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La vida está hecha de sencillos momentos, instantes serenos que llenan mis cuentos, campos de batalla, sucesos ciertos naciendo y viviendo. Son recuerdos y eso es lo que somos, tormento, malestar, gloria, risa, diversión, lágrimas y la ley del silencio que permite revivir y sentir de nuevo. ¿Por qué hacer esfuerzos de memoria, si los hechos ya han cumplido su ciclo vital?, torpeza, ignorancia, fracasos, suspensos. Loca, masoquista, idiota y otros calificativos, no sé, es lo que soy. Bueno, loca no, muy cuerda es lo que soy. Jamás necesité ni necesitaré psiquiatría para mí cordura. Ojalá fueran otros que conozco y veo a diario, a tratarse.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
En el finísimo camino del hilo casi invisible / la araña desafíala terca gravedad y la engañosa distancia, / el hierro se desgastacon el frotar de la ventana, / casi una imperceptible sinfonía endulza el ambiente / cuando el viento transitaentre las grietas de la madera, / al mismo tiempo, / dos enamorados entregan su saliva el uno al otro / como si fueran enfermos recibiendo una transfusión.
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