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El exceso de sol puede volvernos nerviosos, depresivos y psicóticos

Vida Universal
lunes, 2 de marzo de 2015, 10:59 h (CET)

Durante el verano, cuando precisamente el sol brilla más intensamente, para muchas personas pareciera que no hubiera nada mejor que tumbarse horas enteras al sol. Sin embargo este abuso es actualmente bastante peligroso para la piel. Esa energía solar que nos irradia influye en nosotros, nos da calor y nos proporciona energía, pero en base a estudios y experiencias clínicas, se sabe que se está volviendo más intensa y peligrosa.





En las últimas décadas la irradiación y la intensidad del sol se han vuelto mucho más intensas. Esto se ve también en que han aumentado significativamente los casos de cáncer de piel. La razón es que la capa de ozono, que es la capa protectora de la Tierra contra esta intensa radiación solar y contra los rayos ultravioleta, va reduciéndose, por lo que la piel no sólo sufre una quemadura de forma aislada, si no que graba en sí las informaciones de todo lo que recae sobre ella. Las consecuencias de esta “irresponsabilidad” para con nosotros mismos han sido advertidas desde hace años por los dermatólogos. De hecho, las enfermedades cutáneas han aumentado notablemente en los últimos años.





Pero desde hace años llegan también informaciones y advertencias desde otras fuentes. Por ejemplo a través de la profecía para el tiempo actual sabemos que “durante el mediodía las corrientes magnéticas conducen más partículas solares a la Tierra. Estas no sólo traspasan al planeta, si no también a los seres humanos, porque ellos son parte de la Tierra. La absorción consciente de este portador de energía es aconsejable sólo cuando la persona no se expone directamente a la intensa irradiación solar. El calor del mediodía no es bueno para los nervios humanos, pues el exceso de partículas solares puede producir, bajo determinadas circunstancias, una gran inquietud y la crispación del sistema nervioso. Provocando un efecto de lastre que carga a la glándula tiroides en el cuerpo del hombre, lo que por su parte produce diferentes alteraciones en el organismo humano».





En base a este mensaje queda claro que no sólo la piel queda sometida a una exposición solar exagerada, si no que existen daños colaterales apenas perceptibles a simple vista. Una de las consecuencias más conocidas es el cáncer de piel, pero no la única. El sistema nervioso del ser humano se ve afectado, con lo que la persona puede volverse más nerviosa, excitable, depresiva e incluso psicótica.





Si bien es cierto que la luz nos anima de alguna forma, y que incluso es recomendable en dosis bajas para la fijación de la vitamina D, en situaciones extremas de exposición exagerada y cuando el sol irradia con intensidad, hay que tomar precauciones. Un estudio realizado en Baviera (Alemania) demuestra que se ha producido un aumento del 10% de la irradiación de rayos ultravioleta, lo que no solo es perjudicial para las personas, si no que lo es también para las plantas y naturalmente también para los animales.

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