Éste 1º de mayo, fiesta de los trabajadores del mundo, será recordado por ser el del covib 19, principalmente. El «Quédate en Casa» suena hasta rebelde con Cotal de que el maldito virus de las narices no haga más estragos entré nosotros, haciendo saña en especial, en quienes celebramos hoy la fiesta del trabajo. «Los Currelantes» que cantaría Carlos Cano en su murga.
Pero, tiene que servir como punto de inflexión capaz de rectificar las atrocidades económicas y sociales, impuestas por la sociedad global y neoliberal. El término Neoliberal, tras los comportamientos y medidas adoptadas por quienes se sienten Dirigentes globales, no es el adecuado ya para calificar a dichos personajes, siendo más certero el término Neofascismo, que no es otra cosa que ensamblar los intereses defendidos en las juntas directivas globales con los cuadros de mando de la Dictadura de la Mediocridad. Donde se prima el beneficio y la rentabilidad, al conocimiento, la eficacia y la empatía. Beneficios antes que vidas.
Pero claro. Éste singular virus, de origen supuestamente desconocido aún, no entiende de beneficios fiscales, reducción de plantillas o cobros de comisiones en b o en negro. Tampoco entiende de credos, homilías o pasos sacramentales, aunque los que siguen viviendo del cuento del pesebre de Palestina ahora prefieran hacer loas y ruegos a las mascarillas FFP2, en vez de a sus tallas policromadas del siglo XII. Solo les interesa que el Diezmo no les falte en ningún momento, como publicitan descaradamente en la TV Episcopal.
No. No puede volver ser igual el próximo Primero de Mayo. Debemos tener aprendida la lección que el confinamiento nos está dejando claro. Conceptos como Sanidad Pública Eficaz y Solidaridad, deben ser los conceptos hegemónicos del nuevo orden social, que debe superar por la fuerza del conocimiento, el convencimiento y la razón al Neofascismo imperante e ineficaz para dar soluciones a los graves problemas del planeta debiendo de reconocer que la sabiduría innata de ella, en menos de tres meses está recuperando parte del espacio que le habíamos arrancado a fuerza de hachazos.
Nada puede volver a ser igual. Por mucho que Donald Trump, Bolsonaro, Aznar, Casado o Abascal pretendan imponer sus bulos o mentiras, siendo marionetas de juntas accionariales, que tendrán que tomar buena nota, después del fracaso económico y social que han provocado en el mundo.
