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Herme Cerezo

‘Tannöd, el lugar del crimen’ de Andrea Maria Schenkel, algo más que un buen debut

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Basado en un suceso real, ‘Tanöd, el lugar del crimen’ es la historia de un asesinato en grupo acaecido en Tannöd (Alemania), unos diez años después de haber concluido la II Guerra Mundial. La autora no explicita claramente la fecha de los hechos, con lo cual nos inocula la duda de si efectivamente estamos ante un relato cierto o inventado, primera de las muchas cualidades que posee la obra.

Andrea Maria Schenkel, que debuta con esta novela, se ha encaramado con fuerza a la lista de libros más vendidos en Alemania, su país de origen, donde además ha obtenido los prestigiosos premios Alemán de Novela Negra 2007 y Friedrich-Glauser 2007 a la primera obra, habiendo sido nominada asimismo al premio de los lectores Corine 2007. Schenkel, con enorme destreza, ha construido una trama basada en fragmentos independientes – los llamo así en vez de capítulos porque no van numerados – , con estructura anular, que van alineándose uno tras otro hasta completar el anillo y cerrar la historia. Al frente de cada uno de ellos, encontramos el nombre de un personaje que tuvo algo que ver, aunque fuera remotamente, con el crimen perpetrado.

Estos fragmentos individuales, unidos por el vínculo común de los Danner, la familia asesinada, aportan detalles complementarios que dan color al paisaje, a los nombres y a los hechos. Schenkel hace que cada fragmento sume un matiz, un detalle nuevo, al cuerpo central de la novela. De este modo consigue que la historia no se detenga sino que avance de modo conveniente. El resultado es una estructura imperceptiblemente dinámica, nada ralentizada. El lector no se duerme, al contrario, página a página abre un poco más los ojos, atacado por la avidez de conocerlo todo. Y esto es algo importante en tiempos como los actuales, donde relatos enciclopédicos y mastodónticos corren disfrazados de novelas policiales. Lo que, a mi juicio, constituye un craso error, puesto que el relato policial ha de ser un ente activo, eminentemente vivo, y si se puede, de distancias medias, bien alejado de los maratones pagineros a los que aludía antes.

La voz narrativa alterna la tercera persona con una especie de encuesta o interrogatorio a los personajes. No conocemos las preguntas del o de la periodista (en resumen, de la voz narrativa), pero las deducimos porque algunos interrogados las repican o, simplemente, por cómo responden. Esta es una técnica muy eficaz y no demasiado utilizada, en la que la fallecida escritora Dulce Chacón ya sentó cátedra en el año 2000 con su magnífica novela "Cielos de Barro", título con el cual se alzó ganadora del Premio Azorín de novela.

Las respuestas que obtiene la voz narrativa van desgranando la vida cotidiana de la zona rural donde han ocurrido los hechos. En este sentido hay una buena dosificación, un buen goteo de la información al lector. Las cosas van ocupando su espacio poco a poco, sin dejar fisuras, completando el rompecabezas. Así nos enteramos de que los Danner, no eran una familia convencional y armónica, sino un grupo humano preñado de malos rollos internos, como se dice ahora, ajeno a lo que podríamos denominar unas relaciones cordiales con sus vecinos, a algunos de los cuales no les extraña mucho su muerte, aunque sí las circunstancias en que se ha producido. Esta intrahistoria, la de los trapos sucios, permite a Andrea María Schekel apuntar posibles causas de la masacre o sospechar sobre presuntos autores de los hechos.

Dice la contraportada que ‘Tanöd, el lugar del crimen’ es un relato negro "sin comisarios ni detectives", lo cual tal vez sea un mérito de la novela, pero afortunadamente, añado yo, hay cadáveres y asesino o asesinos. Está bien publicar relatos sin policías, pero el día que los anuncien sin cadáveres o delincuentes será mejor huir, porque lo que tengamos entre manos será cualquier cosa menos género negro o policial. Será como hacer tortilla de patatas sin huevo y sin patatas, cosa que ya se hacía en la Guerra Civil, según explica Juan Eslava Galán en su libro ‘Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie’.

Un solo apunte negativo. Mínimo, que tal vez sólo obedezca a la obsesión de un perfeccionista: la traducción de las páginas 72 y 73 abusa en la utilización del término buhonero, que aparece repetido, de modo superfluo, en oraciones similares y en párrafos contiguos. Ya a la primera queda claro que el cuñado fue buhonero. No hacía falta insistir, aunque ignoro, lógicamente, si en el original alemán la cosa ya venía así. Me inclino a pensar que el asunto se circunscribe a ese extraño horror que sienten algunos escritores/traductores a la hora de utilizar el Diccionario de Sinónimos. Una herramienta lícita donde las haya que para algo está, digo yo.

Finalizo. No busquen en ‘Tannöd, el lugar del crimen’ la truculencia del "A sangre fría" de Capote o del "Escupiré sobre vuestra tumba" de Boris Vian (la historia más repulsiva y estremecedora que jamás he leído). Aún siendo tan dura como aquéllas, no alcanza la frontera de lo desagradable que esas dos obras sobrepasan con creces. Y, por último, si todavía son de los que buscan al autor del crimen, ándense con cuidado. La escritora alemana sabe tender trampas. Y, además, las coloca muy bien.

Casi nada ‘Tannöd, el lugar del crimen’. Algo más que un buen debut. Bastante más. El problema es: ¿qué vendrá después? Andrea Maria Schenkel se ha puesto el listón muy alto. Mucho. Ya lo creo.

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‘Tannöd, el lugar del crimen’, de Andrea Maria Schenkel. Ed. Destino, año 2008. 166 páginas, 17.00 euros.

‘Tannöd, el lugar del crimen’ de Andrea Maria Schenkel, algo más que un buen debut

Herme Cerezo
Herme Cerezo
viernes, 13 de junio de 2008, 10:27 h (CET)
Basado en un suceso real, ‘Tanöd, el lugar del crimen’ es la historia de un asesinato en grupo acaecido en Tannöd (Alemania), unos diez años después de haber concluido la II Guerra Mundial. La autora no explicita claramente la fecha de los hechos, con lo cual nos inocula la duda de si efectivamente estamos ante un relato cierto o inventado, primera de las muchas cualidades que posee la obra.

Andrea Maria Schenkel, que debuta con esta novela, se ha encaramado con fuerza a la lista de libros más vendidos en Alemania, su país de origen, donde además ha obtenido los prestigiosos premios Alemán de Novela Negra 2007 y Friedrich-Glauser 2007 a la primera obra, habiendo sido nominada asimismo al premio de los lectores Corine 2007. Schenkel, con enorme destreza, ha construido una trama basada en fragmentos independientes – los llamo así en vez de capítulos porque no van numerados – , con estructura anular, que van alineándose uno tras otro hasta completar el anillo y cerrar la historia. Al frente de cada uno de ellos, encontramos el nombre de un personaje que tuvo algo que ver, aunque fuera remotamente, con el crimen perpetrado.

Estos fragmentos individuales, unidos por el vínculo común de los Danner, la familia asesinada, aportan detalles complementarios que dan color al paisaje, a los nombres y a los hechos. Schenkel hace que cada fragmento sume un matiz, un detalle nuevo, al cuerpo central de la novela. De este modo consigue que la historia no se detenga sino que avance de modo conveniente. El resultado es una estructura imperceptiblemente dinámica, nada ralentizada. El lector no se duerme, al contrario, página a página abre un poco más los ojos, atacado por la avidez de conocerlo todo. Y esto es algo importante en tiempos como los actuales, donde relatos enciclopédicos y mastodónticos corren disfrazados de novelas policiales. Lo que, a mi juicio, constituye un craso error, puesto que el relato policial ha de ser un ente activo, eminentemente vivo, y si se puede, de distancias medias, bien alejado de los maratones pagineros a los que aludía antes.

La voz narrativa alterna la tercera persona con una especie de encuesta o interrogatorio a los personajes. No conocemos las preguntas del o de la periodista (en resumen, de la voz narrativa), pero las deducimos porque algunos interrogados las repican o, simplemente, por cómo responden. Esta es una técnica muy eficaz y no demasiado utilizada, en la que la fallecida escritora Dulce Chacón ya sentó cátedra en el año 2000 con su magnífica novela "Cielos de Barro", título con el cual se alzó ganadora del Premio Azorín de novela.

Las respuestas que obtiene la voz narrativa van desgranando la vida cotidiana de la zona rural donde han ocurrido los hechos. En este sentido hay una buena dosificación, un buen goteo de la información al lector. Las cosas van ocupando su espacio poco a poco, sin dejar fisuras, completando el rompecabezas. Así nos enteramos de que los Danner, no eran una familia convencional y armónica, sino un grupo humano preñado de malos rollos internos, como se dice ahora, ajeno a lo que podríamos denominar unas relaciones cordiales con sus vecinos, a algunos de los cuales no les extraña mucho su muerte, aunque sí las circunstancias en que se ha producido. Esta intrahistoria, la de los trapos sucios, permite a Andrea María Schekel apuntar posibles causas de la masacre o sospechar sobre presuntos autores de los hechos.

Dice la contraportada que ‘Tanöd, el lugar del crimen’ es un relato negro "sin comisarios ni detectives", lo cual tal vez sea un mérito de la novela, pero afortunadamente, añado yo, hay cadáveres y asesino o asesinos. Está bien publicar relatos sin policías, pero el día que los anuncien sin cadáveres o delincuentes será mejor huir, porque lo que tengamos entre manos será cualquier cosa menos género negro o policial. Será como hacer tortilla de patatas sin huevo y sin patatas, cosa que ya se hacía en la Guerra Civil, según explica Juan Eslava Galán en su libro ‘Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie’.

Un solo apunte negativo. Mínimo, que tal vez sólo obedezca a la obsesión de un perfeccionista: la traducción de las páginas 72 y 73 abusa en la utilización del término buhonero, que aparece repetido, de modo superfluo, en oraciones similares y en párrafos contiguos. Ya a la primera queda claro que el cuñado fue buhonero. No hacía falta insistir, aunque ignoro, lógicamente, si en el original alemán la cosa ya venía así. Me inclino a pensar que el asunto se circunscribe a ese extraño horror que sienten algunos escritores/traductores a la hora de utilizar el Diccionario de Sinónimos. Una herramienta lícita donde las haya que para algo está, digo yo.

Finalizo. No busquen en ‘Tannöd, el lugar del crimen’ la truculencia del "A sangre fría" de Capote o del "Escupiré sobre vuestra tumba" de Boris Vian (la historia más repulsiva y estremecedora que jamás he leído). Aún siendo tan dura como aquéllas, no alcanza la frontera de lo desagradable que esas dos obras sobrepasan con creces. Y, por último, si todavía son de los que buscan al autor del crimen, ándense con cuidado. La escritora alemana sabe tender trampas. Y, además, las coloca muy bien.

Casi nada ‘Tannöd, el lugar del crimen’. Algo más que un buen debut. Bastante más. El problema es: ¿qué vendrá después? Andrea Maria Schenkel se ha puesto el listón muy alto. Mucho. Ya lo creo.

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‘Tannöd, el lugar del crimen’, de Andrea Maria Schenkel. Ed. Destino, año 2008. 166 páginas, 17.00 euros.

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