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Psicología y sexualidad
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Nuestro diálogo interno nos puede impedir disfrutar del sexo

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Es un crítico interior y a veces se convierte en una pesada carga que es el tributo de todas las enseñanzas recibidas a lo largo de nuestra historia de lo que debería o no debería ser. Lo que en psicoanálisis se llama el superyó. Es un crítico interno o un consejero que actúa sobre nuestros actos en pensamientos y fantasías, en nuestros sentimientos y en nuestros acciones y también en los ajenos. Es nuestra conciencia y nuestra censura.

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Cuando este crítico interno nos juzga y exagera nuestros rasgos negativos por fallos circunstanciales, nos etiquetamos como estúpidos, malsanos o malos amantes. Con todo esto nuestra imagen podría quedar seriamente dañada y también el aprecio por nosotros mismos y por nuestra vida sexual. Pero al contrario si en nuestra biografía hemos aprendido criterios excesivamente permisivos nuestro crítico interno nos justifica y puede exonerarnos de actos realmente ofensivos y hasta crueles.

Este consejero o crítico interno en ocasiones puede ser un guía en nuestra vida sexual, ser despìadado y cruel con nosotros o más débil y permisivo. Si es despiadado la irritabilidad y la culpa afloran con facilidad mientras actuamos de forma diferente al dictamen de cómo debería ser según nuestro crítico interno. Si es permisivo y débil aparecen la insensibilidad y la indiferencia para hacer frente a las ofensas o a las molestias, y al sufrimiento que podemos ocasionar. Un crítico interno que sigue los valores de nuestro contexto social y cultural que puede amargarnos la vida.

Algunos diálogos o críticos internos responden a esta historia de aprendizaje que nuestros padres o tutores nos inculcaron : no te toques, eso no se hace, es de cochinos, ¡no te da vergüenza!, deberías aprender de tu hermano, ¡vaya cuerpo tan feo que tienes!, lo que deberiás hacer es ..., me decepcionas, lo que acabas de hacer es horrible, eres estúpido, parece mentira que seas hijo mío ... Estas expresiones cuyo fin es "educativo" y que hemos escuchado de manera muy efectiva a lo largo de nuestra historia de aprendizaje son nuestros consejeros, y nos acompañan en nuestra experiencia más íntima acumulada sobre todo de los que se comportan con crueldad e intolerancia.

Estas rígidas reglas fomentan la insatisfacción y la culpa, que caminan junto a la pérdida del interés por el sexo y el deseo. Estas reglas autoimpuestas nos dictan cómo deberíamos ser y actuar, también pensar y sentir de forma diferente a la habitual. Los otros deberían ser diferentes, actuar de otro modo a como lo hacen o diferentes las situaciones y las circunstancias ... Investigaciones psicológicas han manifestado este papel regulador del lenguaje en las emociones y en los actos.

En ocasiones nos causa insatisfacción que se origina cuando esas reglas del "debería" nos muestran un horizonte ideal, inalcanzable para nuestro desempeño actual tanto en la vida sexual como en la profesional, en la familiar o en la social. Estos críticos internos pueden llegar a hacer que nos sintamos mal, a disgusto, inseguros y con vergüenza por mostrar nuestro aspecto físico, y a ser intolerantes según el comportamiento de nuestra pareja. Así podemos sentirnos culpables si estimulamos nuestro cuerpo para obtener placer, o por utilizar las fantasías para excitarnos y estimularnos o por implicarnos en juegos sexuales "prohibidos" que nos causan irritación hacia nuestro amante si nos propone actos censurables por nuestro crítico interior que nos atormenta.

Vivir sentimientos negativos acerca de nosotros mismos puede bajarnos la autoestima continuamente, pero no siempre es negativo. Con frecuencia sentirnos mal por lo que hacemos puede ser un estímulo para mejorar, e incluso al contrario de lo que parece puede ser además una fuente de autoestima : si nos valoramos positivamente porque nos duele la conciencia, si actuamos de una forma poco ética y poco responsable. Si nuestro crítico interior nos impide o nos censura y nos amarga la vida, la mejor solución es hablar con un Terapéuta Sexual que puede ayudarnos a orientar nuestra conducta con valores que merezcan la pena y también a reparar los efectos negativos que han podido ocasionar nuestros fallos.

Ana de Calle. Sexóloga y Terapéuta de Pareja
www.elsexoesvida.com
+34 639 555 994
Autora de 'El sexo magia para tu cuerpo'

Nuestro diálogo interno nos puede impedir disfrutar del sexo

Ana de Calle
martes, 11 de noviembre de 2014, 08:09 h (CET)
Es un crítico interior y a veces se convierte en una pesada carga que es el tributo de todas las enseñanzas recibidas a lo largo de nuestra historia de lo que debería o no debería ser. Lo que en psicoanálisis se llama el superyó. Es un crítico interno o un consejero que actúa sobre nuestros actos en pensamientos y fantasías, en nuestros sentimientos y en nuestros acciones y también en los ajenos. Es nuestra conciencia y nuestra censura.

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Cuando este crítico interno nos juzga y exagera nuestros rasgos negativos por fallos circunstanciales, nos etiquetamos como estúpidos, malsanos o malos amantes. Con todo esto nuestra imagen podría quedar seriamente dañada y también el aprecio por nosotros mismos y por nuestra vida sexual. Pero al contrario si en nuestra biografía hemos aprendido criterios excesivamente permisivos nuestro crítico interno nos justifica y puede exonerarnos de actos realmente ofensivos y hasta crueles.

Este consejero o crítico interno en ocasiones puede ser un guía en nuestra vida sexual, ser despìadado y cruel con nosotros o más débil y permisivo. Si es despiadado la irritabilidad y la culpa afloran con facilidad mientras actuamos de forma diferente al dictamen de cómo debería ser según nuestro crítico interno. Si es permisivo y débil aparecen la insensibilidad y la indiferencia para hacer frente a las ofensas o a las molestias, y al sufrimiento que podemos ocasionar. Un crítico interno que sigue los valores de nuestro contexto social y cultural que puede amargarnos la vida.

Algunos diálogos o críticos internos responden a esta historia de aprendizaje que nuestros padres o tutores nos inculcaron : no te toques, eso no se hace, es de cochinos, ¡no te da vergüenza!, deberías aprender de tu hermano, ¡vaya cuerpo tan feo que tienes!, lo que deberiás hacer es ..., me decepcionas, lo que acabas de hacer es horrible, eres estúpido, parece mentira que seas hijo mío ... Estas expresiones cuyo fin es "educativo" y que hemos escuchado de manera muy efectiva a lo largo de nuestra historia de aprendizaje son nuestros consejeros, y nos acompañan en nuestra experiencia más íntima acumulada sobre todo de los que se comportan con crueldad e intolerancia.

Estas rígidas reglas fomentan la insatisfacción y la culpa, que caminan junto a la pérdida del interés por el sexo y el deseo. Estas reglas autoimpuestas nos dictan cómo deberíamos ser y actuar, también pensar y sentir de forma diferente a la habitual. Los otros deberían ser diferentes, actuar de otro modo a como lo hacen o diferentes las situaciones y las circunstancias ... Investigaciones psicológicas han manifestado este papel regulador del lenguaje en las emociones y en los actos.

En ocasiones nos causa insatisfacción que se origina cuando esas reglas del "debería" nos muestran un horizonte ideal, inalcanzable para nuestro desempeño actual tanto en la vida sexual como en la profesional, en la familiar o en la social. Estos críticos internos pueden llegar a hacer que nos sintamos mal, a disgusto, inseguros y con vergüenza por mostrar nuestro aspecto físico, y a ser intolerantes según el comportamiento de nuestra pareja. Así podemos sentirnos culpables si estimulamos nuestro cuerpo para obtener placer, o por utilizar las fantasías para excitarnos y estimularnos o por implicarnos en juegos sexuales "prohibidos" que nos causan irritación hacia nuestro amante si nos propone actos censurables por nuestro crítico interior que nos atormenta.

Vivir sentimientos negativos acerca de nosotros mismos puede bajarnos la autoestima continuamente, pero no siempre es negativo. Con frecuencia sentirnos mal por lo que hacemos puede ser un estímulo para mejorar, e incluso al contrario de lo que parece puede ser además una fuente de autoestima : si nos valoramos positivamente porque nos duele la conciencia, si actuamos de una forma poco ética y poco responsable. Si nuestro crítico interior nos impide o nos censura y nos amarga la vida, la mejor solución es hablar con un Terapéuta Sexual que puede ayudarnos a orientar nuestra conducta con valores que merezcan la pena y también a reparar los efectos negativos que han podido ocasionar nuestros fallos.

Ana de Calle. Sexóloga y Terapéuta de Pareja
www.elsexoesvida.com
+34 639 555 994
Autora de 'El sexo magia para tu cuerpo'

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