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La voracidad por la carne está consumiendo la selva virgen

Vida Universal
martes, 4 de agosto de 2015, 09:17 h (CET)
La selva tropical es un sistema ecológico que en su mayor parte se ha mantenido intacto, es decir sin alterar por la mano del hombre, sin embargo el cinturón verde que antes rodeaba la Tierra ha sido reducido a mucho menos de la mitad desde comienzos del siglo pasado. Aún así las selvas tropicales siguen siendo los tesoros de la naturaleza, pues allí rebosa la vida, es decir allí se registra la variedad biológica más grande del planeta Tierra. Pudiéndose afirmar que aún hay muchas especies de animales y plantas por descubrir, un secreto que posiblemente se mantenga oculto para siempre, pues debido a la incursión hostil del ser humano en dichos ecosistemas, se calcula que posiblemente ya se han perdido más de 1 millón de especies, es decir 1 millón de plantas y animales que el ser humano nunca vio ni verá jamás. Cada año se siguen destruyendo superficies gigantescas de selva tropical. Según informes del Fondo Mundial para la Naturaleza se calcula que se destruye una superficie de entre 150.000 y 200.000 kilómetros cuadrados. Solo en Brasil desde hace 25 años esta cifra supone entre 15.000 y 30.000 km2 anuales.

Greenpeace dice que la mitad de la emisión de carbono brasileña proviene de la roturación a fuego de la región del Amazonas. Los terrenos ganados de este modo se aprovechan por unos pocos años, especialmente para el cultivo de soja y maíz, pero no para alimentar a la población de los países afectados, sino para obtener forrajes para la cría intensiva de millones de animales útiles en Estados Unidos, Europa y Japón.

Hace mucho tiempo que los animales de corral y de granja de Europa ya no reciben alimentos producidos en sus respectivos países. Por lo que se necesita que, a través de costosos transportes de mercancías de medio mundo, los cuales consumen grandes cantidades de energía, llegue el alimento suficiente que servirá para cebar a los animales que luego terminarán en la mesa del consumidor ávido del primer mundo.

Se podría decir por lo tanto que la voracidad del hombre por la carne está consumiendo la selva virgen. Comer carne significa una destrucción consciente de demasiados medios nutritivos y un enorme desperdicio de agua. Por otra parte los científicos confirman que comer animales supone una contaminación extrema para el clima, mayor que la suma de todas las industrias y automóviles. A lo que hay que sumar el gas metano procedente de la panza de los animales, y el CO2 procedente de los excrementos.

Sin embargo alimentos vegetales como la soja y el maíz son alimentos muy ricos en proteínas, de los que los seres humanos se podrían alimentar directamente sin tener que dar ese enorme y costoso rodeo a través de la producción de carne, la cual demanda un caudal incalculable de recursos naturales. A esto hay que agregar que la alimentación vegetariana o vegana es mucho más sana y valiosa. Actualmente médicos y nutricionistas de todo el mundo documentan con precisión que los vegetarianos se enferman menos y en general viven más tiempo.

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