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Fumando espero al novio que más quiero

A mí, cuando me lo dijeron, no podía ni creerlo
Antonio Moya Somolinos
viernes, 19 de junio de 2015, 23:34 h (CET)
Me parece a mí que Sarita Montiel tenía muy baja la autoestima cuando se resignaba a esperar fumando a que le apareciera un novio. Estoy seguro de que a la segunda o tercera calada ya se le juntaban, como poco, dos docenas de novios como moscones. Por algo el régimen de Franco la llamaba “La Saritísima”. Hoy día en este país no fuma ya ni su padre, pero cuando aquello, todo el mundo se serenaba fumando, aunque fuera a base de celtorros (la gente joven no tiene ni puta idea de qué era un celtorro. Que alguien se lo explique, por favor).

Hay una empresa inmobiliaria ubicada en el municipio de Priego de Córdoba que aunque ya se ha fumado la Tabacalera entera, no le aparece un novio ni de coña. Para los no entendidos en el argot urbanístico diremos que los novios o novias de las empresas inmobiliarias se llaman licencias urbanísticas de obras o de primera ocupación. La referida empresa lleva viendo cómo su expediente se pudre en las oficinas municipales del ayuntamiento de Priego desde hace la friolera de 13 años. Sí, he dicho bien, nada más y nada menos que ¡trece años! Así las gastan en este ayuntamiento en el que curiosamente la alcaldesa ha salido reelegida. Esto es eficacia y respeto al ciudadano.

A mí, cuando me lo dijeron, no podía ni creerlo. Yo sabía que a un amigo mío le había tardado una licencia de obras dos años y medio en el ayuntamiento de Córdoba, pero 13 años me parecía algo surrealista o propio de extraterrestres, cuando la ley establece un plazo máximo de 3 meses para otorgar o denegar las licencias de obras.

La relación sucinta de los hechos es la siguiente: El edificio en cuestión se asienta en unos terrenos cuyo planeamiento más específico fue publicado en el Boletín Oficial de la Provincia el 24 de enero de 2002, con informe favorable del arquitecto municipal en el que este expresaba que el número máximo de plantas permitido eran cuatro.

Con base en ese plan, la empresa inmobiliaria solicitó licencia de obras el 1 de febrero de 2002 para un edificio de sótano, locales en planta baja y tres plantas más. En contra de todo pronóstico, el 25 de febrero el mismo arquitecto municipal lo informó desfavorablemente por tres motivos, dos de ellos de menor importancia, y el tercero, porque según él, debería tener tres plantas en vez de cuatro, cuando tres meses antes había informado que el número de plantas permitidas eran cuatro. A partir de ahí empezó el calvario para esta empresa, que infructuosamente quiso edificar lo que en un principio estaba autorizado.

Después de 13 años de papeleo interminable en los que ha dado tiempo a que el ayuntamiento, desde 2007, revise el plan general, en este mes de junio de 2015, es decir, 8 años después, la Jungla de Andalucía ha aprobado definitivamente el nuevo plan general en el que a este solar le ponen una altura máxima de tres plantas. Eso pasa por protestar. El que protesta, se jode.

Esto es lo que hay en este país, autarquía y arbitrariedad a la carta, y al que no le guste, que se espere, y si no, que recurra y mientras tanto, que se fume un puro o lo que le venga en gana.

Me huelo que estas maniobras municipales no son conocidas de la mayor parte de los ciudadanos de otras latitudes, e incluso del mismo Priego. Yo creo que si Sara Motiel hubiera estado fumando y esperando novio durante 13 años, habría terminado con enfisema pulmonar y bronconeumonía, amén de una desesperación y depresión de caballo, lo que demuestra que los de esa empresa inmobiliaria de Priego son más resistentes que la Saritísima.

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