Resulta curioso que nuestro ministro de Hacienda, en un alarde de impenitente cinismo sólo comparable al del mismísimo Juan Carlos Monedero, le reproche al hombre tosco de Podemos haber utilizado los recursos que la Administración Pública española pone a disposición de todos los contribuyentes para ahorrarse unos buenos cuartos en impuestos. Curioso, porque en los tres años y medio que forma parte del gobierno de Mariano Rajoy no ha movido un solo dedo para eliminarlos o, en su defecto, modificarlos a favor de la Agencia Tributaria.
Eso no es óbice, sin embargo, para que un personaje tan peculiar como el profesor de Ciencias Políticas de La Complutense, deba a mi juicio hacer examen de conciencia y, a continuación, dar un paso atrás para no acabar perjudicando al resto de la formación política. A poco que reflexione, tiene que darse cuenta de que con su imprudente actuación ha dejado en entredicho todo el discurso en pro de la solidaridad con los que menos tienen.
Cuesta creer que un sujeto tan listo como Monedero, o al menos esa es la primera impresión que genera en los otros alguien de su altura intelectual y con unos antecedentes académicos brillantes, no haya podido comprender todavía a estas alturas de su recorrido vital que la virtud se demuestra con el ejemplo y no haciendo brindis vacíos al Sol. Y es que cuando un partido se presenta como adalid contra la corrupción y ejemplo de transparencia, con una vehemencia de inconfundible compromiso con la ciudadanía, tal y como viene haciendo el partido político de Monedero desde que decidió postularse para ocupar puestos de responsabilidad en las Administraciones, no puede permitirse el lujo de mantenerle, cuando menos, en la primera línea de la formación.