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El juez Silva se ha convertido en un rico vergel de sonrisas y carcajadas

Don Elpidio en la red

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Aunque sea tachado de desinformado, es mi obligación afirmar que no tenía ni pajolera idea de la existencia del magistrado Elpidio Silva hasta hace 48 horas, y es que no se puede estar en misa y repicando y, por ello, este nuevo, para mí, personaje me ha cogido por sorpresa.

Dicho señor, para un columnista con soltura y algo fresco, no como un servidor de Hacienda, es un filón con posibilidad de dedicarle una novena de escritos sin desperdicio de por medio.

Sobre las 12:30 horas me entra a diario un tedio insoportable; es entonces cuando me retranco en el sillón frente a la tele y voy saltando de la Sexta a la Cuatro con paradas en 13TV, así voy cogiendo el pulso de la izquierda a la derecha política española y viceversa, y es que me parto de risa con las ocurrencias de los tertulianos instalados en los distintos pesebres; el zapeo viene a durar una hora, y es entonces cuando, dilatado mi espíritu, bajo a tomar la copa del mediodía con cuatro o cinco jubilados que vivieron, vivimos, la posguerra de verdad y hablamos de aquellos tiempos de penuria, de los sábados de gloria y del beso que nuestros padres daban al pan cuando este caía al suelo y era recogido con mimo por las santas manos de nuestros antecesores; y así, entre el ayer, ya muy lejano, y el hoy, que nos amenaza con un ignoto futuro, vamos pasando lo que nos queda por este valle de lágrimas que, gracias a don Elpidio, hoy se ha convertido en un rico vergel de sonrisas y carcajadas.

Y es que este magistrado, ignoro si ex o no, se presenta a las ya inminentes elecciones europeas con un partido político de su invención llamado “Movimiento red” que pretende obtener escaño en el Europarlamento; el buen hombre tiene que financiarse para hacer una campaña digna de él, harto difícil lo tiene, y para ello vende camisetas suyas a 15 euros, autógrafos y dedicatorias a 20 machacantes, cenas a 300 pavos de los modernos, y un lugar de privilegio en sus mítines a 25 de los mismos.

Y además, lo dice como si tal. Y parece que existen personas que lo siguen y que ya han firmado unas pocas de miles su ciega confianza en él. La cosa va de cambio total, pues hasta hoy te daban un bocadillo y una cerveza por asistir a un mitin y ahora, si quieres estar cerca del líder, tienes que abonar una pasta en condiciones.

Esta es la auténtica revolución, el resto es una majadería insoportable. Es que me troncho, tío.

Don Elpidio en la red

El juez Silva se ha convertido en un rico vergel de sonrisas y carcajadas
José García Pérez
jueves, 24 de abril de 2014, 06:28 h (CET)
Aunque sea tachado de desinformado, es mi obligación afirmar que no tenía ni pajolera idea de la existencia del magistrado Elpidio Silva hasta hace 48 horas, y es que no se puede estar en misa y repicando y, por ello, este nuevo, para mí, personaje me ha cogido por sorpresa.

Dicho señor, para un columnista con soltura y algo fresco, no como un servidor de Hacienda, es un filón con posibilidad de dedicarle una novena de escritos sin desperdicio de por medio.

Sobre las 12:30 horas me entra a diario un tedio insoportable; es entonces cuando me retranco en el sillón frente a la tele y voy saltando de la Sexta a la Cuatro con paradas en 13TV, así voy cogiendo el pulso de la izquierda a la derecha política española y viceversa, y es que me parto de risa con las ocurrencias de los tertulianos instalados en los distintos pesebres; el zapeo viene a durar una hora, y es entonces cuando, dilatado mi espíritu, bajo a tomar la copa del mediodía con cuatro o cinco jubilados que vivieron, vivimos, la posguerra de verdad y hablamos de aquellos tiempos de penuria, de los sábados de gloria y del beso que nuestros padres daban al pan cuando este caía al suelo y era recogido con mimo por las santas manos de nuestros antecesores; y así, entre el ayer, ya muy lejano, y el hoy, que nos amenaza con un ignoto futuro, vamos pasando lo que nos queda por este valle de lágrimas que, gracias a don Elpidio, hoy se ha convertido en un rico vergel de sonrisas y carcajadas.

Y es que este magistrado, ignoro si ex o no, se presenta a las ya inminentes elecciones europeas con un partido político de su invención llamado “Movimiento red” que pretende obtener escaño en el Europarlamento; el buen hombre tiene que financiarse para hacer una campaña digna de él, harto difícil lo tiene, y para ello vende camisetas suyas a 15 euros, autógrafos y dedicatorias a 20 machacantes, cenas a 300 pavos de los modernos, y un lugar de privilegio en sus mítines a 25 de los mismos.

Y además, lo dice como si tal. Y parece que existen personas que lo siguen y que ya han firmado unas pocas de miles su ciega confianza en él. La cosa va de cambio total, pues hasta hoy te daban un bocadillo y una cerveza por asistir a un mitin y ahora, si quieres estar cerca del líder, tienes que abonar una pasta en condiciones.

Esta es la auténtica revolución, el resto es una majadería insoportable. Es que me troncho, tío.

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