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El temor del Señor es saludable para el hombre

Francisco Rodríguez
viernes, 13 de junio de 2014, 23:38 h (CET)
La sabiduría es una cualidad apreciada por la gente, pero habría que preguntarse sobre qué sabiduría hablamos. Normalmente entendemos por sabios aquellos que dominan una determinada materia y los que han hecho aportaciones para el mejor conocimiento de la misma. El saber de una materia no significa que tenga autoridad sobre las demás, aunque a veces la afirmación de que Dios no existe o que haya algo más allá de la muerte se valora como cierta porque lo haya dicho un geólogo, un médico, un físico o un filósofo de cierta fama. Tampoco depende la existencia de Dios de la opinión de los teólogos.

En la biblia podemos leer muchas veces la afirmación de que el principio de la sabiduría es el temor del Señor, pero este temor no significa miedo sino la actitud de quien es consciente de su condición de creatura, de su dependencia absoluta de su creador, ante el que habrá de rendir cuentas de lo que hizo con los dones que recibió. Entre estos dones están la razón, la conciencia y la libertad.

Habrá quien vea contradictorio el temor del Señor y su amor por todas las criaturas, pero no hay tal contradicción ya que el temor al juicio de Dios es una seria advertencia para que el hombre encauce su vida de forma acertada.

Quienes no creen que Dios exista tampoco lo temerán, al reconocerse como libres no entenderán su propia conciencia y teniéndose por sus propios dioses, decidirán sobre el bien o el mal como les venga en gana, aunque utilicen argucias legales para imponer los derechos y obligaciones que se les ocurran.

Otros quizás piensan que Dios es algo así como un abuelo complaciente, que no nos va exigir ninguna responsabilidad. Creen en Dios pero no creen en el infierno que les parece un invento asusta niños, Cualquiera que tenga algún resto de razón tendrá que admitir que no es razonable que sea idéntico el destino de las víctimas y el de los verdugos y volver a la nada es algo que, si de verdad lo creyéramos, nos desanimaría de cualquier esfuerzo, de cualquier objetivo.

La vida del hombre tiene sentido cuando aceptamos que somos hechura de Alguien que está por encima de nosotros, más grande que cualquier cosa que nos podamos imaginar, que nos hizo por amor, nos dotó de libertad, quisimos ser como dioses y quedamos marcados por el mal. ¿Hay alguien que se atreva a negar la presencia del mal en el mundo?

La distancia que hay entre Dios y las criaturas es inconmensurable, pero Dios se nos ha acercado, se nos ha revelado y ha llegado a hacerse uno de nosotros en Cristo, el Hijo de Dios, para redimirnos del mal si nosotros queremos ser redimidos, pero si le volvemos la espalda ¿qué pasará? ¿No es lógico que Dios nos castigue?

Para evitar castigarnos se nos repite que el principio de la sabiduría es el temor del Señor y tienen buen juicio los que lo practican. Los insensatos que dicen que no hay Dios que les pida cuentas, saldrán de su error cuando menos lo esperen. La vida del hombre sobre la tierra acaba en la muerte y en la muerte comienza la vida eterna.

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