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Pelayo López

“La soledad”: juntos o revueltos, espectadores sin personalidad

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Desde la noche de entrega de los Premios Goya, donde la película fue la gran triunfadora, me lo temía. Apenas una semana después, esa presunción, repetida con anterioridad en otros muchos casos, se ha confirmado. La esperanza de que, como seres humanos a quienes se nos presupone la capacidad de rectificar, no cayésemos dos veces en la misma piedra se ha disipado por completo solamente en 7 días.

Sin rastro alguno de vergüenza individual y colectiva, los resultados hablan por si solos. “La soledad”, que se estrenó en Junio de 2007 y ya estaba a la venta en DVD, ha tenido la suerte de un nuevo reestreno con motivo de los laureles cosechados en los premios del cine español. Mejor Película, Mejor Director para Jaime Rosales y Mejor Actor Revelación para José Luis Torrijos son, obviamente, una fantástica credencial para que la cinta vuelva a las salas de cine y logre el reconocimiento que parece no consiguió en su primera etapa.

Desde su primer estreno, hasta la ceremonia de los Goya, la película de Jaime Rosales había sido vista por 41.000 espectadores. En su primer fin de semana, tras este nuevo reestreno, la cinta, ahora premiada, ha sido vista casi por 17.000 personas. Normalmente, al cine nos arrastran las promociones mercantiles de las películas USA, aunque, de vez en cuando, una de esas cintas pequeñas y minoritarias crece gracias al boca a boca. El cine español, habitualmente arrinconado en número de espectadores y recaudación en taquilla –como demuestra de hecho la primera fase de “La soledad”-, no suele ser el primer plato cinematográfico de los asistentes a los cines. La coherencia, de nuevo, brilla por su ausencia en nuestro comportamiento como espectadores. Si antes no fuimos a verla, ¿la vítola de galardones cambia el sabor de la película y la hace ahora apetecible?. ¿No continúa siendo la misma que entonces?. ¿Qué ha cambiado?. Conclusión: en lo que a cine se refiere, como borregos, somos, juntos o revueltos, espectadores sin personalidad.

“La soledad”: juntos o revueltos, espectadores sin personalidad

Pelayo López
Pelayo López
miércoles, 26 de marzo de 2008, 02:37 h (CET)
Desde la noche de entrega de los Premios Goya, donde la película fue la gran triunfadora, me lo temía. Apenas una semana después, esa presunción, repetida con anterioridad en otros muchos casos, se ha confirmado. La esperanza de que, como seres humanos a quienes se nos presupone la capacidad de rectificar, no cayésemos dos veces en la misma piedra se ha disipado por completo solamente en 7 días.

Sin rastro alguno de vergüenza individual y colectiva, los resultados hablan por si solos. “La soledad”, que se estrenó en Junio de 2007 y ya estaba a la venta en DVD, ha tenido la suerte de un nuevo reestreno con motivo de los laureles cosechados en los premios del cine español. Mejor Película, Mejor Director para Jaime Rosales y Mejor Actor Revelación para José Luis Torrijos son, obviamente, una fantástica credencial para que la cinta vuelva a las salas de cine y logre el reconocimiento que parece no consiguió en su primera etapa.

Desde su primer estreno, hasta la ceremonia de los Goya, la película de Jaime Rosales había sido vista por 41.000 espectadores. En su primer fin de semana, tras este nuevo reestreno, la cinta, ahora premiada, ha sido vista casi por 17.000 personas. Normalmente, al cine nos arrastran las promociones mercantiles de las películas USA, aunque, de vez en cuando, una de esas cintas pequeñas y minoritarias crece gracias al boca a boca. El cine español, habitualmente arrinconado en número de espectadores y recaudación en taquilla –como demuestra de hecho la primera fase de “La soledad”-, no suele ser el primer plato cinematográfico de los asistentes a los cines. La coherencia, de nuevo, brilla por su ausencia en nuestro comportamiento como espectadores. Si antes no fuimos a verla, ¿la vítola de galardones cambia el sabor de la película y la hace ahora apetecible?. ¿No continúa siendo la misma que entonces?. ¿Qué ha cambiado?. Conclusión: en lo que a cine se refiere, como borregos, somos, juntos o revueltos, espectadores sin personalidad.

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