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El hierro es uno de los nutrientes que presenta mayores carencias durante la infancia. Durante los primeros seis meses de vida con la lactancia materna, se ha demostrado que no es necesaria una suplementación con hierro. Sin embargo, una vez que se introduce la alimentación complementaria conviene vigilar que haya un aporte suficiente de hierro y otros nutrientes para favorecer un óptimo desarrollo del bebé, especialmente en esta etapa con una alta tasa de crecimiento para el bebé.
Las actuales recomendaciones de las sociedades médicas en cuanto a la alimentación de los bebés indican que un exceso de alimentos proteicos en los primeros años de vida se asocia con obesidad posterior. Por tanto, para contrarrestar esta relación entre ingesta proteica y obesidad se suele indicar la reducción del aporte de proteínas de alto valor biológico de la dieta, como carnes o pescados, y que también son fuentes importantes de hierro. Esto puede producir una ingesta deficitaria de este mineral, que desempeña un papel clave en el desarrollo del bebé.
Para evitar posibles carencias “conviene complementar la dieta con alimentos ricos en hierro” aconseja el Dr. Vitoria Miñana, pediatra jefe de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías del Hospital La Fe de Valencia y presidente del Comité de Expertos del Observatorio Blevit, quién señala que “los cereales infantiles pueden ser un complemento ideal para alcanzar la ingesta diaria recomendada de algunos nutrientes como el hierro, que con otras alternativas no se llegan a alcanzar”.
Según la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) las necesidades diarias de hierro en lactantes entre los 6 y los 12 meses son de 8 mg al día. Con la ingesta de 20 o 40 g diarios de alimentos proteicos se logra un aporte de este mineral entre 0,3 y 2,4 mg.
Los cereales infantiles pueden lograr un aporte similar. Una ración de 25 gramos de cereales aporta entre 2 y 2,5 mg de hierro, mientras que con otras alternativas se obtiene un aporte menor que hace muy difícil alcanzar la ingesta diaria recomendada de hierro, como sucede con las papillas caseras de avena (0,9 mg) o de arroz integral (0,11 mg).
Los cereales infantiles, fundamentales al inicio de la alimentación complementaria
Según el “Estudio sobre el papel de los cereales en la nutrición infantil” elaborado por el Observatorio Blevit, más del 70% de los pediatras consideran que el consumo de papillas de cereales es importante al inicio de la alimentación complementaria y destacan como principales beneficios su papel fundamental en el desarrollo y crecimiento del bebé, ya que son una fuente de nutrientes importantes durante esta etapa como el hierro, la fibra y las vitaminas. Además, suponen un gran aporte de energía y vitalidad para cubrir las necesidades energéticas del bebé, y de hidratos de carbono, que en una dieta equilibrada deben aportar el 40% de la energía.
Asimismo, se emplea una mayor cantidad de grano completo o cereales integrales, que aportan más fibra, sin afectar a la digestibilidad de las papillas. Según un estudio sobre los cereales infantiles realizado en España, la toma de 25 o 30 g de cereales infantiles al día no aporta más del 5% de azúcar de la ICT (ingesta calórica total), acorde con las recomendaciones actuales de la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición) sobre la ingesta de azúcares libres en los 2 primeros años de vida.
Más de 11 millones de personas en España sufren enfermedades reumáticas, según los datos de prevalencia del último estudio EPISER. No obstante, a pesar de ser enfermedades muy comunes (afectan a 1 de cada 4 personas adultas en nuestro país) siguen siendo grandes desconocidas y se rodean de falsas creencias como aquella que las relaciona en su mayoría con personas mayores.
En España se estima que el Lupus Eritematoso Sistémico (LES) tiene una prevalencia del 0,21% de adultos, lo que supone más de 75.000 afectados aproximadamente, aunque esta enfermedad también puede debutar en la infancia. Entre sus causas se ha descrito que influye la genética, pero también se han asociado algunos factores desencadenantes de la enfermedad como las infecciones, el cambio hormonal o la radiación solar.
En la mayoría de las enfermedades subyacen defectos o condicionantes genéticos heredados (enfermedades mendelianas), o adquiridos (enfermedades multifactoriales), que desempeñan un papel importante en el desarrollo y la gravedad de las patologías endocrinológicas.
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