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Opinión
Etiquetas | Día de la Hispanidad | 12 de octubre | Conmemoración | España | Desfile Nacional
Al final, quien más aplausos recibe es la cabra que desfila contenta y feliz por la Castellana madrileña

Nada que celebrar

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Una vez más este 12 de Octubre además de celebrar la onomástica de las “pilares” se ha celebrado, desfile militar incluido, el Día de la Hispanidad, antaño conocido como Día de la Raza. Desde 1987 es además la Fiesta Nacional de España en virtud de la Ley 8/87 del 7 de Octubre, cuyo único artículo dice “Se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de Octubre”. Veníamos de casi cuarenta años en los que la exaltación nacional tenía lugar el 18 de Julio, fecha de celebración del golpe de Estado franquista contra la legalidad republicana, ellos, los facciosos, a aquel golpe le llamaban Glorioso Alzamiento, y celebraban el evento con sus camisas azules, sus boinas rojas y sus brazos en alto cantando himnos de muerte, siempre cara al Sol. Por eso una de las cosas, pocas en mi parecer, que la nueva democracia rompió con el pasado dictatorial fue el cambio de fecha del día de la exaltación del orgullo patrio.


Todo país tiende a tener su Fiesta Nacional, un día para que sus ciudadanos se sientan orgullosos de los logros de su nación, però, como dice el refrán “la cabra siempre tira al monte” y también a los desfiles de los caballeros legionarios, Y aquí, la mezcla de churras con merinas, en estos tiempos revisionistas con la història y los excesos cometidos durante las guerras de conquista, a más de uno y de dos, escorados a la derecha extrema y la extrema derecha, no les ha sentado nada bien que desde México su Presidente, Lòpez Obrador, haya pedido a España que demande perdón por los excesos cometidos contra la población indigena americana por las huestes de los conquistadores que la Corona española envió a aquellas tierras.


Lo primero que hizo el Presidente mexicano al tomar posesión de su cargo fue escribir al rey de España, Felipe VI, y al Papa Francisco. El rey Borbón no se ha dignado contestar a la misiva de López Obrador, y ya es sabido que quien calla otorga, aunque en este caso creo que el heredero del rey fugado ha omitido la respuesta en una muestra de prepotencia monárquica al considerar que él, que debe su cargo a su apellido y al deseo de un sanguinario dictador, está muy por encima de un sencillo Presidente de República elegido democráticamente en las urnas. Dónde van a compararse unas urnas con la cuna real en la que él nació.  Por el contrario el Papa Francisco tardó pero contestó pidiendo perdón en nombre de la Iglesia por los desmanes cometidos por los frailes que acompañaban a las mesnadas de Pizarro o Cortés.


La contestación del Papa resonó como un cañonazo en lo más hondo del orgullo patrio, y, como una sóla salieron en pelotón las voces más extremas de la derecha española para ponerle las peras a cuarto al más alto dignatario de la Iglesia, protestaban por las palabras del Papa reconociendo que durante la conquista de América, como en todas las conquistas la Iglesia cometió actos criminales contra los indígenas. Aznar hizo burla de los apellidos del Presidente mexicano, Diaz Ayuso dijo “Me sorprende que un Papa que habla español critique nuestro legado, que fue llevar el castellano y el catolicismo, y, por tanto, la civilización y la libertad al continente americano”, Casado se apuntó al coro afirmando que “Desde España no hemos de pedir perdón sinó dar las gracias por lo que fue el máximo hito de la humanidad desde Roma”, y la guinda del pastel la puso esa lumbrera de político chaquetero que han puesto de vigilante del idioma español, Toni Cantó, “Yo no creo que seamos colonizadores. Cuando España llegó a aquel continente les liberó de un poder brutal, salvaje y hasta canibal”, este mal actor y correveidile de la política no se ha leído, al hablar de poder brutal, salvaje y caníbal, la parte de la historia española que habla de la Santa Inquisición y sus hogueras alimentadas con carne de herejes, brujas y disidentes del poder real y de la iglesia.


Ni una autòcritica a las actuaciones de las fuerzas militares expedicionarias en territorio americano, excesos que en su dia fueron denunciados por uno de los suyos, Fray Bartolomé de las Casas, primer Obispo de Chiapas, que protestó por el trato que recibían los indios, aunque dejó un baldón en su curriculum al ser el instigador para que comenzará el tráfico de esclavos desde África a América. El mismo Biden, Presidente de Estados Unidos, ha reconocido el maltrato infligido a los indígenas en tiempos de conquista y, por primera vez, este año en EE.UU. el 12 de Octubre se ha celebrado el Día de los Pueblos Indígenas. Aquí algunos siguen soñando con imperios en los que jamás se ocultaba el Sol, pero eso ya pasó a la historia en 1898 con la pérdida de Cuba y la venta al mejor postor de las Filipinas.


España seguirà igual, cada 12 de Octubre se seguirà celebrando la Fiesta Nacional, se seguirá vistiendo a la Virgen del Pilar en su basílica zaragozana con un manto con las armas de la Guàrdia Civil, se continuarà con las pompas y los boatos de la Hispanidad y seguirán saliendo los militares a las calles de Madrid para mostrarnos su poder armamentístico, que pagamos con nuestros impuestos, y para recordarnos que son los garantes de la unidad de España según una Constitución obsoleta e impuesta. Y, como en otras ocasiones, el acto servirá para que el público asistente a este tipo de eventos, la mayoría simpatizantes de la derecha y la extrema derecha aproveché para ovacionar a los reyes, y silbar al Presidente del Gobierno, si es o parece de izquierdas. Al final, quien más aplausos recibe es la cabra que desfila contenta y feliz por la Castellana madrileña.


Y mientras, otros, siguiendo los consejos de Georges Brassens,  nos quedaremos en la cama porque no nos motiva nada de nada la música militar. Porque no tenemos nada que celebrar, y menos la fecha del inicio de un genocidio, porque, como dejó escrito Eduardo Galeano poniendo voz a los indigenas “Vinieron/ Ellos tenían la Biblia/ y nosotros teníamos/ la tierra/ Y nos dijeron/ “cierren los ojos/ y rezen”/ Y cuando abrimos/ los ojos,ellos tenían/ la tierra y nosotros/ teníamos la Biblia”. 

Al menos la Iglesia ha hecho acto de contricción. 

Nada que celebrar

Al final, quien más aplausos recibe es la cabra que desfila contenta y feliz por la Castellana madrileña
Rafa Esteve-Casanova
jueves, 14 de octubre de 2021, 08:34 h (CET)

Una vez más este 12 de Octubre además de celebrar la onomástica de las “pilares” se ha celebrado, desfile militar incluido, el Día de la Hispanidad, antaño conocido como Día de la Raza. Desde 1987 es además la Fiesta Nacional de España en virtud de la Ley 8/87 del 7 de Octubre, cuyo único artículo dice “Se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de Octubre”. Veníamos de casi cuarenta años en los que la exaltación nacional tenía lugar el 18 de Julio, fecha de celebración del golpe de Estado franquista contra la legalidad republicana, ellos, los facciosos, a aquel golpe le llamaban Glorioso Alzamiento, y celebraban el evento con sus camisas azules, sus boinas rojas y sus brazos en alto cantando himnos de muerte, siempre cara al Sol. Por eso una de las cosas, pocas en mi parecer, que la nueva democracia rompió con el pasado dictatorial fue el cambio de fecha del día de la exaltación del orgullo patrio.


Todo país tiende a tener su Fiesta Nacional, un día para que sus ciudadanos se sientan orgullosos de los logros de su nación, però, como dice el refrán “la cabra siempre tira al monte” y también a los desfiles de los caballeros legionarios, Y aquí, la mezcla de churras con merinas, en estos tiempos revisionistas con la història y los excesos cometidos durante las guerras de conquista, a más de uno y de dos, escorados a la derecha extrema y la extrema derecha, no les ha sentado nada bien que desde México su Presidente, Lòpez Obrador, haya pedido a España que demande perdón por los excesos cometidos contra la población indigena americana por las huestes de los conquistadores que la Corona española envió a aquellas tierras.


Lo primero que hizo el Presidente mexicano al tomar posesión de su cargo fue escribir al rey de España, Felipe VI, y al Papa Francisco. El rey Borbón no se ha dignado contestar a la misiva de López Obrador, y ya es sabido que quien calla otorga, aunque en este caso creo que el heredero del rey fugado ha omitido la respuesta en una muestra de prepotencia monárquica al considerar que él, que debe su cargo a su apellido y al deseo de un sanguinario dictador, está muy por encima de un sencillo Presidente de República elegido democráticamente en las urnas. Dónde van a compararse unas urnas con la cuna real en la que él nació.  Por el contrario el Papa Francisco tardó pero contestó pidiendo perdón en nombre de la Iglesia por los desmanes cometidos por los frailes que acompañaban a las mesnadas de Pizarro o Cortés.


La contestación del Papa resonó como un cañonazo en lo más hondo del orgullo patrio, y, como una sóla salieron en pelotón las voces más extremas de la derecha española para ponerle las peras a cuarto al más alto dignatario de la Iglesia, protestaban por las palabras del Papa reconociendo que durante la conquista de América, como en todas las conquistas la Iglesia cometió actos criminales contra los indígenas. Aznar hizo burla de los apellidos del Presidente mexicano, Diaz Ayuso dijo “Me sorprende que un Papa que habla español critique nuestro legado, que fue llevar el castellano y el catolicismo, y, por tanto, la civilización y la libertad al continente americano”, Casado se apuntó al coro afirmando que “Desde España no hemos de pedir perdón sinó dar las gracias por lo que fue el máximo hito de la humanidad desde Roma”, y la guinda del pastel la puso esa lumbrera de político chaquetero que han puesto de vigilante del idioma español, Toni Cantó, “Yo no creo que seamos colonizadores. Cuando España llegó a aquel continente les liberó de un poder brutal, salvaje y hasta canibal”, este mal actor y correveidile de la política no se ha leído, al hablar de poder brutal, salvaje y caníbal, la parte de la historia española que habla de la Santa Inquisición y sus hogueras alimentadas con carne de herejes, brujas y disidentes del poder real y de la iglesia.


Ni una autòcritica a las actuaciones de las fuerzas militares expedicionarias en territorio americano, excesos que en su dia fueron denunciados por uno de los suyos, Fray Bartolomé de las Casas, primer Obispo de Chiapas, que protestó por el trato que recibían los indios, aunque dejó un baldón en su curriculum al ser el instigador para que comenzará el tráfico de esclavos desde África a América. El mismo Biden, Presidente de Estados Unidos, ha reconocido el maltrato infligido a los indígenas en tiempos de conquista y, por primera vez, este año en EE.UU. el 12 de Octubre se ha celebrado el Día de los Pueblos Indígenas. Aquí algunos siguen soñando con imperios en los que jamás se ocultaba el Sol, pero eso ya pasó a la historia en 1898 con la pérdida de Cuba y la venta al mejor postor de las Filipinas.


España seguirà igual, cada 12 de Octubre se seguirà celebrando la Fiesta Nacional, se seguirá vistiendo a la Virgen del Pilar en su basílica zaragozana con un manto con las armas de la Guàrdia Civil, se continuarà con las pompas y los boatos de la Hispanidad y seguirán saliendo los militares a las calles de Madrid para mostrarnos su poder armamentístico, que pagamos con nuestros impuestos, y para recordarnos que son los garantes de la unidad de España según una Constitución obsoleta e impuesta. Y, como en otras ocasiones, el acto servirá para que el público asistente a este tipo de eventos, la mayoría simpatizantes de la derecha y la extrema derecha aproveché para ovacionar a los reyes, y silbar al Presidente del Gobierno, si es o parece de izquierdas. Al final, quien más aplausos recibe es la cabra que desfila contenta y feliz por la Castellana madrileña.


Y mientras, otros, siguiendo los consejos de Georges Brassens,  nos quedaremos en la cama porque no nos motiva nada de nada la música militar. Porque no tenemos nada que celebrar, y menos la fecha del inicio de un genocidio, porque, como dejó escrito Eduardo Galeano poniendo voz a los indigenas “Vinieron/ Ellos tenían la Biblia/ y nosotros teníamos/ la tierra/ Y nos dijeron/ “cierren los ojos/ y rezen”/ Y cuando abrimos/ los ojos,ellos tenían/ la tierra y nosotros/ teníamos la Biblia”. 

Al menos la Iglesia ha hecho acto de contricción. 

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