La obesidad sólo se convierte en algo repulsivo cuando los triglicéridos de la estulticia y las mantecas del egoísmo fagocitan la ética, la cordura y hasta la estética que no del espejo, quiero decir cuando devoran la que describía Alexander Golttieb como “ciencia de lo bello, de la esencia del arte, de las relaciones de ésta con la belleza y los demás valores”. A esa y sólo a esa me refiero.

Pesar ciento cincuenta kilos y sentar del primero al último encima de un asnito de cuatro meses para hacerse una puñetera fotografía sólo es digno de un granuja y miserable, exclusivo de un idiota profundo y posible únicamente en un ser humano. Hay un hombre de 38 años que reúne todos los requisitos que acabo de enumerar.
Ocurrió hace unos días en Lucena, Cordoba. Un ente, cuya masa corporal roza la sexta parte de una tonelada (de la que cero partes están ocupadas por materia gris o sensibilidad), y que afirma ser ganadero – tenía claro que voluntario de una protectora no es -, saltó la vallita del corral donde estaban los burros cedidos para un Belén depositando toda su adiposidad carnal, y moral, sobre una pobre criatura obligada a posar en una postal en la que el anverso es fervor y dulzura y el reverso explotación y sufrimiento.
El desdichado y tronzado, - algunos afirman que también pateado - animal, murió cuatro días después reventado por dentro, pero este jinete del Apocalipsis redivivo, el cuarto de ellos, el más letal, el que montaba el caballo bayo, niega su culpa y explica que pudo ser porque dejaran de amamantar al burrito. Son curiosos los conocimientos en veterinaria forense en quien se ha vuelto viral por su demostrada y fotografiada ruindad y estupidez. Observad su sonrisa porque hay expresiones que son páginas de la Wikipedia.
Ya que el niño dios no se levantó de su pesebre para impartir justicia divina que sean los hombres quienes apliquen la humana a este depravado sin escrúpulos ni vergüenza. El cuerpecito de Platero no pudo soportar su peso, pero hay camas en celdas que sí son capaces de hacerlo. Ese es el lugar que le corresponde.