La oración en silencio o de recogimiento nos invita a entrar en nosotros mismos. Se trata de viajar a nuestro "castillo interior", como nos explicaba Santa Teresa de Ávila; no hay ningún protocolo o regla particular, sino una gran disposición interior para sentir la presencia amorosa de Dios en nuestro interior. Este abandono y desconexión de las exigencias externas requiere de paciencia y humildad. Santa Teresa nos tranquiliza: es normal que a veces, en ciertos días sea más difícil. ¡Lo importante es no desanimarse!
San Ignacio de Loyola, quien estuvo en cama durante muchos meses, desarrolló sus famosos ejercicios espirituales. Éstos nos sugieren que nos sumerjamos en episodios del Evangelio para visitarlos realmente. Más allá de la simple escucha de la Palabra de Dios, San Ignacio nos propone sentir y vivir este encuentro con Cristo en lo profundo de nuestro ser. Sea cual sea el camino utilizado, la meditación cristiana nos invita a darle un espacio a Dios, a hacer silencio para finalmente dejarnos mirar, tocar y amar.
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