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Actor convertido a camarero en Antaviana

Carta abierta a Àlex Casanovas

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Querido Àlex: acabo de leer en Facebook que este verano, por falta de trabajo como actor, estás haciendo de camarero en el restaurante Antaviana de Figueres (Girona). La noticia no me alegra, pero si tú actitud. Ante la adversidad que nos envuelve a todos los ciudadanos, trabajemos en lo que trabajemos, debemos ser activos y positivos y buscarnos los garbanzos allí donde caen.

Eres un actor de largo recorrido y muy conocido, especialmente en Catalunya. Te conozco desde tus inicios, me gusta la capacidad que tienes de adaptación a la hora de trabajar, igual te amoldas a una obra clásica dirigida por Josep María Flotats, como a otra de toque más moderno de la mano de Mario Gas o de otros como Iago Pericot, Josep María Montanyés, etc.


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Con Montse Guallar en ’Amor a primera vista’.
Te recuerdo en tu paso por series antológicas que han sido éxito de audiencia en TV3 como ’El cor de la ciutat’, ’Nissaga de poder’, ’La vida en un xip’, ’Estació d’enllaç’ y el mítico y rompedor concurso ’Amor a primera vista’ donde, siendo unos niños un poco mayores, Montse Guallar y tú rompíais el molde a través del amor de vuestros concursantes.

Eres un hombre solidario, actor que siempre acudes y siempre contestas, tendrás tus defectos, ¡faltaría más! y ¡gracias! ¿qué haríamos en esta vida sin defectos?, nada, lo pasaríamos fatal.

Àlex, en mi experiencia como periodista, desearía que todos los de tu profesión tuvieran la misma actitud para los de nuestra profesión. Cierto que coincidí contigo en el momento en que yo hacia un trabajo muy agradable, trabajaba como coordinadora de programas en TV3, no hacia entrevistas, sólo os invitaba a que acudierais a programas presentados por otros y eran los otros los que os entrevistaban.

Debo decir en tu favor que tus respuestas siempre fueron alegres, cordiales, comunicativas y siempre aceptaste las formas, las maneras.



Hace poco te dieron el premio Gaudí al mejor actor 2013 por tu trabajo en ’Fénix’, te vi por televisión, y aunque ya has crecido estabas realmente atractivo, eres como los buenos vinos, con los años mejoras.

Tengo amigos y amigas en esta tu profesión, algunos los trato desde hace muchos años (yo ya tampoco soy una adolescente en flor) y algunos ya murieron.

He seguido el caminar de muchos de ellos, unos grandes nombres y otros menos conocidos pero todos, sin excepción, atrapados por su profesión, los actores, como las actrices, como los periodistas, todos nos movemos, mayormente, por el amor a nuestro trabajo, a veces más que un trabajo parece un sacerdocio.

Y esta profesión tuya es como estar colgando siempre de un hilo que va de una parte a otra, un hilo por el que nunca se camina con facilidad ni en claro equilibrio, y muchas veces, desgraciadamente, es imposible llegar al otro lado, se cae, el hilo es tan estrecho que se cae, la gente se cae y no llega.

Uno de mis grandes amigos actor que nació en Brasil y ha vivido y vive allí donde encuentra trabajo, me explicó, muy al principio de nuestra relación, que todos los camareros que trabajaban en Los Ángeles, esa ciudad en la que todos los años se celebra la entrega de los lustrosos premios Óscar con la flor y nata de la profesión del mundo del cine, son actores.


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Con todo el equipo de rodaje de ’Fénix’.
Mi amigo, me ha explicado a lo largo de su trayectoria y de su vida, todos los cambios sufridos en su profesión. Ha vivido en España, en Italia, en Alemania, en Polonia, Australia, París, Londres, Escocia, Polo Norte, Chicago, en fin, seguiría y no acabaría, en estos momentos está trabajando en California en una empresa de decoración que creó hace cinco años con su pareja, está muy contento, me ha dicho recientemente que gana dinero y se ha entusiasmado con la decoración de interiores, “es una forma distinta de crear”, me aseguró y añadió: “y no siento el estrés de no saber qué pasará en mi vida dentro de tres horas”.

En mis inicios como periodista cuando hacía entrevistas todos los actores, ahora ya muertos, me hablaron en su momento de la angustia que sentían siempre cuando nadie les llamaba. Me lo han dicho José Luis López Vázquez, Paco Rabal, Alfredo Landa, Pepe Sancho, María Asquerino, María Casares, y tantos más.

Con José Luis López Vázquez me ocurrió algo inaudito, en mi primera entrevista con el actor me citó en el restaurante “Flash Flash” de Barcelona, hablamos durante tres horas del bien y del mal, de lo divino y lo humano, fue una entrevista larga, con contenido por parte de José Luis, al final, a la hora del café, se puso nervioso, le veía alterado y no sabía por qué, la conversación había sido fluida, sin preguntas de primer grado, una conversación amena, con muchas historias, me sentí alarmada, cuando el actor ya no podía más afirmó: “Suerte que ya hemos acabado y podré irme al hotel, siempre estoy pendiente del teléfono, nosotros, los actores, para poder trabajar no podemos dejar de atender las llamadas, nuestro trabajo siempre llega a través del hilo telefónico y mientras he estado contigo se me puede haber escapado algún trabajo, es de lo que vivo, ¿lo entiendes?”.

El caso de López Vázquez, en aquellos momentos, me dejó bien claro que el trabajo de actor no es como el de un director de un banco y muchos menos del presidente de la Telefónica.

Con los años los móviles arreglaron esta dependencia, también la del representante.




Las grandes estrellas de Hollywood que he conocido, como Lauren Bacall, Joan Collins, Richard Gere, Alain Delon o Catherine Deneuve entre otras su dependencia del teléfono era grande. Llamaban constantemente a su mánager, a su secretaria, para conocer tal o cual rodaje en cartera y cómo iban las negociaciones.

Para que estas estrellas acudieran, previo pago, a una entrevista de televisión, debían tener la agenda bien clara y espaciada de contratos, de lo contrario no aceptaban la entrevista, lo primero es lo primero y lo primero para ellos siempre fue una entrevista con una productor, con un director o saber cuando empezaba el rodaje de su próxima película y dejar mucho tiempo en medio para poder viajar y ser entrevistados por televisión.

Álex tu profesión exige, además de tener las ideas muy claras para entrar en la vida de un personaje y de dar una vida entera en una producción, tener una mente relajada para pasar por todos los vaivenes de llamadas, comidas, cenas, eventos, promociones, declaraciones y largas esperas.

Cuando he leído que dices que los comensales del restaurante se muestran sorprendidos al ser atendidos por un camarero de cara conocida no me ha extrañado, a la gente, en general, le han hecho creer que todas las personas que, como tú, trabajáis en contacto con el público y muchas veces se os conoce más por el nombre del personaje protagonizado que por el vuestro, sois ricos, tenéis dinero y, como sois populares, no os es preciso trabajar de forma regular.


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En el teatro haciendo 'Boeing Boeing'.
Nadie, absolutamente nadie, quiere creer que es preciso trabajar todos los días, en el trabajo que sea. Parece que el hecho de trabajar en una serie de televisión os exija tener siempre buen humor ante quienes os crucéis en la calle, que saludéis siempre con una sonrisa, muchas veces se os exige más de la cuenta y se olvida con facilidad que vuestro trabajo está tan mal pagado o tan bien pagado como en otras profesiones y con el agravante de que los actores una vez terminado un trabajo nunca sabéis cuando puede llegar el siguiente.

Te explicaré, a mi también me llegó la crisis de forma instantánea y sin más remedio que la impotencia. Busqué trabajo, no lo había como periodista, tenía dos opciones ir a lavar cabezas en una peluquería, no más, porque a lavar si se llegar, pero a cortar, dar el color y peinar, imposible, eso o hacer de dependiente, cuando estudiaba había estado vendiendo en una mercería con mucho éxito.

Me presenté al jefe de sección de unos grandes almacenes para despachar en los días festivos de Navidades, al jefe de sección le pareció extraño que le pidiera trabajo, al final me entendió y me dijo que me iba a llamar para que pasara las pruebas con el jefe de personal.

Como los actores yo también esperaba la llamada telefónica, la tuve y me dijeron que les era imposible darme ese trabajo: “A nosotros, como empresa, que estés vendiendo estos días en que hay tanta gente comprando nos va de maravilla, es una publicidad que nos sale muy bien de precio, pero tenemos un problema, eres muy conocida y tenemos miedo que la gente quiera comprar siempre en tu departamento, todo esto iría en detrimento de las otras vendedoras y no podemos aceptarte. Esperamos que nos entiendas”.

Claro, sabía qué me estaban contando, para mi trabajo nadie precisaba una periodista con mi perfil, en cambio mi perfil como vendedora, a pesar de irles bien a una empresa, no era favorable para sus trabajadores.

Probé en otras tiendas, en ninguna me creyeron, la respuesta más habitual fue: “¡Pero si tú eres muy conocida! ¿qué vas a hacer aquí?” y luego remataban: “Nos habían dicho que tenías mucho sentido del humor, y ahora vemos que es verdad” o “Tú lo que quieres es hacer un reportaje después de esta experiencia” y por más que les expliqué que no, que no iba a hacer ningún reportaje y que si querían se lo iba a firmar a través de un abogado. Nadie me dio trabajo.

Tampoco tuve éxito para lavar cabezas, tampoco me aceptaron para ir a lavar a casas, en todas partes estaban convencidos que no necesitaba el trabajo que eran argucias laborales y jamás aceptaron que nadie les firmara por mi la verdad.

Ya ves, en todas partes cuecen habas, me alegro que hayas encontrado este trabajo en Antaviana, por cierto un nombre muy teatral, te deseo todos los éxitos del mundo que te mereces y espero, eso sí, que cuando entre la temporada que viene cargada de desaires hacia los ciudadanos por parte de los que gobiernan estés trabajando como actor. Un beso muy fuerte y hasta muy pronto. Se te quiere y se te admira mucho.

Carta abierta a Àlex Casanovas

Actor convertido a camarero en Antaviana
Teresa Berengueras
viernes, 9 de agosto de 2013, 07:29 h (CET)
Querido Àlex: acabo de leer en Facebook que este verano, por falta de trabajo como actor, estás haciendo de camarero en el restaurante Antaviana de Figueres (Girona). La noticia no me alegra, pero si tú actitud. Ante la adversidad que nos envuelve a todos los ciudadanos, trabajemos en lo que trabajemos, debemos ser activos y positivos y buscarnos los garbanzos allí donde caen.

Eres un actor de largo recorrido y muy conocido, especialmente en Catalunya. Te conozco desde tus inicios, me gusta la capacidad que tienes de adaptación a la hora de trabajar, igual te amoldas a una obra clásica dirigida por Josep María Flotats, como a otra de toque más moderno de la mano de Mario Gas o de otros como Iago Pericot, Josep María Montanyés, etc.


tere2
Con Montse Guallar en ’Amor a primera vista’.
Te recuerdo en tu paso por series antológicas que han sido éxito de audiencia en TV3 como ’El cor de la ciutat’, ’Nissaga de poder’, ’La vida en un xip’, ’Estació d’enllaç’ y el mítico y rompedor concurso ’Amor a primera vista’ donde, siendo unos niños un poco mayores, Montse Guallar y tú rompíais el molde a través del amor de vuestros concursantes.

Eres un hombre solidario, actor que siempre acudes y siempre contestas, tendrás tus defectos, ¡faltaría más! y ¡gracias! ¿qué haríamos en esta vida sin defectos?, nada, lo pasaríamos fatal.

Àlex, en mi experiencia como periodista, desearía que todos los de tu profesión tuvieran la misma actitud para los de nuestra profesión. Cierto que coincidí contigo en el momento en que yo hacia un trabajo muy agradable, trabajaba como coordinadora de programas en TV3, no hacia entrevistas, sólo os invitaba a que acudierais a programas presentados por otros y eran los otros los que os entrevistaban.

Debo decir en tu favor que tus respuestas siempre fueron alegres, cordiales, comunicativas y siempre aceptaste las formas, las maneras.



Hace poco te dieron el premio Gaudí al mejor actor 2013 por tu trabajo en ’Fénix’, te vi por televisión, y aunque ya has crecido estabas realmente atractivo, eres como los buenos vinos, con los años mejoras.

Tengo amigos y amigas en esta tu profesión, algunos los trato desde hace muchos años (yo ya tampoco soy una adolescente en flor) y algunos ya murieron.

He seguido el caminar de muchos de ellos, unos grandes nombres y otros menos conocidos pero todos, sin excepción, atrapados por su profesión, los actores, como las actrices, como los periodistas, todos nos movemos, mayormente, por el amor a nuestro trabajo, a veces más que un trabajo parece un sacerdocio.

Y esta profesión tuya es como estar colgando siempre de un hilo que va de una parte a otra, un hilo por el que nunca se camina con facilidad ni en claro equilibrio, y muchas veces, desgraciadamente, es imposible llegar al otro lado, se cae, el hilo es tan estrecho que se cae, la gente se cae y no llega.

Uno de mis grandes amigos actor que nació en Brasil y ha vivido y vive allí donde encuentra trabajo, me explicó, muy al principio de nuestra relación, que todos los camareros que trabajaban en Los Ángeles, esa ciudad en la que todos los años se celebra la entrega de los lustrosos premios Óscar con la flor y nata de la profesión del mundo del cine, son actores.


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Con todo el equipo de rodaje de ’Fénix’.
Mi amigo, me ha explicado a lo largo de su trayectoria y de su vida, todos los cambios sufridos en su profesión. Ha vivido en España, en Italia, en Alemania, en Polonia, Australia, París, Londres, Escocia, Polo Norte, Chicago, en fin, seguiría y no acabaría, en estos momentos está trabajando en California en una empresa de decoración que creó hace cinco años con su pareja, está muy contento, me ha dicho recientemente que gana dinero y se ha entusiasmado con la decoración de interiores, “es una forma distinta de crear”, me aseguró y añadió: “y no siento el estrés de no saber qué pasará en mi vida dentro de tres horas”.

En mis inicios como periodista cuando hacía entrevistas todos los actores, ahora ya muertos, me hablaron en su momento de la angustia que sentían siempre cuando nadie les llamaba. Me lo han dicho José Luis López Vázquez, Paco Rabal, Alfredo Landa, Pepe Sancho, María Asquerino, María Casares, y tantos más.

Con José Luis López Vázquez me ocurrió algo inaudito, en mi primera entrevista con el actor me citó en el restaurante “Flash Flash” de Barcelona, hablamos durante tres horas del bien y del mal, de lo divino y lo humano, fue una entrevista larga, con contenido por parte de José Luis, al final, a la hora del café, se puso nervioso, le veía alterado y no sabía por qué, la conversación había sido fluida, sin preguntas de primer grado, una conversación amena, con muchas historias, me sentí alarmada, cuando el actor ya no podía más afirmó: “Suerte que ya hemos acabado y podré irme al hotel, siempre estoy pendiente del teléfono, nosotros, los actores, para poder trabajar no podemos dejar de atender las llamadas, nuestro trabajo siempre llega a través del hilo telefónico y mientras he estado contigo se me puede haber escapado algún trabajo, es de lo que vivo, ¿lo entiendes?”.

El caso de López Vázquez, en aquellos momentos, me dejó bien claro que el trabajo de actor no es como el de un director de un banco y muchos menos del presidente de la Telefónica.

Con los años los móviles arreglaron esta dependencia, también la del representante.




Las grandes estrellas de Hollywood que he conocido, como Lauren Bacall, Joan Collins, Richard Gere, Alain Delon o Catherine Deneuve entre otras su dependencia del teléfono era grande. Llamaban constantemente a su mánager, a su secretaria, para conocer tal o cual rodaje en cartera y cómo iban las negociaciones.

Para que estas estrellas acudieran, previo pago, a una entrevista de televisión, debían tener la agenda bien clara y espaciada de contratos, de lo contrario no aceptaban la entrevista, lo primero es lo primero y lo primero para ellos siempre fue una entrevista con una productor, con un director o saber cuando empezaba el rodaje de su próxima película y dejar mucho tiempo en medio para poder viajar y ser entrevistados por televisión.

Álex tu profesión exige, además de tener las ideas muy claras para entrar en la vida de un personaje y de dar una vida entera en una producción, tener una mente relajada para pasar por todos los vaivenes de llamadas, comidas, cenas, eventos, promociones, declaraciones y largas esperas.

Cuando he leído que dices que los comensales del restaurante se muestran sorprendidos al ser atendidos por un camarero de cara conocida no me ha extrañado, a la gente, en general, le han hecho creer que todas las personas que, como tú, trabajáis en contacto con el público y muchas veces se os conoce más por el nombre del personaje protagonizado que por el vuestro, sois ricos, tenéis dinero y, como sois populares, no os es preciso trabajar de forma regular.


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En el teatro haciendo 'Boeing Boeing'.
Nadie, absolutamente nadie, quiere creer que es preciso trabajar todos los días, en el trabajo que sea. Parece que el hecho de trabajar en una serie de televisión os exija tener siempre buen humor ante quienes os crucéis en la calle, que saludéis siempre con una sonrisa, muchas veces se os exige más de la cuenta y se olvida con facilidad que vuestro trabajo está tan mal pagado o tan bien pagado como en otras profesiones y con el agravante de que los actores una vez terminado un trabajo nunca sabéis cuando puede llegar el siguiente.

Te explicaré, a mi también me llegó la crisis de forma instantánea y sin más remedio que la impotencia. Busqué trabajo, no lo había como periodista, tenía dos opciones ir a lavar cabezas en una peluquería, no más, porque a lavar si se llegar, pero a cortar, dar el color y peinar, imposible, eso o hacer de dependiente, cuando estudiaba había estado vendiendo en una mercería con mucho éxito.

Me presenté al jefe de sección de unos grandes almacenes para despachar en los días festivos de Navidades, al jefe de sección le pareció extraño que le pidiera trabajo, al final me entendió y me dijo que me iba a llamar para que pasara las pruebas con el jefe de personal.

Como los actores yo también esperaba la llamada telefónica, la tuve y me dijeron que les era imposible darme ese trabajo: “A nosotros, como empresa, que estés vendiendo estos días en que hay tanta gente comprando nos va de maravilla, es una publicidad que nos sale muy bien de precio, pero tenemos un problema, eres muy conocida y tenemos miedo que la gente quiera comprar siempre en tu departamento, todo esto iría en detrimento de las otras vendedoras y no podemos aceptarte. Esperamos que nos entiendas”.

Claro, sabía qué me estaban contando, para mi trabajo nadie precisaba una periodista con mi perfil, en cambio mi perfil como vendedora, a pesar de irles bien a una empresa, no era favorable para sus trabajadores.

Probé en otras tiendas, en ninguna me creyeron, la respuesta más habitual fue: “¡Pero si tú eres muy conocida! ¿qué vas a hacer aquí?” y luego remataban: “Nos habían dicho que tenías mucho sentido del humor, y ahora vemos que es verdad” o “Tú lo que quieres es hacer un reportaje después de esta experiencia” y por más que les expliqué que no, que no iba a hacer ningún reportaje y que si querían se lo iba a firmar a través de un abogado. Nadie me dio trabajo.

Tampoco tuve éxito para lavar cabezas, tampoco me aceptaron para ir a lavar a casas, en todas partes estaban convencidos que no necesitaba el trabajo que eran argucias laborales y jamás aceptaron que nadie les firmara por mi la verdad.

Ya ves, en todas partes cuecen habas, me alegro que hayas encontrado este trabajo en Antaviana, por cierto un nombre muy teatral, te deseo todos los éxitos del mundo que te mereces y espero, eso sí, que cuando entre la temporada que viene cargada de desaires hacia los ciudadanos por parte de los que gobiernan estés trabajando como actor. Un beso muy fuerte y hasta muy pronto. Se te quiere y se te admira mucho.

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