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¿Se está hundiendo el estado de bienestar?

Espero que las personas acostumbradas al estado de bienestar, si éste se hunde, sean capaces de buscar otras formas de vida en libertad
Francisco Rodríguez
lunes, 20 de mayo de 2013, 09:15 h (CET)
A lo largo de los siglos han existido visionarios que han imaginado sociedades perfectas, paraísos en la tierra, utopías que en algunos casos han tratado de llevarse a la práctica con tristes y lamentables resultados. Muchas sectas han intentado crear comunidades de “perfectos”, ideologías políticas han impuesto a sangre y fuego modelos de organización social que han resultado gravosas e insufribles para los ciudadanos, derrumbándose con estrépito.

El estado de bienestar, regido por unos gobernantes democráticos, que nos iban a cuidar desde la cuna a la tumba, para que pudiéramos vivir seguros y felices, no pensábamos que fuera una utopía más, ha crecido con éxito y se ha mostrado como el modelo al que todos los pueblos tendrían que aspirar.

Pero tengo la sospecha de que el modelo ha entrado en una grave crisis, que no parece ser transitoria como las que se produjeron en el pasado siglo. El mundo occidental está dejando de ser quien decide sobre los recursos del planeta, está envejeciendo a gran velocidad, lo que significa una especie de suicidio, pues mientras nuestra población se reduce, otros pueblos que crecen, ocuparán nuestro lugar.

La globalización ya está siendo gestionada por las poderosas minorías financieras que no están ligadas a ningún país concreto sino a sus propios intereses. Los gobiernos resultan cada vez más mediatizados por decisiones que les vienen impuestas desde otras instancias, siguiendo mecanismos que los ciudadanos desconocemos.

Mientras tanto vemos que crece el desempleo, que el trabajo asalariado al que estábamos acostumbrados se evapora. Nuestras empresas cierran o se instalan en los países emergentes. Se recortan los sueldos, peligran las pensiones, la educación se deteriora, la sanidad para una población cada vez más vieja resulta cara y problemática…

Entonces nos indignamos, renegamos de nuestros políticos y sus corrupciones, de la nefasta partitocracia, de las onerosas autonomías, de la transición y de la constitución del 78.

La utopía del estado de bienestar, que el anterior gobierno infló como un globo con “nuevos derechos”: a la sexualidad sin responsabilidad, a la contracepción y al aborto, a una educación sin esfuerzo, a un hedonismo rampante, más aeropuertos, más AVES, más polideportivos, más universidades, más de todo y todo gratis, parece que se está derrumbando y de inmediato se alzan voces “indignadas” que proponen nuevas utopías: democracia asamblearia, viviendas de balde, creación de más empresas autonómicas o municipales donde tener un sueldo seguro, tomar el congreso, perseguir a los políticos, crear un “orden nuevo” para seguir disfrutando del agonizante estado de bienestar.

Todas las especies que viven en libertad son capaces de buscar su propio sustento y atender a sus crías, las que “liberamos” de estas obligaciones y les damos pienso y establo vivirán más cómodas pero terminarán sacrificadas. Si dejamos de proporcionarle comida y agua seguramente morirán, serán incapaces de vivir por sí mismas.

Espero que las personas acostumbradas al estado de bienestar, si éste se hunde, sean capaces de buscar otras formas de vida en libertad.

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