A las 10 de la noche del miércoles 10 de enero, la calle jardines de Madrid presentaba un nudo de gente que impedía la normal circulación de los coches. La razón, el concierto que media hora más tarde iban a ofrecer Kikí D’Akí y Christina Rosenvinge dentro del programa organizado por la Sala Sol para conmemorar el 25 aniversario de la movida madrileña. La noche era fría, pero estuvo a punto de congelarme cuando el nombre de Magazine Siglo XXI no apareció en las listas del aún más frío puerta, sin embargo la calidez de Marcela San Martín, responsable de prensa de la sala sol nos permitió entrar en calor en la acogedora y casi abarrotada sala sol, sin necesidad de sacar el DNI.
La audiencia que nos acompañaba, buscando posiciones primero en ropero, luego en barra y finalmente cerca del escenario, estaba compuesta de veteranos y no tan veteranos, que venían más a ver a la Christina Rosenvinge del siglo veintiuno que acababa de volver de Nueva York, que a rememorar a aquella de la movida.
Con bastante puntualidad, aparecieron los tres componentes de Kikí D’Akí, tres personajes auténticos, liderados por Kikí, la cantante con look de Amelie cuarentona, que tocaron un repertorio agradable y nada aburrido en apenas 50 minutos. Desprendiendo grandes dosis de romanticismo, melancolía y bohemia, retrocedieron a los inicios del grupo allá por el 83 con canciones como “la ciudad y tú” y mostraron que aún siguen creando, con canciones de su último álbum “Villa Flir”. Con una caja de ritmos imprescindible para simular tanto percusión como viento, el grupo hizo que el público tarareara canciones que apenas conocía y se meciera lánguidamente de derecha a izquierda con las pegadizas y soñadoras melodías que salían de la garganta de Kikí.

Kikí d'akí en la Sala El Sol / Foto: Jose Alberto Solis Valiente
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El descanso, un poco más largo de la cuenta para una audiencia que tenía que madrugar a la mañana siguiente, fue amenizado por música de la movida, Nacha Pop y Gabinete Caligari entre otros, cuya “cuatro rosas” podría recordar a alguna de las canciones del grupo que acababa de salir tras las rojas cortinas de la sala sol.
Y por fin, ya cerca de la media noche, la gran esperada, la hija pródiga que regresa con el billete de vuelta de Continental 62, título de su álbum y también del vuelo que conecta Madrid-Nueva York, gracias al cual Christina ha podido traer un puñado de buenas canciones y de frescas ideas con las que dar un paso más en su ya larga carrera. Con una sonrisa auténtica y tímida, y una melena rubia que ocultaba parte de su atemporal rostro a la vez que resaltaba frente a la indumentaria negra que lucían todos los componentes del grupo, Christina se fue directa al teclado para empezar su actuación, haciendo que la audiencia se alzara de puntillas para no perder detalle.

Christina Rosenvinge en directo / Foto: Jose Alberto Solis Valiente
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Partiendo de Continental 62, también es éste el nombre de la primera canción de su nuevo álbum, y yendo “in cresciendo” en intensidad, pasando de teclado a guitarra acústica y más tarde a eléctrica, el concierto tuvo siempre la atención de todo el público, que sentía una especie de familiaridad y admiración hacia la cantante que siempre parece una niña, salvo cuando el zoom despiadado de la Pentax de que dispongo demuestra que han pasado 25 años desde que empezó cantar con los neumáticos.

Christina Rosenvinge / Foto: Jose Alberto Solis Valiente
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El concierto se centró principalmente en el nuevo disco, sin apenas pausas de una Christina que seguía mostrándose tímida a la hora de hablar con el público. No obstante, quiso hacer un guiño a la movida rememorando a los neumáticos y no se olvidó de los nostálgicos que corearon “Mi Habitación” de “Christina y los subterráneos”.

Christina Rosenvinge / Foto: Jose Alberto Solis Valiente
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Destacaron “Big White Hole”, al parecer la única que el público se había aprendido del nuevo álbum, quizá por su estribillo repetitivo, y “Tok-Tok” por su intensidad en el teclado y en el violín psicodélico de Charlie Bautista, el otro miembro del grupo que captó la atención, haciendo las veces de director de orquesta a la vez que de segunda voz, guitarrista, flautista y violinista. No faltó el single “A liar to Love” que puede recordar a “Bell and Sebastian” por su ritmo de chucuchú de tren y su mezcla de voces masculina y femenina.

Christina Rosenvinge / Foto: Jose Alberto Solis Valiente
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Poco antes de la 1 de la madrugada y tras el segundo bis, los cuatro componentes del grupo se despidieron de una audiencia agradecida por la calidad de su último trabajo, deseando ponerse los cascos en el trabajo a la mañana siguiente y escuchar de nuevo, más atentamente, Continental 62.
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