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“La mentira es como una bola de nieve; cuantas más vueltas da mayor se hace” M.Lutero.

El gran engaño del independentismo catalán

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Los políticos del Gobern catalán y toda la prensa que los apoya y defiende la locura del independentismo para Catalunya, ha entrado en una verdadera vorágine de desinformación, de engaños y de noticias amañadas, para dar la sensación de que Catalunya está boyante, que no le afecta la crisis, que puede subsistir por si misma y que, si no hay más riqueza en esta comunidad, se debe a las cantidades con las que debe participar en concepto de solidaridad con el resto de provincias o autonomías españolas; sin lo cual, como se ha publicado recientemente, todos los catalanes gozarían de un mejor nivel de vida. Lo que pasa es que lo dicen pero no demuestran nada, antes bien, el oscurantismo que preside todo este proceso en el que se han embarcado los partidos secesionistas, además de adolecer de la unidad, de la que tanto presumen y tan poco se da entre ellos mismos; cuando se trata de comprobar en lo que se basan tan hermosas perspectivas, resulta que surgen sorpresas que, para nada, avalan aquel optimismo que pretenden trasmitir a todos los catalanes.

Empecemos por el proyecto de Ley de los Presupuestos Autonómicos del Gobierno de Catalunya para el ejercicio 2.015. Resulta ser que, la Generalitat, sigue sin querer asumir una política de austeridad a pesar del gran endeudamiento que pesa sobre ella. Al contrario, intentan conseguir un nuevo “rescate” de La Moncloa de unos 2.500 millones mas. Insiste el señor Mas y su gobierno en mantener una cifra de gastos que asciende a 22.481 millones de euros, cuando los ingresos sólo alcanzarán 19.981. A esta clase de presupuestos el señor Mas-Colell los llama “políticos” en lugar de designarlos con su verdadero nombre: “descabellados”. Decisiones como la recuperación de “la paga extraordinaria” para los trabajadores públicos o “el restablecimiento de la jornada completa” para los interinos, dos medidas que rondan los 625 millones de euros o la ampliación del Metro de Barcelona (el de la L9 representa unos 2.000 millones de euros) forman parte de lo previsto en los citados presupuestos. Todo ello manteniendo una Deuda Pública que se prevé que pase de los 65.179 millones del 2.014 a los 67.192 millones de euros que aparecen en los presupuestos para el 2.015.

Este oasis de bienestar que promete el señor Mas y sus acólitos va a suponer, no obstante, la creación de 8 impuestos más ( qué curiosa manera de ayudar a los ciudadanos a recobrar su estatus de vida perdido en la recesión) y 32 modificaciones de tasas ya existentes. ¡Claro, hay que mantener más de 131 “chiringuitos” públicos (empresas, consorcios, fundaciones y entes varios)! Las empresas públicas suponen un coste de 7.000 millones al año; los consorcios suman 3.200 millones de euros anuales y las fundaciones unos 595 millones de euros al año. Total 10.800 millones. ¿Se ha hecho algo para disminuir estos costes exagerados ¡ no, de ninguna manera, al contrario, se han creado nuevas embajadas en el extranjero (Roma y Viena), se continúa insistiendo en organizar una Administración paralela a la estatal, para cuando se declare la independencia, facilitando ayudas a todos aquellos corpúsculos que ayudan a formar un ambiente separatista en toda la autonomía. Y, a todo esto, el señor Montoro sigue inyectando ayudas para Catalunya a costa de los impuestos de todos los españoles, en la absurda creencia del Gobierno de que, cediendo en lo económico, va a conseguir que el señor Mas y el señor Juncadella se retracten de sus aspiraciones de conseguir la independencia para el país catalán.

Veamos lo que está sucediendo con esta bravata del Gobern en la que se presume de la potencia industrial de Catalunya, de lo rica que es y de lo bien situada dentro de Europa ( se olvidan que esto de estar dentro de la CE no son más que sueños de ilusos, completamente apartados de la realidad) como nación independiente. Pues, si tenemos que fiarnos de varios estudios realizados por economistas de solvencia demostrada, puede que todos estos delirantes proyectos y anuncios de prosperidad, no se ajusten a lo que en realidad sean sus verdaderas perspectivas. Dejando aparte que su entrada en Europa es imposible, que no tendrían la posibilidad de financiarse a través del BCE o del BEI, así como a través de las Bolsas mundiales debido a que están clasificados, por la agencias de calificación de riesgos, dentro de la BBB con pronóstico a la baja o, lo que es lo mismo, dentro del bono basura; que serían considerados como un país tercero y, por ello, obligado a pagar tasas y sometido a aduanas fronterizas; en lo que se refiere a su solvencia como país industrial conviene hacer algunas precisiones.

A este 70% de catalanes que piensan que estarían mucho mejor en una Catalunya independiente (dudo mucho que, después el “éxito” de la votación del 9N, en el que se mostraron favorables a ella sólo 1.800.000 de ciudadanos, se pueda seguir manteniendo, que el resto, más de 4.5 millones consideraran esta posibilidad y, sin embargo, no la fueran a apoyar con su voto) conviene que les demos algunos datos para que puedan sacar ellos mismos las oportunas consecuencias. Por ejemplo ¿saben estos señores que en 1.994 la industria catalana ocupaba al 29% de la población ocupada en Catalunya? Pues bien, en el 2013 este porcentaje quedó reducido al 18’3%. Lo mismo sucedió con el peso sobre el PIB que pasó del 29% al 18’6. Dos descensos preocupantes que poco dicen a favor del optimismo desmadrado que pretenden inculcar los separatistas en los catalanes. Este estudio fue encargado por la Fundació de la Industria (antes Fundació Gremi de Fabricants) nada sospechosos de centralistas, al economista Joseph Oliver.

Desde 1994 al 2013 el número de empleos perdidos en la industria catalana asciende a 250.000, una cantidad que, a la vista de las perspectivas que se tienen para el futuro, se puede considerar como imposible de recuperar. Según el estudio citado “el declive industrial en Catalunya es insólito y único por su profundidad”. Se ha hablado de un gran nudo logístico en el sur del Mediterráneo, entonces Catalunya podría pasar de ser la “Fábrica de España” a ser el “Gran Almacén”. Pero, para ello, necesitarían que España, a través del ministerio de Fomento, activase lo del Corredor Mediterráneo, algo que puede que no sea lo que tienen en mente en dicho ministerio en estos momentos, ante la evidencia de la actitud, abiertamente en contra del resto de España, de los catalanes. Es evidente que, contrariamente a lo que se nos quiere hacer creer, las empresas cada vez son más reacias a seguir invirtiendo en la comunidad catalana y, no sólo porque prefieran desplazarse a Madrid, Valencia u otro lugar de la Península, que también, sino que escogen los países del este o el mismo centro de Europa, en los que se les dan más facilidades y seguridad para establecerse.

Incluso las exportaciones, aquellas de las que se presumía y se decía que eran las que salvaban la economía del país, han entrado en franco descenso. Se sabe que esta circunstancia tuvo lugar principalmente entre el 2002 y el 2012 (cuando los salarios bajaron notablemente) pero que durante los últimos años ha disminuido notablemente y que se ha perdido mucho empleo, en parte, por su bajo formación. ¿Dónde está pues este paraíso terrenal, esta nación floreciente que puede asombrar a Europa y causar envidia al resto de naciones? Mucho nos tememos que el porvenir que les esperaría a los catalanes, fuera de la protección de España, nada tendría de próspero, de brillante y de un nivel de vida por encima del resto de españoles. Un desempleo superior a los 600.000 trabajadores y unas deudas por encima de los 65.000 millones, no parecen el mejor bagaje para afrontar una aventura independentista, con posibilidades de conseguir sobrevivir. O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como, unos pocos, intentan llevar a todo un pueblo a su más completa ruina.

El gran engaño del independentismo catalán

“La mentira es como una bola de nieve; cuantas más vueltas da mayor se hace” M.Lutero.
Miguel Massanet
viernes, 12 de diciembre de 2014, 08:02 h (CET)
Los políticos del Gobern catalán y toda la prensa que los apoya y defiende la locura del independentismo para Catalunya, ha entrado en una verdadera vorágine de desinformación, de engaños y de noticias amañadas, para dar la sensación de que Catalunya está boyante, que no le afecta la crisis, que puede subsistir por si misma y que, si no hay más riqueza en esta comunidad, se debe a las cantidades con las que debe participar en concepto de solidaridad con el resto de provincias o autonomías españolas; sin lo cual, como se ha publicado recientemente, todos los catalanes gozarían de un mejor nivel de vida. Lo que pasa es que lo dicen pero no demuestran nada, antes bien, el oscurantismo que preside todo este proceso en el que se han embarcado los partidos secesionistas, además de adolecer de la unidad, de la que tanto presumen y tan poco se da entre ellos mismos; cuando se trata de comprobar en lo que se basan tan hermosas perspectivas, resulta que surgen sorpresas que, para nada, avalan aquel optimismo que pretenden trasmitir a todos los catalanes.

Empecemos por el proyecto de Ley de los Presupuestos Autonómicos del Gobierno de Catalunya para el ejercicio 2.015. Resulta ser que, la Generalitat, sigue sin querer asumir una política de austeridad a pesar del gran endeudamiento que pesa sobre ella. Al contrario, intentan conseguir un nuevo “rescate” de La Moncloa de unos 2.500 millones mas. Insiste el señor Mas y su gobierno en mantener una cifra de gastos que asciende a 22.481 millones de euros, cuando los ingresos sólo alcanzarán 19.981. A esta clase de presupuestos el señor Mas-Colell los llama “políticos” en lugar de designarlos con su verdadero nombre: “descabellados”. Decisiones como la recuperación de “la paga extraordinaria” para los trabajadores públicos o “el restablecimiento de la jornada completa” para los interinos, dos medidas que rondan los 625 millones de euros o la ampliación del Metro de Barcelona (el de la L9 representa unos 2.000 millones de euros) forman parte de lo previsto en los citados presupuestos. Todo ello manteniendo una Deuda Pública que se prevé que pase de los 65.179 millones del 2.014 a los 67.192 millones de euros que aparecen en los presupuestos para el 2.015.

Este oasis de bienestar que promete el señor Mas y sus acólitos va a suponer, no obstante, la creación de 8 impuestos más ( qué curiosa manera de ayudar a los ciudadanos a recobrar su estatus de vida perdido en la recesión) y 32 modificaciones de tasas ya existentes. ¡Claro, hay que mantener más de 131 “chiringuitos” públicos (empresas, consorcios, fundaciones y entes varios)! Las empresas públicas suponen un coste de 7.000 millones al año; los consorcios suman 3.200 millones de euros anuales y las fundaciones unos 595 millones de euros al año. Total 10.800 millones. ¿Se ha hecho algo para disminuir estos costes exagerados ¡ no, de ninguna manera, al contrario, se han creado nuevas embajadas en el extranjero (Roma y Viena), se continúa insistiendo en organizar una Administración paralela a la estatal, para cuando se declare la independencia, facilitando ayudas a todos aquellos corpúsculos que ayudan a formar un ambiente separatista en toda la autonomía. Y, a todo esto, el señor Montoro sigue inyectando ayudas para Catalunya a costa de los impuestos de todos los españoles, en la absurda creencia del Gobierno de que, cediendo en lo económico, va a conseguir que el señor Mas y el señor Juncadella se retracten de sus aspiraciones de conseguir la independencia para el país catalán.

Veamos lo que está sucediendo con esta bravata del Gobern en la que se presume de la potencia industrial de Catalunya, de lo rica que es y de lo bien situada dentro de Europa ( se olvidan que esto de estar dentro de la CE no son más que sueños de ilusos, completamente apartados de la realidad) como nación independiente. Pues, si tenemos que fiarnos de varios estudios realizados por economistas de solvencia demostrada, puede que todos estos delirantes proyectos y anuncios de prosperidad, no se ajusten a lo que en realidad sean sus verdaderas perspectivas. Dejando aparte que su entrada en Europa es imposible, que no tendrían la posibilidad de financiarse a través del BCE o del BEI, así como a través de las Bolsas mundiales debido a que están clasificados, por la agencias de calificación de riesgos, dentro de la BBB con pronóstico a la baja o, lo que es lo mismo, dentro del bono basura; que serían considerados como un país tercero y, por ello, obligado a pagar tasas y sometido a aduanas fronterizas; en lo que se refiere a su solvencia como país industrial conviene hacer algunas precisiones.

A este 70% de catalanes que piensan que estarían mucho mejor en una Catalunya independiente (dudo mucho que, después el “éxito” de la votación del 9N, en el que se mostraron favorables a ella sólo 1.800.000 de ciudadanos, se pueda seguir manteniendo, que el resto, más de 4.5 millones consideraran esta posibilidad y, sin embargo, no la fueran a apoyar con su voto) conviene que les demos algunos datos para que puedan sacar ellos mismos las oportunas consecuencias. Por ejemplo ¿saben estos señores que en 1.994 la industria catalana ocupaba al 29% de la población ocupada en Catalunya? Pues bien, en el 2013 este porcentaje quedó reducido al 18’3%. Lo mismo sucedió con el peso sobre el PIB que pasó del 29% al 18’6. Dos descensos preocupantes que poco dicen a favor del optimismo desmadrado que pretenden inculcar los separatistas en los catalanes. Este estudio fue encargado por la Fundació de la Industria (antes Fundació Gremi de Fabricants) nada sospechosos de centralistas, al economista Joseph Oliver.

Desde 1994 al 2013 el número de empleos perdidos en la industria catalana asciende a 250.000, una cantidad que, a la vista de las perspectivas que se tienen para el futuro, se puede considerar como imposible de recuperar. Según el estudio citado “el declive industrial en Catalunya es insólito y único por su profundidad”. Se ha hablado de un gran nudo logístico en el sur del Mediterráneo, entonces Catalunya podría pasar de ser la “Fábrica de España” a ser el “Gran Almacén”. Pero, para ello, necesitarían que España, a través del ministerio de Fomento, activase lo del Corredor Mediterráneo, algo que puede que no sea lo que tienen en mente en dicho ministerio en estos momentos, ante la evidencia de la actitud, abiertamente en contra del resto de España, de los catalanes. Es evidente que, contrariamente a lo que se nos quiere hacer creer, las empresas cada vez son más reacias a seguir invirtiendo en la comunidad catalana y, no sólo porque prefieran desplazarse a Madrid, Valencia u otro lugar de la Península, que también, sino que escogen los países del este o el mismo centro de Europa, en los que se les dan más facilidades y seguridad para establecerse.

Incluso las exportaciones, aquellas de las que se presumía y se decía que eran las que salvaban la economía del país, han entrado en franco descenso. Se sabe que esta circunstancia tuvo lugar principalmente entre el 2002 y el 2012 (cuando los salarios bajaron notablemente) pero que durante los últimos años ha disminuido notablemente y que se ha perdido mucho empleo, en parte, por su bajo formación. ¿Dónde está pues este paraíso terrenal, esta nación floreciente que puede asombrar a Europa y causar envidia al resto de naciones? Mucho nos tememos que el porvenir que les esperaría a los catalanes, fuera de la protección de España, nada tendría de próspero, de brillante y de un nivel de vida por encima del resto de españoles. Un desempleo superior a los 600.000 trabajadores y unas deudas por encima de los 65.000 millones, no parecen el mejor bagaje para afrontar una aventura independentista, con posibilidades de conseguir sobrevivir. O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como, unos pocos, intentan llevar a todo un pueblo a su más completa ruina.

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