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¿Cuánto de cristianismo hay en las procesiones?

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“Quien piensa en el crucificado y adora al cuerpo colgado en la cruz de la resurrección, aún está colgado él mismo en la cruz del pecado. No Me ha aceptado ni acogido aún en su corazón. Es decir que quien dice que sí al hecho del cuerpo en la cruz, aferrándose aún a la cruz con el cuerpo martirizado, no ha resucitado aún en Mí, el Cristo. Da testimonio de sí mismo, de que vive aún en la servidumbre del pecado y de que se deja influenciar por lo pecaminoso. Pues los demonios quieren ver al crucificado, la cruz con el cuerpo, que para ellos significa la derrota del Nazareno, no la victoria del Cristo. Con el cuerpo muerto en la cruz, quieren inculcar a la humanidad la idea de que el Hijo de Dios ha sucumbido al pecado. Pero Yo he resucitado y he regresado al Eterno. Os he traído la Redención. La cruz sin el cuerpo muerto simboliza la resurrección y la victoria sobre las tinieblas. Por eso todos los hombres que viven en Mí, y a través de los cuales Yo vivo, se atendrán a la cruz de la victoria, que no lleva cuerpo; pues al igual que Yo conquisté la victoria sobre las tinieblas, los hombres y las almas que conscientemente creen en Mí y hacen cada día más la voluntad del Santísimo, han conquistado la victoria sobre el pecado”. Hasta aquí una cita de la manifestación de Cristo en el libro «Esta es Mi Palabra».

Sin embargo muchas personas no sólo se aferran al culto de las Iglesias sobre la muerte, a las procesiones y las tradiciones, que poco tienen de cristianas, sino que ni siquiera son conscientes del verdadero significado de los sucesos de Semana Santa. Siguen creyendo que Jesús de Nazaret tuvo que ser sacrificado como chivo expiatorio para apaciguar a un Dios encolerizado. ¿Quien sabe tan siquiera que la muerte en la cruz no hubiera sido necesaria si las personas hubieran aceptado a Jesús de Nazaret? Ya en aquel entonces, hubiera podido el Nazareno traer el Reino de Dios a la Tierra, si aquellos que se decían sus seguidores hubieran cumplido las enseñanzas verdaderas del cristianismo.

¿Y como es la actualidad? La mayoría de las personas que, en la creencia de seguir a Cristo, participan en las procesiones, no son conscientes de que con ello dan fuerza y apoyan la imagen que el demonio quiere, la derrota del Nazareno, pero que además siguen apoyando a una institución, que ya abrumada por los casos de sacerdotes pedófilos, pone al descubierto quienes son y que justamente ahora por Semana Santa, vuelve a utilizar el recuerdo de la vida del Nazareno, para tratar de encubrir con ritos y procesiones lo ya inocultable.

Para muchos se trata de una situación de conflicto interno, pues por un lado desean participar de una festividad pero también desean seguir a Cristo, y sin embargo van descubriendo que El, el maestro de la paz y de la humildad, hace tiempo que ya no está en las iglesias, tampoco en sus ritos ni en sus celebraciones.

¿Cuánto de cristianismo hay en las procesiones?

Vida Universal
jueves, 2 de abril de 2015, 06:34 h (CET)
“Quien piensa en el crucificado y adora al cuerpo colgado en la cruz de la resurrección, aún está colgado él mismo en la cruz del pecado. No Me ha aceptado ni acogido aún en su corazón. Es decir que quien dice que sí al hecho del cuerpo en la cruz, aferrándose aún a la cruz con el cuerpo martirizado, no ha resucitado aún en Mí, el Cristo. Da testimonio de sí mismo, de que vive aún en la servidumbre del pecado y de que se deja influenciar por lo pecaminoso. Pues los demonios quieren ver al crucificado, la cruz con el cuerpo, que para ellos significa la derrota del Nazareno, no la victoria del Cristo. Con el cuerpo muerto en la cruz, quieren inculcar a la humanidad la idea de que el Hijo de Dios ha sucumbido al pecado. Pero Yo he resucitado y he regresado al Eterno. Os he traído la Redención. La cruz sin el cuerpo muerto simboliza la resurrección y la victoria sobre las tinieblas. Por eso todos los hombres que viven en Mí, y a través de los cuales Yo vivo, se atendrán a la cruz de la victoria, que no lleva cuerpo; pues al igual que Yo conquisté la victoria sobre las tinieblas, los hombres y las almas que conscientemente creen en Mí y hacen cada día más la voluntad del Santísimo, han conquistado la victoria sobre el pecado”. Hasta aquí una cita de la manifestación de Cristo en el libro «Esta es Mi Palabra».

Sin embargo muchas personas no sólo se aferran al culto de las Iglesias sobre la muerte, a las procesiones y las tradiciones, que poco tienen de cristianas, sino que ni siquiera son conscientes del verdadero significado de los sucesos de Semana Santa. Siguen creyendo que Jesús de Nazaret tuvo que ser sacrificado como chivo expiatorio para apaciguar a un Dios encolerizado. ¿Quien sabe tan siquiera que la muerte en la cruz no hubiera sido necesaria si las personas hubieran aceptado a Jesús de Nazaret? Ya en aquel entonces, hubiera podido el Nazareno traer el Reino de Dios a la Tierra, si aquellos que se decían sus seguidores hubieran cumplido las enseñanzas verdaderas del cristianismo.

¿Y como es la actualidad? La mayoría de las personas que, en la creencia de seguir a Cristo, participan en las procesiones, no son conscientes de que con ello dan fuerza y apoyan la imagen que el demonio quiere, la derrota del Nazareno, pero que además siguen apoyando a una institución, que ya abrumada por los casos de sacerdotes pedófilos, pone al descubierto quienes son y que justamente ahora por Semana Santa, vuelve a utilizar el recuerdo de la vida del Nazareno, para tratar de encubrir con ritos y procesiones lo ya inocultable.

Para muchos se trata de una situación de conflicto interno, pues por un lado desean participar de una festividad pero también desean seguir a Cristo, y sin embargo van descubriendo que El, el maestro de la paz y de la humildad, hace tiempo que ya no está en las iglesias, tampoco en sus ritos ni en sus celebraciones.

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