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Desde el Taj Mahal de la India a las pirámides egipcias, los desiertos arabescos o los campos rurales vietnamitas, hasta los paisajes de ensueño mongoles y las selvas de malasia, Oriente es un vergel de multiculturalidad y belleza

​Los tres Orientes: El vergel de las mil maravillas

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Oriente Próximo, Oriente Medio y el Lejano Oriente tienen tanto de territorio como de belleza angélica. Su vastedad es sólo causa del insuperable fruto de su esencia, cuyo mordisco endulza ya hasta las regiones más recónditas del alma. Ante tal insondable concatenación de paraísos, únicamente existe una ruta hábil: dejarse llevar paulatinamente y sin apenas mapa por sus mil maravillas.

El contraste como equilibrio de la humanidad

Viajar concede al viajante una fuentede conocimiento y riqueza vital incomparable con otros capítulos de la existencia. Mediante el intercambio de costumbres y culturas la esencia humana trasciende de su sede autóctona para regocijarse en la variedad. No se trata tan sólo de ampliar el álbum vacacional con material más insólito, sino de cargar la estantería memorial de aprendizaje y recuerdos inmarcesibles. Todo bajo un noble propósito que subyace al espíritu turístico y a la relajación tras la aspereza del día a día: calarse con más firmeza en el crisol de bellezas del ser humano.

Y cuando se trata de abarcar hasta el extremo un contraste hermoso entre la realidad autóctona y la del lugar de destino, Oriente se convierte en la mejor opción para trascender lo común. Un territorio mágico de cuya fantasía nace una profundísima fascinación por sus diferencias y diversidades religiosas, étnicas, lingüísticas e incluso gastronómicas y paisajísticas. Abrazando en su tierra maravillosos y dispares lugares de destino como Egipto, Turquía, Israel, Marruecos o Jordania. Un repaso que cabe dar, sin duda alguna, para obtener más información sobre tu viaje a Oriente. Con el que hacer de su exotismo fuente íntima de la propia esencia.

De la diversidad a la cohesión de la belleza

Mientras en Occidente impera una cierta vocación hacia la modernidad, con los ojos perpetuamente puestos en el futuro y su titánica metamorfosis, Oriente goza de una atmósfera antigua en cuyos ecos del pasado se integra el hoy con gran holgura. Sujeto a una gradualidad que atraviesa parte del globo desde Oriente Próximo, con países como Arabia Saudita y Palestina, y pasando por Oriente Medio hasta el Lejano Oriente, conformado por países tan distintos como Japón y Vietnam. Lugares donde la tradición jamás se desarraiga, ligándose a una contemporaneidad teñida de viveza, color y una intensa y vasta historia para el deleite de cualquier turista cultura.

Aunque existen muchos trucos para viajar barato, en el arsenal estratégico del viajero la antelación es un punto principal. En ese sentido, y con el objetivo de viajar a Oriente, cabe recurrir a agencias de viaje especializadas y con interesantes tours y packs de viaje en el lugar. En busca de tours orientales cuyas opciones abarquen el máximo territorio posible, tomando como ejemplo un recorrido de Grecia a Egipto, pasando por Turquía e Israel. Itinerarios diversos con los que entender muchísimo mejor el concierto de distintas notas, pero todas y cada una pensadas para un propósito musical concreto, sobre el que se erige Oriente.

La imposibilidad de mapas objetivos

Es increíblemente difícil dibujar los puntos de fuga que deben conducir hacia el mejor de los lugares de destino de Oriente. Cada país goza de un carácter distintivo, aunque su motivo de interés al visitarlo depende en enorme grado del visitante. No obstante, una solución consistiría en señalar los países que mejor engloban la cohesión de distintas características entre otros de similar esencia. Así como en, por ejemplo, Europa las diferencias entre países como Alemania o Francia no son demasiado dispares para entender con cierta globalidad el talante europeo, ocurre lo mismo en Oriente y en otros lugares del mundo.

Es recomendable trazar un recorrido entre ubicaciones clave para conseguir una mayor apreciación generalizada de Oriente. Tras ello, habiendo surcado mediante ejemplos el alma de cada región, es momento de penetrar con más precisión en sus espíritus recónditos. Ya no sólo visitando capitales o ciudades principales, sino penetrando en el formidable organismo que configuran sus pueblos y pequeñas localidades. De cuyas auténticas atmósferas extraer el jugo elemental de Oriente, acudiendo allá donde la remotidad de los orígenes tiene todavía la importancia de la actual grandeza.

Cuando el mito es la verdad

Desde el Taj Mahal de la India a las pirámides egipcias, los desiertos arabescos o los campos rurales vietnamitas, hasta los paisajes de ensueño mongoles y las selvas de malasia, Oriente es un vergel de multiculturalidad y belleza. A efectos prácticos, su paraíso no entiende de rutas concretas, ni caminos rectos, ni decisiones firmes. Sólo alberga espacio para un dejarse llevar descontroladamente a través de su gigantesco laberinto onírico. Sin más mapa que aquel creado por el mismo camino al realizarse. Tal es su vastedad, que conocer los secretos de Oriente es sólo posible dedicando a su búsqueda la constancia de una vida.

Ya sea por su inmanente misticismo, su extraña y codiciada gastronomía o su virginal naturaleza, Oriente es todo cuanto su mito construye de expectación. Una perfecta arquitectura de cuentos mágicos cuyo poder es cierto, la carnificación de un espejismo cuya aparición vaticina ininterrumpidas ráfagas de belleza. Y es en esa misma condición de espectáculo imperecedero e inagotable donde radica, precisamente, su carácter distintivo. Porque lo hermoso de la diversidad es su misma inconmensurabilidad.

​Los tres Orientes: El vergel de las mil maravillas

Desde el Taj Mahal de la India a las pirámides egipcias, los desiertos arabescos o los campos rurales vietnamitas, hasta los paisajes de ensueño mongoles y las selvas de malasia, Oriente es un vergel de multiculturalidad y belleza
Redacción
lunes, 4 de mayo de 2020, 11:34 h (CET)

Oriente Próximo, Oriente Medio y el Lejano Oriente tienen tanto de territorio como de belleza angélica. Su vastedad es sólo causa del insuperable fruto de su esencia, cuyo mordisco endulza ya hasta las regiones más recónditas del alma. Ante tal insondable concatenación de paraísos, únicamente existe una ruta hábil: dejarse llevar paulatinamente y sin apenas mapa por sus mil maravillas.

El contraste como equilibrio de la humanidad

Viajar concede al viajante una fuentede conocimiento y riqueza vital incomparable con otros capítulos de la existencia. Mediante el intercambio de costumbres y culturas la esencia humana trasciende de su sede autóctona para regocijarse en la variedad. No se trata tan sólo de ampliar el álbum vacacional con material más insólito, sino de cargar la estantería memorial de aprendizaje y recuerdos inmarcesibles. Todo bajo un noble propósito que subyace al espíritu turístico y a la relajación tras la aspereza del día a día: calarse con más firmeza en el crisol de bellezas del ser humano.

Y cuando se trata de abarcar hasta el extremo un contraste hermoso entre la realidad autóctona y la del lugar de destino, Oriente se convierte en la mejor opción para trascender lo común. Un territorio mágico de cuya fantasía nace una profundísima fascinación por sus diferencias y diversidades religiosas, étnicas, lingüísticas e incluso gastronómicas y paisajísticas. Abrazando en su tierra maravillosos y dispares lugares de destino como Egipto, Turquía, Israel, Marruecos o Jordania. Un repaso que cabe dar, sin duda alguna, para obtener más información sobre tu viaje a Oriente. Con el que hacer de su exotismo fuente íntima de la propia esencia.

De la diversidad a la cohesión de la belleza

Mientras en Occidente impera una cierta vocación hacia la modernidad, con los ojos perpetuamente puestos en el futuro y su titánica metamorfosis, Oriente goza de una atmósfera antigua en cuyos ecos del pasado se integra el hoy con gran holgura. Sujeto a una gradualidad que atraviesa parte del globo desde Oriente Próximo, con países como Arabia Saudita y Palestina, y pasando por Oriente Medio hasta el Lejano Oriente, conformado por países tan distintos como Japón y Vietnam. Lugares donde la tradición jamás se desarraiga, ligándose a una contemporaneidad teñida de viveza, color y una intensa y vasta historia para el deleite de cualquier turista cultura.

Aunque existen muchos trucos para viajar barato, en el arsenal estratégico del viajero la antelación es un punto principal. En ese sentido, y con el objetivo de viajar a Oriente, cabe recurrir a agencias de viaje especializadas y con interesantes tours y packs de viaje en el lugar. En busca de tours orientales cuyas opciones abarquen el máximo territorio posible, tomando como ejemplo un recorrido de Grecia a Egipto, pasando por Turquía e Israel. Itinerarios diversos con los que entender muchísimo mejor el concierto de distintas notas, pero todas y cada una pensadas para un propósito musical concreto, sobre el que se erige Oriente.

La imposibilidad de mapas objetivos

Es increíblemente difícil dibujar los puntos de fuga que deben conducir hacia el mejor de los lugares de destino de Oriente. Cada país goza de un carácter distintivo, aunque su motivo de interés al visitarlo depende en enorme grado del visitante. No obstante, una solución consistiría en señalar los países que mejor engloban la cohesión de distintas características entre otros de similar esencia. Así como en, por ejemplo, Europa las diferencias entre países como Alemania o Francia no son demasiado dispares para entender con cierta globalidad el talante europeo, ocurre lo mismo en Oriente y en otros lugares del mundo.

Es recomendable trazar un recorrido entre ubicaciones clave para conseguir una mayor apreciación generalizada de Oriente. Tras ello, habiendo surcado mediante ejemplos el alma de cada región, es momento de penetrar con más precisión en sus espíritus recónditos. Ya no sólo visitando capitales o ciudades principales, sino penetrando en el formidable organismo que configuran sus pueblos y pequeñas localidades. De cuyas auténticas atmósferas extraer el jugo elemental de Oriente, acudiendo allá donde la remotidad de los orígenes tiene todavía la importancia de la actual grandeza.

Cuando el mito es la verdad

Desde el Taj Mahal de la India a las pirámides egipcias, los desiertos arabescos o los campos rurales vietnamitas, hasta los paisajes de ensueño mongoles y las selvas de malasia, Oriente es un vergel de multiculturalidad y belleza. A efectos prácticos, su paraíso no entiende de rutas concretas, ni caminos rectos, ni decisiones firmes. Sólo alberga espacio para un dejarse llevar descontroladamente a través de su gigantesco laberinto onírico. Sin más mapa que aquel creado por el mismo camino al realizarse. Tal es su vastedad, que conocer los secretos de Oriente es sólo posible dedicando a su búsqueda la constancia de una vida.

Ya sea por su inmanente misticismo, su extraña y codiciada gastronomía o su virginal naturaleza, Oriente es todo cuanto su mito construye de expectación. Una perfecta arquitectura de cuentos mágicos cuyo poder es cierto, la carnificación de un espejismo cuya aparición vaticina ininterrumpidas ráfagas de belleza. Y es en esa misma condición de espectáculo imperecedero e inagotable donde radica, precisamente, su carácter distintivo. Porque lo hermoso de la diversidad es su misma inconmensurabilidad.

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