| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
|
|
Descansa, mi amor,
por todos los que no lo pueden hacer.
Y luego juega a construir mundos,
por todos los que no lo pueden hacer.
Busca el oro de cada instante,
por todos los que no lo pueden hacer.
Siente el Sol en tu sangre,
por todos los que no lo pueden hacer.
Mira al caballo libre,
por todos los que no lo pueden hacer.
Tan calmado, en su valle,
por todos los que no lo pueden hacer.
Cierra ojos, ve ríos,
por todos los que no lo pueden hacer.
Olisquea la rosa,
por todos los que no lo pueden hacer.
Escucha hondo a lo eterno,
por todos los que no lo pueden hacer.
Y ahora entona este canto,
por todos los que no lo pueden hacer.
Lo grande en lo pequeño,
por todos los que no lo pueden hacer.
Desde el gorrión canta el mar,
por todos los que no lo pueden hacer.
Esta noche bailamos
por todos los que no lo pueden hacer.
Mira bien dónde pisas,
por todos los que no lo pueden hacer.
Hablarán los caminos,
por todos los que no lo pueden hacer.
Sé feliz, sé sonrisa,
por todas las que no lo pueden hacer.
Las montañas te miran,
por todas las que no lo pueden hacer.
Enséñanos tus ojos,
por todas las que no lo pueden hacer.
Tus marcas de guerra vivas,
por todas las que no lo pueden hacer.
Abriremos las puertas,
por todas las que no lo pueden hacer.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
En el finísimo camino del hilo casi invisible / la araña desafíala terca gravedad y la engañosa distancia, / el hierro se desgastacon el frotar de la ventana, / casi una imperceptible sinfonía endulza el ambiente / cuando el viento transitaentre las grietas de la madera, / al mismo tiempo, / dos enamorados entregan su saliva el uno al otro / como si fueran enfermos recibiendo una transfusión.
|