Confieso que lo primero que me llamó la atención de este libro fueron las ilustraciones que me ofrecían un buen número de poses conocidas y otras que aún no, pero que ya están muy bien apuntadas en mi libreta hormonal. Sin embargo, por más sugerente o explícito que puede ser el título de este libro de Burgo Partridge, debo reconocer que aprendí mucho de él ya que me sumergí en estas páginas como si se tratara de una novela pornográfica.
A esto sumémosle el aura de leyenda que “Historia de las orgías” tiene ya que a cinco años de haber sido publicado (1958), su autor fallece. Y seamos justos, este vendría a ser el libro que muchos años después sería sumamente referencial para esos textos que abordan con diferentes resultados la historia de lo que es, axiomáticamente, el arma más poderosa ante el cual ningún hombre y ninguna mujer pueden ofrecer resistencia: el sexo.
Es un libro referencial por algunos motivos que es necesario resaltar, y estos yacen en la erudición y el estilo para narrar. Ni bien nos sumergimos en sus páginas nos damos cuenta que hay una evidente inclinación por buscar la armonía y belleza en las palabras, y esto, posiblemente, a razón de que Partridge creció en un ambiente muy estimulante como lo fue el grupo Bloomsbury, ya que fue hijo de dos de sus integrantes más conspicuos: Frances y Ralph Partridge. Por ello, “Historia de las orgías” tiene todo el respiro de haber sido escrito por alguien que investigó como historiador y que plasmó sus notas con el respiro del novelista. La manera con la que Partridge nos lleva por esta suculenta historia de una de las variantes del sexo es digna de una novela de aventuras que combina la investigación con el divertimento, su pluma nos hace olvidar, en no pocas ocasiones, que a la mitad del libro están esas ilustraciones, que seguramente, habrán llevado a más de un lector o lectora a comprarlo, con el despiste, cómo no, de no aceptar, en primera instancia, la luminosidad intelectual que nace de las evidentes curiosidades lúbricas.
Como se podrá saber ni bien averigüemos de Partridge, él escribió este libro en una época en la que la mojigatería estaba empozada en la atmósfera victoriana inglesa, y si bien en cierto que causó escándalo, este no llegó a la censura precisamente por lo que todo artista o intelectual, de verdad, no debe dejar de exhibir: el uso de la forma. Y en ese aspecto hay que estar sumamente agradecidos con Partridge ya que su trabajo es un buen ejemplo de que se puede ser provocador sin ser escandaloso, extremadamente sugerente sin caer en la infidencia, y muy divertido sin apelar al lugar común.
Claro, uno extraña, que a pesar de muchos años que haber sido publicado “Historias...” (y cuya nueva edición de Ediciones B tengo sobre mi escritorio), no exista otro de temática parecida puesto que las orgías sexuales en estas últimas décadas han ido cambiando gracias a ciertos sucesos que trajo el siglo XX, ya que si seguimos la lógica que Partridge esgrime en este libro, las revoluciones sexuales colectivas vienen de la mano, muchas veces, de fuertes cambios históricos, porque la orgía es, ante todo, un desfogue, al igual que las guerras, las reyertas, las inquinas entre naciones; pero cuando hablamos de una orgía sexual, como que los sinsabores de las diferencias humanas quedan de lado, dando paso, eso sí, a un tipo de intercambio hormonal donde siempre hay ganadores y vencidos, pero todos, siempre, con una sonrisa vertical y la mirada en blanco en algún punto crepuscular de un imaginario ecran de piel.
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