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Graciela Padilla

'Días de Cine': David Serrano intenta ponerse serio

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El preestreno de la última comedia del joven director, David Serrano, tuvo lugar en Madrid, el pasado 8 de febrero. Los madrileños cines Kinépolis cobijaron a cientos de curiosos, invitados, famosos, famosillos, y periodistas varios del corazón. Respondidas las preguntas al reportero “tomatero”, el público pudo disfrutar de la nueva cinta con 45 minutos de retraso y la disculpa personal del director. La espera valió la pena. Pero Días de Cine está lejos de sus antecesoras, que dieron a Serrano un hueco merecido en el cine español más actual.

La cinta reúne el reparto habitual. El director vuelve a rodearse de sus actores, compinches y cómplices de esta gran broma que intenta, con poca suerte, ser seria y moralista en algunos momentos. Lo cierto es que Serrano es mejor cuando no toma partido y Días de Cine es un buen ejemplo de ello. Mezclar comedia, política, historia y moralina es muy difícil y aquí no se ha hecho con todo el acierto esperado. Esto no pretende quitar méritos al director. Nos maravilló con Días de Fútbol, una de las mejores comedias de los últimos años. Ésta fue su primera incursión en la dirección, antes de la película que nos ocupa. Además, a él se deben los libretos de El otro lado de la cama (resurrección de la comedia musical en España), su secuela, Los 2 lados de la cama, o el musical Hoy no me puedo levantar, con el apoyo, aprobación y dirección del ex Mecano, Nacho Cano.

Pero esos son éxitos pasados y hay que mirar al presente/pasado de Días de Cine. Serrano ha intentado reinventarse en lo moral, repitiendo en lo coral, fórmula que le trajo los citados triunfos. No se puede decir que su última comedia no triunfe como ejemplo de este género, porque está claro que el director domina los gags y el dibujo de personajes acabados, que dan risa y producen lástima. Lo que aún no domina es la construcción de moralejas explícitas. El Serrano de antes, más ingenuo e inocente, decía más diciendo menos en el celuloide. Por ello, es mejor disfrutar de esta película como una hermana de sus comedias antecesoras y quedarse, sin más, en la carcajada honesta y revitalizante (que tienen mucho mérito y proporcionan un buen rato).

Los artífices-culpables de esa risa son José Gutiérrez y Diego Martín. No son protagonistas ni cabeza de cartel, pero sus actuaciones merecen la primera reseña. El primero vuelve a tartamudear, como niño de bien que quiere ser actor y gasta su herencia para salir en la gran pantalla. El segundo, grande en un papel pequeño, se mueve perdido por el set de rodaje pidiendo motor y provocando la risa del respetable. Serrano ya le debe un protagonista, porque le ha puesto a prueba en varias ocasiones (como el tuerto tímido de Días de Fútbol) y bien lo tiene merecido.

Quien sí gana protagonismo es Nathalie Poza. De su papel secundario de mujer histérica en Días de Fútbol, pasa a ser protagonista: Silvia Conde, niña prodigio, de carrera fracasada que no quiere perder su dignidad. La Poza regala un buen papel, variado en matices, sentimientos e incluso, acentos. Fue grato verla en persona, porque gana fuera de la pantalla, donde demuestra que es buena actriz y se ha ganado un hueco, después de decenas de apariciones en series televisivas (Hermanas, Periodistas, El Comisario, Policías, Hospital Central, Motivos Personales…). Le acompaña Fernando Tejero, como Fino, su asistente histriónico, amanerado y llorón. El actor cordobés maneja bien la pluma, los tacones y los pantalones de campana, pero no sorprende. Es difícil dejar de ser el portero de Aquí no hay quien viva. Sí convence Alberto San Juan, como Federico Solá, director de la película en la ficción y amante de la actriz Silvia. El madrileño saca adelante un papel curioso: un director de teatro quiere ser director de cine, manteniendo también su dignidad (he aquí de nuevo el moralismo). Repite sus muecas nerviosas y la voz entrecortada que ya tuviera en Días de Fútbol y El otro lado de la cama. Vuelve a interpretar a un pobre hombre, con ilusiones pero atado a su triste realidad. Aunque ese San Juan es el necesario para interpretar al director de cine de la Transición y no hay que pedirle más. Mejor esperar para ver que ofrece próximamente (Las Treces Rosas y Casual Day, donde repite con Nathalie Poza) este actor y su director, el de verdad, David Serrano. ¿Volverá con Días de Teatro, Días de Toros o algo parecido?

FICHA TÉCNICA
- Calificación: 3 estrellas.
- España, 2006, Color.
- Dirección: David Serrano.
- Guión: David Serrano y colaboración de Alberto San Juan.
- Reparto: Nathalie Poza, Alberto San Juan, Fernando Tejero, Miguel Rellán, Diego Martín, José Gutiérrez.

'Días de Cine': David Serrano intenta ponerse serio

Graciela Padilla
Redacción
sábado, 21 de abril de 2007, 09:12 h (CET)
El preestreno de la última comedia del joven director, David Serrano, tuvo lugar en Madrid, el pasado 8 de febrero. Los madrileños cines Kinépolis cobijaron a cientos de curiosos, invitados, famosos, famosillos, y periodistas varios del corazón. Respondidas las preguntas al reportero “tomatero”, el público pudo disfrutar de la nueva cinta con 45 minutos de retraso y la disculpa personal del director. La espera valió la pena. Pero Días de Cine está lejos de sus antecesoras, que dieron a Serrano un hueco merecido en el cine español más actual.

La cinta reúne el reparto habitual. El director vuelve a rodearse de sus actores, compinches y cómplices de esta gran broma que intenta, con poca suerte, ser seria y moralista en algunos momentos. Lo cierto es que Serrano es mejor cuando no toma partido y Días de Cine es un buen ejemplo de ello. Mezclar comedia, política, historia y moralina es muy difícil y aquí no se ha hecho con todo el acierto esperado. Esto no pretende quitar méritos al director. Nos maravilló con Días de Fútbol, una de las mejores comedias de los últimos años. Ésta fue su primera incursión en la dirección, antes de la película que nos ocupa. Además, a él se deben los libretos de El otro lado de la cama (resurrección de la comedia musical en España), su secuela, Los 2 lados de la cama, o el musical Hoy no me puedo levantar, con el apoyo, aprobación y dirección del ex Mecano, Nacho Cano.

Pero esos son éxitos pasados y hay que mirar al presente/pasado de Días de Cine. Serrano ha intentado reinventarse en lo moral, repitiendo en lo coral, fórmula que le trajo los citados triunfos. No se puede decir que su última comedia no triunfe como ejemplo de este género, porque está claro que el director domina los gags y el dibujo de personajes acabados, que dan risa y producen lástima. Lo que aún no domina es la construcción de moralejas explícitas. El Serrano de antes, más ingenuo e inocente, decía más diciendo menos en el celuloide. Por ello, es mejor disfrutar de esta película como una hermana de sus comedias antecesoras y quedarse, sin más, en la carcajada honesta y revitalizante (que tienen mucho mérito y proporcionan un buen rato).

Los artífices-culpables de esa risa son José Gutiérrez y Diego Martín. No son protagonistas ni cabeza de cartel, pero sus actuaciones merecen la primera reseña. El primero vuelve a tartamudear, como niño de bien que quiere ser actor y gasta su herencia para salir en la gran pantalla. El segundo, grande en un papel pequeño, se mueve perdido por el set de rodaje pidiendo motor y provocando la risa del respetable. Serrano ya le debe un protagonista, porque le ha puesto a prueba en varias ocasiones (como el tuerto tímido de Días de Fútbol) y bien lo tiene merecido.

Quien sí gana protagonismo es Nathalie Poza. De su papel secundario de mujer histérica en Días de Fútbol, pasa a ser protagonista: Silvia Conde, niña prodigio, de carrera fracasada que no quiere perder su dignidad. La Poza regala un buen papel, variado en matices, sentimientos e incluso, acentos. Fue grato verla en persona, porque gana fuera de la pantalla, donde demuestra que es buena actriz y se ha ganado un hueco, después de decenas de apariciones en series televisivas (Hermanas, Periodistas, El Comisario, Policías, Hospital Central, Motivos Personales…). Le acompaña Fernando Tejero, como Fino, su asistente histriónico, amanerado y llorón. El actor cordobés maneja bien la pluma, los tacones y los pantalones de campana, pero no sorprende. Es difícil dejar de ser el portero de Aquí no hay quien viva. Sí convence Alberto San Juan, como Federico Solá, director de la película en la ficción y amante de la actriz Silvia. El madrileño saca adelante un papel curioso: un director de teatro quiere ser director de cine, manteniendo también su dignidad (he aquí de nuevo el moralismo). Repite sus muecas nerviosas y la voz entrecortada que ya tuviera en Días de Fútbol y El otro lado de la cama. Vuelve a interpretar a un pobre hombre, con ilusiones pero atado a su triste realidad. Aunque ese San Juan es el necesario para interpretar al director de cine de la Transición y no hay que pedirle más. Mejor esperar para ver que ofrece próximamente (Las Treces Rosas y Casual Day, donde repite con Nathalie Poza) este actor y su director, el de verdad, David Serrano. ¿Volverá con Días de Teatro, Días de Toros o algo parecido?

FICHA TÉCNICA
- Calificación: 3 estrellas.
- España, 2006, Color.
- Dirección: David Serrano.
- Guión: David Serrano y colaboración de Alberto San Juan.
- Reparto: Nathalie Poza, Alberto San Juan, Fernando Tejero, Miguel Rellán, Diego Martín, José Gutiérrez.

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