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Los recientes disturbios en Torre Pacheco no son un fenómeno aislado, ni una consecuencia directa del islam, como algunos titulares buscan sugerir. Lo que ha estallado —como en otras periferias silenciosas— es el hartazgo de un abandono que lleva años cocinándose. Arde la exclusión, no la religión. Lo que se quema es la desidia institucional, la fractura social y el vacío espiritual.
Los cuentos, las parábolas, suelen hablar en forma metafórica. Pero eso incluso los hace más atractivos como para poder ponerlos de ejemplo en ciertas ocasiones. '¿Avisarías a los personajes de tu sueño?' es el título de una parábola oriental que nos invita a cultivar conciencia sin caer en el drama constante de los medios, los conflictos o los sufrimientos ajenos que, aunque reales, no se pueden transformar desde la ansiedad o el juicio.
En el imaginario colectivo, la violencia es algo que sucede “fuera”, en las calles, en las noticias, en las guerras, en los crímenes. Nos han enseñado a identificarla en lo visible, en el golpe, en el grito, en la amenaza. Pero hay otras formas de violencia que no se oyen ni se ven, y que por eso mismo son más difíciles de reconocer y mucho más dañinas.
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