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La crisis, los políticos, los partidos y los ciudadanos

Francisco Rodríguez
domingo, 16 de marzo de 2014, 08:19 h (CET)

Estamos sufriendo una situación de crisis que se prolonga ya varios años y que durará otros más, a pesar de las tibias esperanzas que ofrece el gobierno, utilizando indicadores económicos que los ciudadanos no podemos comprender ni comprobar, solo creerlas o no.

No se me alcanza que en Bruselas decidan sobre nuestro destino una serie de personas que no conocemos pero que urgen reformas que a todos nos afectan. Reformas laborales, subidas de impuestos, normas de obligado cumplimiento en política agraria, política inmigratoria, carburantes, energía, etc. Creo que lo único que buscan es que quienes prestaron dinero a España lo recuperen.

Trenes de alta velocidad, metropolitanos, aeropuertos, polideportivos y teatros en cada pueblo y tantos otras cosas que se abordaron sin el más mínimo estudio de rentabilidad ni de sostenibilidad, con dinero prestado que hay que devolver, pues ninguna administración contaba con presupuesto propio para hacerlo.

La misma falta de previsión de nuestras onerosas administraciones, les ocurrió a los particulares que compraron ladrillo sin dinero. Al parecer nadie sospechó la estafa de aceptar un crédito cuyo importe era superior al valor del bien hipotecado, bien que ahora no vale ni la mitad pero la deuda no se ha reducido sino que ha aumentado y como nuestras leyes establecen que los deudores responden de las deudas contraídas con sus bienes presentes y futuros, serán perseguidos con embargos de sueldos y salarios por muchos años.

Pero mientras el ciudadano se amarga la vida buscando como quitar la trampa, las trampas de las administraciones las cubren con emisiones de deuda que habremos de pagar, a través de impuestos, durante varias generaciones.

Gobierno y oposición discuten y se acusan mutuamente de la situación y como les interesa más el poder que el bien común no hay forma de que aúnen sus esfuerzos para resolver los problemas. Si el gobierno tropieza con una dificultad la oposición se frota las manos y se lanza en tromba para deslegitimarlo y si es la oposición la que tiene problemas el gobierno sin duda se alegra.

Aquí nadie piensa en el bien de los españoles sino en las próximas elecciones y como tenemos elecciones variadas, siempre estamos en campaña de prometer esto o aquello, aunque luego todo se quede en nada.

La inquina que manifiestan los políticos de cada partido frente a los demás, está llegando a la calle de forma cada vez más agudizada. Las variopintas tertulias de los medios de comunicación, no son en absoluto lugares de diálogo en busca de soluciones, todos gritan, nadie escucha y los espectadores ya saben de antemano lo que cada uno va a defender.

Cada día nos cruzamos con alguna protesta callejera en la que desfilan colectivos que enarbolan pancartas, arman ruido y dificultan el tráfico. Todos se creen cargados de razón y ejercen su derecho constitucional a manifestarse pero deberían ser los políticos a quienes votaron los que acogieran y gestionaran los problemas de los ciudadanos a quienes dicen representar, pero nuestra democracia no funciona así. Creo que pocos recuerdan al político a quien votaron en las generales, autonómicas, locales o europeas, solo recuerdan al partido y los elegidos representan a su partido y no a sus votantes.

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