar más allá su pasión por el teatro y la realización de un taller penitenciario. No hay que engañarse, recuerdan desde la compañía, el proceso de selección dentro de prisión es duro. Se buscan mujeres que sean capaces de superarse, abstraerse de su situación vital— que no es poco — y, por supuesto, que tengan madera de actrices. 


El proceso es el mismo que el que debe superar cualquier otro actor de teatro: una audición en la que se valoran sus habilidades interpretativas y encaje en la obra y, claro está, capacidad para echarle muchas horas a la práctica, actuación y memorización del papel. Ensayan entre cuatro y cinco horas diarias entre semana, máslas actuaciones de los fines de semana. Un esfuerzo titánico cuando, además, te levantas a las cinco y media de la mañana cada día para hacer el pan del centro penitenciario, cuenta una de las mujeres. 


En la compañía, dirigida por Elena Cánovas, han colaborado actores consagrados como Santiago Segura, Juan Luis Galiardo, Juan Imedio o Antonia San Juan, entre otros, cuestión que muestra la apuesta de la compañía por unas artes escénicas de calidad y profesionales.


Muchas de las personas del entorno de las presas, comentan, se sorprenden de que unas mujeres que se encuentran cumpliendo condena puedan salir de forma habitual de prisión para realizar una gira por su entorno e, incluso, ir a festivales de teatro profesional a otras comunidades, como hace esta compañía. 


El artículo 25.2 de nuestra Constitución dice, de forma textual, que: “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social”. Es decir, los presos deben ser rehabilitados y reconducidos a una integración efectiva.Sin embargo, la reinserción de los reclusos españoles sigue siendo una pata coja dentro del sistema penitenciario y no es la única laguna que tiene. 


Otra cuestión, y no es nimia, es el recelo social al que se enfrentan las mujeres al conocerse que cumplen condena. Mucha gente, más aún las posibles víctimas de los delitos cometidos por ellas, podrían pensar en lo injusto de este tipo de medidas que pueden parecer laxas. Una Ley del Talión, en la que, si yo he perdido, tú debes perder aún más. Pero, como alguna de estas actrices cuenta al terminar la función, ellas se sienten orgullosas de estar cumpliendo su condena. — Una frase que se repite como mantra cada vez que me he entrevistado con personas que han pisado una prisión—. Han asumido su culpa y resarcen sus delitos según marcan las leyes. Otros, recuerdan con cierta acritud, jamás lo llegan a hacer con honestidad. Y es que el cumplir su pena, por curioso que parezca, es un punto débil para las reas por lo que suponepara ellas y su entorno, pero, también, una fortaleza mental. Un clavo ardiendo, una ambivalencia lógica del que sabe que está cumpliendo penitencia por las cuentas pendientes que tenía con su pasado.


Quizá el público más difícil que se encuentren estas mujeres no sea el que tienen frente a ellas cuando se levanta el telón y reciben miradas expectantes desde el patio de butacas, sino un rechazo social, familiar e, incluso, institucional, una vez que se abre el telón en forma de puerta de metal de sus celdas y deben retomar su pasado, presente y futuro fuera de la cárcel. La actuación, según cuentan, les sirve para encajar en nuevos roles, aprender a soportar los nervios y gestionar mejor lapresión. El ensayo de tener un contacto con la sociedad, fuera de la ciudad intramuros de Alcalá I, es, sin género de dudas, beneficioso para su estado mental y su inclusiónsocial final.


A los espectadores les puedo decir una cosa: no se lleven a engaño, vista la función, sentado en el patio de butacas, el espectador no verá más que a unas mujeres actrices que se meten en un papel y, por qué no decirlo, lo hacen muy bien. La interpretación de estas actrices no es tan diferente a la actuación que muchas personas representamos en la vida real. Si acaso, nuestra diferencia con las protagonistas de la obra de “Descalzas” es que muchosactuamos con menos gracia y sin ataviarnos con ningún vestuario o rodearnos de atrezo monacal.


Mucha mierda a esta compañía y a sus actrices. Mucha reinserción a estas mujeres. 

La mejor actuación contra el estigma social

La compañía de teatro Yeses, una experiencia con convictas que trasgrede las reticencias sociales
Jorge Sevillano González
miércoles, 23 de marzo de 2022, 11:45 h (CET)

Presentación1

Fotografía cedida por la compañía Teatro Yeses 


«Algunas personas quizá no me saluden cuando salga, otras, lo sé, me mirarán y me señalarán, pero actuar me ha dado seguridad para enfrentarme a eso. Jamás pensé que sería capaz de ponerme frente a otras personas y ejercer de actriz», esto es lo que dice una de las reclusas de la Prisión de Alcalá- Meco, Madrid I (Mujeres), que se encuentra realizando una gira con la compañía Yeses en la Comunidad de Madrid con la obra “Descalzas”, una adaptación de teatro clásico, ubicada temporalmente en el siglo XVI. En ella, se representa la lucha de Teresa de Jesús y sus hermanas descalzas frente al inquisidor, alarmado por el contenido del Libro de la vida de Teresa. El argumento, feminista, reivindicativo y con pinceladas muy bien mezcladas de crítica y comedia, encaja como anillo al dedo con unas mujeres reclusas que luchan, desde su posición, por no ser señaladas y castigas por sus circunstancias.


En esta compañía, nacida en 1985 en la antigua prisión de Yeserías (Arganzuela), de ahí viene su nombre, decidieron llevar más allá su pasión por el teatro y la realización de un taller penitenciario. No hay que engañarse, recuerdan desde la compañía, el proceso de selección dentro de prisión es duro. Se buscan mujeres que sean capaces de superarse, abstraerse de su situación vital— que no es poco — y, por supuesto, que tengan madera de actrices. 


El proceso es el mismo que el que debe superar cualquier otro actor de teatro: una audición en la que se valoran sus habilidades interpretativas y encaje en la obra y, claro está, capacidad para echarle muchas horas a la práctica, actuación y memorización del papel. Ensayan entre cuatro y cinco horas diarias entre semana, máslas actuaciones de los fines de semana. Un esfuerzo titánico cuando, además, te levantas a las cinco y media de la mañana cada día para hacer el pan del centro penitenciario, cuenta una de las mujeres. 


En la compañía, dirigida por Elena Cánovas, han colaborado actores consagrados como Santiago Segura, Juan Luis Galiardo, Juan Imedio o Antonia San Juan, entre otros, cuestión que muestra la apuesta de la compañía por unas artes escénicas de calidad y profesionales.


Muchas de las personas del entorno de las presas, comentan, se sorprenden de que unas mujeres que se encuentran cumpliendo condena puedan salir de forma habitual de prisión para realizar una gira por su entorno e, incluso, ir a festivales de teatro profesional a otras comunidades, como hace esta compañía. 


El artículo 25.2 de nuestra Constitución dice, de forma textual, que: “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social”. Es decir, los presos deben ser rehabilitados y reconducidos a una integración efectiva.Sin embargo, la reinserción de los reclusos españoles sigue siendo una pata coja dentro del sistema penitenciario y no es la única laguna que tiene. 


Otra cuestión, y no es nimia, es el recelo social al que se enfrentan las mujeres al conocerse que cumplen condena. Mucha gente, más aún las posibles víctimas de los delitos cometidos por ellas, podrían pensar en lo injusto de este tipo de medidas que pueden parecer laxas. Una Ley del Talión, en la que, si yo he perdido, tú debes perder aún más. Pero, como alguna de estas actrices cuenta al terminar la función, ellas se sienten orgullosas de estar cumpliendo su condena. — Una frase que se repite como mantra cada vez que me he entrevistado con personas que han pisado una prisión—. Han asumido su culpa y resarcen sus delitos según marcan las leyes. Otros, recuerdan con cierta acritud, jamás lo llegan a hacer con honestidad. Y es que el cumplir su pena, por curioso que parezca, es un punto débil para las reas por lo que suponepara ellas y su entorno, pero, también, una fortaleza mental. Un clavo ardiendo, una ambivalencia lógica del que sabe que está cumpliendo penitencia por las cuentas pendientes que tenía con su pasado.


Quizá el público más difícil que se encuentren estas mujeres no sea el que tienen frente a ellas cuando se levanta el telón y reciben miradas expectantes desde el patio de butacas, sino un rechazo social, familiar e, incluso, institucional, una vez que se abre el telón en forma de puerta de metal de sus celdas y deben retomar su pasado, presente y futuro fuera de la cárcel. La actuación, según cuentan, les sirve para encajar en nuevos roles, aprender a soportar los nervios y gestionar mejor lapresión. El ensayo de tener un contacto con la sociedad, fuera de la ciudad intramuros de Alcalá I, es, sin género de dudas, beneficioso para su estado mental y su inclusiónsocial final.


A los espectadores les puedo decir una cosa: no se lleven a engaño, vista la función, sentado en el patio de butacas, el espectador no verá más que a unas mujeres actrices que se meten en un papel y, por qué no decirlo, lo hacen muy bien. La interpretación de estas actrices no es tan diferente a la actuación que muchas personas representamos en la vida real. Si acaso, nuestra diferencia con las protagonistas de la obra de “Descalzas” es que muchosactuamos con menos gracia y sin ataviarnos con ningún vestuario o rodearnos de atrezo monacal.


Mucha mierda a esta compañía y a sus actrices. Mucha reinserción a estas mujeres. 

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